LAURA SÁNCHEZ Y ÓSCAR VEIMAN MEJÍA
LA PATRIA | MANIZALES
La espera en la portería por una autorización para entrar al colegio Juan Pablo II, de La Dorada, permite formarse una idea inicial y preocupante sobre un centro educativo abandonado a la maleza invasora, a las palomas destructoras de techos, a los cielorrasos rotos y humedades que recorren patios, salones y pasillos. Pensar que este lugar solo estuvo abierto un año y dos meses, luego de su apertura en enero del 2019.
En el puerto caldense convivieron 12 años con un elefante blanco, con lo que el exgobernador de Caldas Guido Echeverri llamó, en épocas de inauguración, “Herida abierta en el corazón cívico y educativo de La Dorada”.
La Juan Pablo II se empezó a construir en el 2016 como proyecto para ampliar la cobertura y sobre todo para atacar el hacinamiento de la sede central Renán Barco, que funciona en el popular barrio Las Ferias.
En 12 años le invirtieron casi $10 mil millones, sin contar los últimos mil 600 de pesos que le inyectó la alcaldía de Diego Pineda, con los cuales se logró abrir para atender a cerca de mil alumnos. Pasaron cinco alcaldes, liberales, de la U y de Cambio Radical, fuera de quienes estuvieron como encargados en tiempos de mandatarios suspendidos. Por fin Pineda habilitó los bloques A y B, alcantarillado y baterías sanitarias.
Filtraciones de agua en la escuela Juan Pablo II.
El colegio Renán Barco acoge a unos 2.150 estudiantes, la sede Juan Pablo II tiene unos mil alumnos de bachillerato.
En el segundo piso de baterías sanitarias se nota el residuo de heces de palomas y de techo que se desmorona.
as primeras imágenes
Solo supimos en imágenes de la Juan Pablo II cuando Kevin Acevedo, contralor estudiantil, logró retratar en videos lo que pasaba. Fue invitado a principios de junio por una comisión de la Procuraduría para caminar los resbalosos y sucios pisos de la sede de bachillerato.
“Estaba interesado en conocer cómo estaba la estructura, entrar como estudiante y menor de edad estaba prohibido. Entré con la Procuraduría para tener evidencias fotográficas y opté por denunciar lo que sucedía. Queremos que nuestra denuncia sea escuchada y llegue hasta los rincones del departamento o donde se necesite”.
Kevin vio lo evidente, agua reposada en la entrada que parece como si la naturaleza recuperara la forma del humedal en donde fue construida la sede. Maleza tan alta como él mismo de 1,84 de alto, el policarbonato de los cielorrasos quebrados y que filtra el agua lluvia de nivel en nivel, a través de las juntas en los pisos. Además, según él, de los problemas en acueducto y alcantarillado, que existen desde que inauguraron la sede. “Fue muy impactante porque no me imaginé que mi segundo hogar, que el colegio con mayor número de estudiantes estuviera así, en una selva. La poda debe ser periódica, el pasto creció año y medio, nos trae problemas para la seguridad porque dicen que se han encontrado babillas, culebras”, describe Kevin.
La pandemia por la covid-19, que todo lo impacta, solo dejó que los estudiantes y docentes de bachillerato disfrutaran el colegio en el 2019 y hasta mediados de marzo del 2020. El paso de los días y de la desidia empezaron su inevitable cuenta de cobro.
Años del olvido
Después de la reflexión en la portería de la institución educativa, separada por una calle destapada con hueco tras hueco, de Las Ferias, empieza el recorrido por una soledad, lógica por la pandemia; por pasillos, por escaleras, por patios, por baños y por el coliseo, acompañados, de lagartijas, iguanas y halcones acechando, cazando y devorando palomas.
El sitio es sucio. Primera impresión, que se corrobora al pasar por los corredores y al observar los salones a través de los vidrios de ventanas enrejadas. El sitio está en deterioro. Segunda impresión, tras notar una gotera que revela el daño en el techo y que al caer forma un charco en el primer piso. La maleza fue podada y ya no alcanza la altura de Kevin.
Para Kevin fueron 15 años de olvido estatal: “Es una negligencia del Gobierno nacional, departamental y municipal y la falta de compromiso. En el 2019 que entramos ya el colegio tenía dificultades, las salas de sistemas no estaban dotadas y eran aulas provisionales. Además, los 68 baños de las institución presentaban problemas, solo había 18 disponibles y luego 4”.
El techo en policarbonato se deshace con el sol, se quiebra y filtra el agua a los pasillos del colegio.
Buscan soluciones
El secretario de Educación de La Dorada, José Wilder Sánchez, afirma que apenas Kevin visibilizó la situación, la Alcaldía se acercó a la comunidad de estudiantes y visitó la sede para conocer las denuncias y establecer líneas de trabajo.
“Es claro recordar que al estudiante se le socializó que la línea de acción es una integración de solidaridad y colaboración entre la misma institución educativa, la Secretaría de Educación de Caldas y la Administración municipal y sin el ánimo de realizar la búsqueda de culpables se acordó con el estudiante la búsqueda de soluciones”, indica el secretario.
La Gobernación dialogó con el rector, Rudy José Galeano, con el propósito de saber de las acciones de mitigación de los daños y envió la semana pasada una delegación compuesta por el jefe de la Unidad de Inspección, Vigilancia y Control y la Unidad de Planeación. Estuvieron en la sede y levantaron informes y actas para la línea de acción entre departamento-institución y municipio.
El pasado 28 de junio la Alcaldía hizo un presupuesto de las obras de mitigación y reparación. Esta semana lo socializarán en el convenio municipio-departamento e institución educativa. Los recursos serán girados a los fondos de servicios educativos de la institución educativa para que en el menor tiempo posible realice la contratación necesaria para iniciar las obras.
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