Óscar Veiman Mejía
LA PATRIA I Manizales
El paisaje a unos 100 metros se empieza a distorsionar con la luz del sol en pleno cañón del río Cauca. Las balineras de los 'llevo' o marranitas, estructuras de madera haladas por motos aferradas a los rieles y cargadas de mineros artesanales, aturden por un momento. Los campamentos del antiguo ferrocarril asoman en la recta final, convertidos en viviendas para unas 30 familias.
Tres perros rompen el silencio y la vereda El Bosque, de Neira, deja de ser invisible, al igual que su increíble historia de tener como principal vía de comunicación desde hace 20 años un tubo de acueducto de uno 110 metros que pasa sobre el cauce del segundo río más importante de Colombia.
La carrilera les recuerda a los habitantes sus antepasados. “Mi abuelo Crescencio llegó del Valle, se enamoró de una muchacha y aquí echó raíces. Con otros abrieron el camino para el tren hace 100 años”, cuenta Jhon Freddy Castaño. Lo hace en la antesala de esta paradoja en un siglo que como el XXI deslumbra en tecnología y en obras magníficas de la ingeniería.
“Esto es supervivencia en estado puro”, lo dice y sus compañeros de conversación asienten. “Aquí no llega carro, las motos pasan por un lado de la carrilera esquivando zanjones intransitables en invierno. Las marranitas, con sus riesgos, utilizan la carrilera abandonada y enmalezada de un tren que aún no llega”.
En el caserío cuentan, en voz baja, que el problema de comunicación actual comenzó en el 2002 con el conflicto armado. El enfrentamiento entre paramilitares y la guerrilla de las Farc ocasionó primero la voladura de una garrucha y segundo la del puente peatonal que unía a El Bosque, en Neira, con La India, en Anserma. “El que haya sido no importa. Necesitamos que construyan otro, también somos víctimas de esa guerra”, dice una mujer.
El Bosque está en un laberinto, donde confluyen límites de Neira, Anserma, Manizales y Palestina. Su vecino más cercano es la vereda La India, que al otro lado del río les ofrece educación. Y el corregimiento de Arauca (Palestina) es su principal centro de abastecimiento y comercialización de productos, además de servicios de salud.
Ninguna alternativa es fácil y tampoco segura para salir o entrar al caserío. Al pasar el tubo de conducción de acueducto llegan a una carretera. Desde allí pueden caminar cinco minutos hasta La India o, si van para Arauca, es necesario pagar transporte, por lo general de camperos que cubren la ruta.
Otra es utilizar marranitas por la carrilera, bajo su propio riesgo, pues la falta de mantenimiento de los rieles ha ocasionado accidentes en los 'llevo', que atoran o chocan entre ellos y, por la velocidad, terminan manos quebradas, ojos heridos y narices partidas.
También pueden transitar en moto por zanjones, o ir a pie en trayectos de horas. Jhon Freddy redondea el asunto: “Desde hace 20 años utilizamos el tubo del acueducto de la vereda Cuba sobre el Cauca. ¿Es peligroso?, claro que lo es, pero ¿qué hacemos?".
Con equilibrio
Al devolver 20 minutos esta narración nos encontramos en una orilla del Cauca, luego de pasar por un camino entre pastizales y por encima de las minas de oro, que en marzo del 2021 llenaron de llanto a la zona con la muerte de 11 mineros.
Santiago Vélez, de 14 años, y su padre, Diego, salieron de la casa en El Bosque. Están parados al lado de una estructura de metal, que con una igual al otro lado del cauce y unidas por una telaraña gigante de metal, soportan el tubo.
El muchacho, de un solo impulso, se monta en la tubería. Se agarra y empieza a caminar. Primero un pie, luego otro, al mismo ritmo mueve las manos sujetado de unas cuerdas de hierro. Lo sigue su padre. El estudiante de octavo y el trabajador de finca son como dos malabaristas que avanzan, paso a paso, por el cilindro que solo tiene espacio para el ancho de un zapato. Es como un acto circense sobre la cuerda floja, mientras el Cauca encañonado y turbulento sigue su eterno camino.
El señor comenta: "Es algo muy riesgoso, pero mi hijo debe seguir su colegio y el más cercano está en La India. Yo trabajo al otro lado del río. En las mañanas nos vamos juntos, pasamos por el tubo. En la tarde él lo hace solo”. Su hijo añade: "Uno se acostumbra, pero esperamos que nos hagan un puente".
Lo jurídico
Jhon Freddy saluda a los viajeros de los 'llevo', que pasan a mil por el frente de la vereda. "Hemos pasado dos grandes sustos. Dos muchachas se cayeron del tubo, una quedó en la orilla y la otra se fue al río. Aquí todos sabemos nadar y eso la salvó". Lo mismo comentó, en redes sociales, el padre de la accidentada, Urias Romero: “Gracias a Dios cayó al río”. Eso sucedió en el 2014.
La situación lleva a Jhon Freddy a rememorar las peripecias de la infancia para estudiar. "Usábamos la garrucha. A veces tocaba tirarse al río en neumático. Como casi todo el cuerpo flota, uno aprovechaba para llevar en el pecho los cuadernos metidos en una bolsa plástica".
Jhon Freddy y otras personas recuerdan que han dado la pelea por tener el puente. La Defensoría del Pueblo los ha acompañado en su pretensión y un juzgado en primera instancia les dio, en parte, la razón.
Sin embargo, han sido más los no y las tiradas de pelota sobre la responsabilidad. Se han desentendido del problema el Ministerio de Transporte, Invías, Agencia Nacional de Infraestructura, Gobernación de Caldas y las alcaldías de Neira y de Anserma.
Con razón doña Miryam Ramírez, quien personifica la lucha por el puente, baja la cabeza al preguntarle por el proceso. "No quisiera hablar más de eso. Estoy cansada. Recogimos testimonios, fotografías, conseguimos abogado, fuimos a audiencias, y nada. Ahora nos dicen que recojamos firmas, pero la gente está desilusionada".
De todas maneras, su voz, en el patio de la casa, empieza a desenvolver esto que ya parece un imposible. Es como si a un barrio de una ciudad le negaran una escalinata, la pavimentación o el reparcheo de una calle, la tapada de huecos de una vía o también la construcción de un puente peatonal.
Ajustados
Doña Miryam llegó a El Bosque a los cinco años. Su padre era pensionado de los Ferrocarriles Nacionales. Con pico y pala también ayudó a abrir la trocha del tren.
Ella prefiere reforzar sus ideas con los fallos judiciales. Saca un paquete de papeles. Allí hay uno que es como un tesoro para ella: el fallo del Juzgado Séptimo Administrativo del Circuito de Manizales, del 13 de mayo del 2019, correspondiente a una demanda del 18 de septiembre del 2015, interpuesta por la Defensoría del Pueblo Regional Caldas.
La señora pasa las hojas del documento. Tiene la marca de lo dramático del transporte en aquel paraje. "Cuando tenía siete años monté por primera vez en garrucha. Me asusté, tiré las manos para atrás y me cortó el dedo".
La primera decisión del Juzgado era una esperanza. Si bien absolvió a entidades del transporte nacional, vinculadas al proceso, les ordenaba a las dos alcaldías realizar los estudios para establecer la viabilidad o no de construir el puente. En caso contrario debían determinar alternativas de desplazamiento seguro, en ambos casos con apoyo de la Gobernación.
La Defensoría alegaba: “... la construcción de la obra se ajusta a las necesidades de los habitantes de las zonas veredales mencionadas, siendo responsabilidad de los entes territoriales apropiar los recursos para tales fines...”.
Cambios
Un fallo de segunda instancia desvaneció, en el 2020, esta ilusión luego de que el Municipio de Anserma interpuso una apelación contra con el argumento de no tener plata suficiente para hacerlo.
Bajo la sombra de los árboles, doña Miryam, y su esposo, Carlos, mueven la cabeza, para lado y lado, de manera insistente. Es su manera de rechazar que hayan perdido el proceso judicial. "Estamos encerrados y tenemos que buscar maneras de salir, el tubo es una. Por allí pasan niños, adultos, ancianos. Por ahí pasa toda la vereda para ir a mercar, a trabajar y estudiar. A mi nieto Simón lo pasamos en un costal para llevarlo a Arauca, la última vez que le dio gripa".
La cosa quedó en manos de un Tribunal en Manizales, ciudad a una hora y media de El Bosque. A esta vereda se llega por una carretera destapada que se desprende de la vía Manizales-Medellín. Tras pasar quebradas, huecos y más huecos se llega a una bifurcación: una es la continuidad de la vía sin pavimentar hasta la vereda Cuba, y la otra es un tramo de carrilera por donde se debe caminar, ir en 'llevo' o en moto por zanjas hasta El Bosque, como lo han contado los protagonistas de este relato.
Y la otra es ir hasta Arauca. Después, llegar a un punto cercano a la escuela Antonia Santos de la vereda La India (Anserma). Lo que sigue es tener el coraje de subirse a un tubo y pasar por encima del río Cauca, prendido de cuerdas metálicas y de todos los santos.
El Tribunal Administrativo de Caldas, en su fallo del 18 de diciembre del 2020, se preguntó si la negativa de las autoridades administrativas a construir un puente, ¿constituye una vulneración a los derechos colectivos al goce del espacio público y la utilización de la defensa de los bienes de uso público y a la realización de las construcciones, edificaciones y desarrollos urbanos respetando las disposiciones jurídicas, de manera ordenada y dando prevalencia al beneficio de la calidad de vida de los habitantes?”.
Por su parte Jhon Freddy, don Diego, doña Miryam, don Carlos, tienen otra pregunta: “¿será que hay que esperar a que alguien se caiga y se ahogue para que corran a hacer el puente?”.
El fallo dejó fríos a los habitantes de El Bosque: “Niéganse las pretensiones de la acción popular, por inexistencia de vulneración de los derechos”.
Ese mismo Tribunal dejó abierta una luz al exhortar, no obligar, a las alcaldías de Neira y de Anserma, al igual que al Departamento, a construir el puente o a buscar alternativas que garanticen el desplazamiento de los pobladores.
Lo último
Daniela Muñoz, secretaria de Obras de Anserma, dice que visitaron el lugar para recoger la inquietud y que adelantan conversaciones con la Alcaldía de Neira.
El secretario de Infraestructura de Caldas, Jhon Jairo Gómez, comenta: “Socializaremos y programaremos una visita técnica para plantear una solución”.
Las siguientes frases son de habitantes de El Bosque: “Aquí vienen los políticos y se llevan los votos y nos dejan los problemas”. “Nuestra minería no es ilegal, es artesanal y ancestral de eso vivismo muchos”. Y Honorio Herrera, también de la zona, define con una palabra el hecho de que la gente pase por un tubo de cuatro pulgadas de diámetro: “atroz”.
Lo que han dicho
En el fallo del Tribunal Administrativo de Caldas, el Municipio de Neira indicó, entre otras cosas:
*Que el Ministerio de Transporte debe concurrir con apoyo para la construcción del puente.
*Reiteró que el Municipio garantiza en El Bosque los servicios de salud y de educación.
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