
MARTHA LUCÍA GÓMEZ
LA PATRIA | MANIZALES
Al mirar el calendario, muchos estarán recordando que por esta semana, pero del 2020, comenzó un cambio en sus vidas. Todo por la pandemia de la covid-19.
Se iniciaron los toques de queda y el anuncio de lo que vendría: confinamiento obligatorio, toque de queda, trabajo en casa, cumplir estrictas medidas de bioseguridad, alejarse de la gente, aseo minucioso y continuo de manos y de áreas, salir solo por productos de primera necesidad, cierre de actividades, entre otras cosas que le dieron un golpe certero a la vida cotidiana.
La universitaria Laura Andrea Alzate, residente en Villamaría, piensa que ha tocado asumir muchos cambios. "Trabajo y estudio, y todo es ya por internet. Pasamos días enteros encerrados en teletrabajo o por estudio virtual, lo que no anima a nadie. Pasamos de estar 100% presencial a hacer casi todo por una pantalla; las relaciones interpersonales son por Meet, Zoom y otras aplicaciones; la carga académica es más alta. Adaptarse a este tipo de cosas ha sido complejo".
Sin embargo, está segura de que todo esto es parte de la lucha por la supervivencia y por el cuidado personal, de la familia y de quienes rodean a cada quien. "Tocó de esta manera y hay que ponerle la mejor actitud".
Estragos
Esteban Gallego, psicólogo clínico, especialista en Psicoterapia y Consultoría Sistémica, reafirma que ha sido un año difícil y lleno de retos en lo laboral, familiar, social y personal. Sin embargo, sostiene que como toda crisis, hizo a las personas más conscientes de la importancia del cuidado propio y del otro.
"Nos cambió la manera de ver el mundo e inclusive nos obligó a limitar hábitos en nuestro modo de socializar y de compartir con los demás; nos enseñó que la comida, el techo, la familia y el trabajo son nuestra verdadera prioridad como especie; nos enseñó a valorar más cada cosa. Pensar que no nos cambió sería una vil mentira a la realidad".
Obed Aristizábal, adulto mayor, líder de la Comuna Ciudadela del Norte en Manizales, cuenta que la pandemia fue una cuestión que apareció en marzo de hace un año y extendió sus ramajes a diferentes espacios de la vida. "Nadie estaba preparado, mucha gente no sabía ni qué era una pandemia, causó estragos de todo tipo: acabó con empleos, los ingresos se volvieron una cosa desastrosa, los gobiernos estaban desprevenidos y no sabían qué iban a hacer. Parecía el preámbulo del fin del mundo".
Por su rol de líder sintió como si le hubiesen cortado las alas. "Todo se nos fue frustrando, nos sentimos incapaces de afrontar los problemas. Empezaron a aflorar problemas de salud, de alimentación; a llegar noticias de los estragos que estaba causando la pandemia en número de contagios y de muertos, problemas con los hospitales. Todo fue cayendo en un caos".
Solidaridad
El psicólogo clínico asegura que las medidas de bioseguridad obligaron sin duda a cambiar costumbres. "Somos una cultura fraterna y del contacto, ya no podíamos abrazar a nuestros seres queridos, ni siquiera apretar las manos del otro al saludarlo, lo cual sin duda modificó pautas en la manera de relacionarnos, pero no las ganas y la importancia que el socializar tiene en nuestra cultura".
Don Obed sintió impotencia al ver que en su barrio, a pesar de todo lo que recomendaban para prevenir la covid-19, era mucha la gente que no lo hacía. "Por el sector no faltaron las parrandas, con el agravante que las autoridades no tomaron medidas".
Tampoco se olvida del descaro de las tiendas de barrio y de algunas empresas de alimentos en los precios de los productos. "Aprovecharon para elevar los precios y eso nos fue afectando los pocos ingresos. Ellos decían que también les habían subido".
Sin embargo, rescata la solidaridad que surgió entre vecinos. "A quien le sobraba algo en su casa, lo aportaba al vecino que no tenía. Fueron gestos que se aplauden y se destacan como significativos".
Oportunidad
El experto afirma que este año de pandemia hay quienes han mejorado sus relaciones. "Hemos notado que ahora, aunque en muchos casos obligados, las relaciones entre padres e hijos se beneficiaron; hay más responsabilidad, por ejemplo, en la participación de los padres en los procesos educativos de los menores, más exigencias en la reinvención del tiempo que se pasa junto a la familia, más valoración respecto a la importancia de la unión familiar y de los ambientes sanos en casa".
Cecilia Batista, panameña diseñadora de interiores que vive con su esposo colombiano en una finca de la vereda Cueva Santa, confiesa que en el último año ha salido menos de 20 veces. "Suena ridículo, pero sí. La pandemia fue saludable para mí hasta cierto punto. Salir me representa un protocolo que incluye dejar muchas cosas listas en la finca. Lo más difícil, usar el tapabocas, por eso pienso la salida; me da mareo, se me empañan las gafas, siento que me ahogo".
No ver a su mamá desde hace dos años, la llevó a comunicarse con ella todos los días por Whatsapp, de allí que le ha parecido que la pandemia ha abierto muchas oportunidades a nivel virtual. "Tengo mi negocio de especias de cocina y la virtualidad me ha servido para mantenerlo. La mentalidad se ha abierto, nos ha enseñado que uno no tiene que salir a trabajar ocho horas diarias para producir, nos ha obligado a ser más creativos ante la tasa de desempleo, y más de las mujeres".
Según el psicólogo, en la historia de la humanidad son muchos los momentos en los que el ser humano se ha visto en la obligación de confinarse. "En la medida en que se tenga más control de la pandemia la vida vuelve a lo cotidiano. Somos más las personas que esperamos que todo esto pase para volver a las reuniones con la familia, a los encuentros con los amigos, a los deportes, a los cultos religiosos y a todo lo que nos reúne como especie".
Retos sociales
Según el psicólogo clínico Esteban Gallego:
* "La pandemia, igual que toda crisis, cambia la manera de ver las cosas. La mayoría coincidimos en ver el futuro con más esperanza desde la resiliencia y el optimismo y que indistinto del impacto que pudo tener en nuestras vidas, se debe continuar adelante".
* "Somos una cultura de la socialización, que se caracteriza por la empatía y la alegría. Sin dudas el aislamiento será solo momentáneo, lo que el restablecimiento progresivo de la vida cotidiana nos ha mostrado es que para el colombiano promedio el contacto con lo social es algo fundamental".
* "También debemos ser realistas. Gran parte de los hogares disfuncionales se vieron más afectados, aún en su disfuncionalidad; los índices de violencia doméstica, violencia contra la mujer y separaciones mostraron que el confinamiento es un arma de doble filo que estimula la baja tolerancia a la frustración.
Las familias con mejores recursos de afrontamiento fueron las que salieron mejor libradas".
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