
LA PATRIA| MANIZALES
30 años de condena le dieron a Fernando de Jesús Vidales Rojo, condenado el lunes pasado por el delito de desaparición forzada. Su víctima y pareja, la quindiana Patricia Esperanza David, de 43. Lo absolvieron por feminicidio agravado.
Había dicho esto: La llevé para el Kilómetro 41 (Manizales), allí tuvimos una discusión, la empujé, ella cayó y se golpeó en la cabeza. Murió, la cargué y la lancé al río Cauca”. El otro señalamiento se basó en esta entrevista, dada extrajuicio, en busca de un posible preacuerdo, pero no pudo usarse como prueba en contra del sujeto quien, además, no declaró durante el desarrollo del proceso. Adicional, la señora no aparece y no hay claridad de su suerte. Por eso lo absolvieron por feminicidio.
La historia
La desapareció el 19 de diciembre de 2019, después de recogerla en el barrio La Frontera, de Chinchiná, para invitarla a salir. Desde ese día le perdieron el rastro a la mujer, madre de dos hijos mayores de edad.
La perseguía a donde fuera, con tal de no dejarla sola para que no hablara con nadie. Le hacía cambiar la tarjeta SIM del celular y le dio un manos libres para que conversara con él todo el tiempo, mientras trabajaba.
Sospechosamente, después de ese 19 no volvió a preguntar por ella. “Siendo tan celoso, tras la desaparición de mi mamá, se desentendió”, les dijo a los investigadores la hija de la víctima, Yésica Johana Garzón.
Por eso, la Fiscalía Segunda Especializada delegada ante el Gaula Caldas, que lideró la investigación, logró que un juez avalara la orden de captura contra el mayordomo.
Yésica Johana, la hija de Patricia, les contó a los uniformados que el día de la desaparición llegó en la noche a su hogar y su mamá le comentó que saldría con el novio, pero no le explicó a dónde iría.
Se levantó al día siguiente, pero su madre no llegó. Preocupada llamó a su hermano, Daniel, que vive en Manizales.
Él fue a Chinchiná para apersonarse del caso, no sin antes comunicarse con el mayordomo, quien le respondió: ¨La dejé en el parque arreglando unos pantalones”.
Decidió ir hasta una finca de Chinchiná, donde el hoy capturado era el administrador y allí le dio otra versión: “Tuvimos una discusión y ella se bajó en el ARA a la entrada del pueblo”.
Cuidados
“Demasiado celoso y posesivo”, contó la hija de la desaparecida, al recordar en entrevista con los investigadores que el mayordomo le hizo cambiar de número celular a Patricia Esperanza, pues la celaba con otra persona. “Iba y la buscaba en su trabajo”.
Hubo otro relato que mostró lo obsesivo que era. La madre le comentó a su hija que le tenía mucho miedo y que en una ocasión ella le dijo que iba para Manizales, él no le creyó, compró una navaja y se fue para Santa Rosa. Le expresó: Si la encuentro con alguien, la mató.
Ya había un sospechoso: Vidales Rojo, quien se presentó voluntariamente a rendir entrevista por ese caso. Anotó que llevaban juntos cuatro años, pero que todo empezó a marchar mal cuando ella se consiguió a otro, de lo que se enteró el 16 de noviembre del 2019.

“Le hice el reclamo, pero no pasó a mayores. El 19 la recogí para comer chuzo por el cementerio de Chinchiná, le pregunté que si había llamado al otro, ella se enojó y me dijo que si no le tenía confianza, mejor no siguiéramos. Se bajó en el ARA entrando a Chinchiná y desde ahí no volví a saber de ella”, aseguró el hombre.
Cada vez eran más fuertes las sospechas en contra del mayordomo. Por ejemplo, les dio dos versiones diferentes al hijo de Patricia. En las cámaras de la Policía no se evidenció que el hoy detenido haya dejado a su pareja en la esquina del ARA, como lo juró.
Hoy solo se sabe qué Patricia desapareció. En palabras de su hija era una mujer entregada a su familia, se ausentaba poco y salía solo cuando el sujeto la invitaba a algo.
*”Se verificó que la última persona con la que la víctima tuvo contacto fue el hoy condenado”.
*”Las declaraciones sobre el posible feminicidio se dieron fuera de juicio y no llegaron al proceso”.
“Los hijos de la víctima sabían muy bien sobre esa relación porque había confianza. El acusado permanecía prácticamente siempre en la casa de la señora y no la dejaba salir sola. La sometía al control constante, con celos absorventes”.
*”Se apreciaba el ánimo de control y de captar la autonomía de la mujer. A una hija le dijo una vez que Vidales Rojo compró una navaja para matarla si la veía con alguien”.
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