JENNIFER ANDREA LÓPEZ
LA PATRIA | MANIZALES
Jare krishná, jare krishná,
krishná krishná, jare jare,
jare rama, jare rama,
rama rama, jare jare…
Las voces entonan este mantra acompañadas por unos platillos pequeños y un tambor. Son Hare Krishna, agrupación de filosofía hinduista que cree en Krishna como la suprema personalidad de dios.
El ambiente evoca a la India. En las paredes blancas se observan cuadros de Krishna y de su maestro espiritual, Srila B.A. Paramadvaibi Suwami, que si se hace el símil, tiene la misma jerarquía del Papa en la religión católica. En el suelo hay recipientes con pétalos de rosa y al final del templo, unas cortinas doradas que solo se abrirán en el punto cumbre de la celebración.
Los devotos celebran este ritual todos los días en la intimidad de su hogar y se reúnen en este templo del barrio Palogrande de Manizales los domingos o en las fechas más especiales, como hoy. El Viernes Santo coincidió con el nacimiento de Hahanuman, una de las manifestaciones de Khrisna, que vino al mundo a dar ejemplo de humildad, según sus creencias.
Es un dios al que le agrada que sus seguidores canten, bailen y coman, por eso los Hare Khrisna entonan versos en sánscrito (lengua muerta) durante todo el rito, que se inicia con el llamado de Visudha. Ella preside la ceremonia e invita a la reunión con el sonido que sale de la concha de un caracol, tal como lo hacen los sacerdotes cristianos con el repique de las campanas de su iglesia.
Los creyentes se descalzan para no contaminar con la mugre de la calle el lugar sagrado. Entre la música producida por ellos mismos, van arrodillándose ante el retrato de Srila Prabhupada. Hacen una venia, toman algunos pétalos de rosa de los recipientes que descansan en el suelo, los depositan a los pies de la imagen y piden un deseo espiritual.
El rito Kesava Dasa es un hombre que llegó desde Pereira a compartir su creencia con la comunidad manizaleña. Según Dasa “estamos en tiempos caídos, la gente piensa en lo material y es difícil encontrar un camino que lleve al crecimiento espiritual de la persona, por eso los deseos deben enfocarse en la paz, sabiduría, misericordia.”
De mano en mano, con la debida reverencia, pasan una flor y una vela de Ghee (mantequilla clarificada). Entonces, sin abrir las cortinas, la madre saca un retrato y el baile de los fieles se enreda en torno a la imagen. La foto es de Tulasi, la amada de Krisna.
La danza precede la revelación de las nueve estatuillas, al correr las cortinas del altar. Ellas representan las encarnaciones de la suprema personalidad de Dios, que ha venido a la tierra varias veces para dejar diferentes enseñanzas. Su presencia y significado provoca la reverencia más profunda en los Hare Krisna, que consiste en acostarse boca abajo frente a ellas. Es la manifestación de la sumisión, es como la rendición total de los católicos al arrodillarse durante la santificación del vino y el pan.
El punto de éxtasis se prolonga con cantos y bailes más enérgicos por media hora, aproximadamente. Los movimientos cesan, los cuerpos descansan sentados en el piso, para darle paso a la lectura del Bhagavad-gita, el libro sagrado de los Hare Krishna.
Visudha pide un número del 1 al 18 para escoger el capítulo, y del 1-32 para elegir el verso. El libro tiene 700 versos en total, pero el capítulo 7, que fue el elegido, se compone de 32.
La madre canta las palabras, lee su traducción y explica a los demás su significado: “Todos los devotos son queridos para el señor, los que sólo se acercan a él en medio de una dificultad y los que creen pueden controlar todas las circunstancias sin reconocer que la voluntad divina es lo mejor para ellos, pero son aún más queridos aquellos que siempre lo tienen presente y confían en que lo dado por el señor Krishna es mejor y más grande que todo lo pedido por el hombre.”
Son las palabras que anteceden la comida, así como ocurre en el catolicismo cuando se difunde y explica el evangelio previo a la comunión. Mientras los cristianos se alimentan con hostia consagrada y reflexionan en silencio aún dentro del templo, la corriente hindú sale del recinto, vuelve a ponerse sus zapatos y comparten en la mesa el Prasada.
La comida se hace con el pensamiento de agradarle a Krisnha y, para demostrarle confianza, el cocinero no la prueba durante su preparación. Los platos se sirven con arroz integral, habichuelas, pimentón, papa, chicharrón y jamón vegetarianos. El vaso contiene néctar de frutas y el postre es arroz con leche. Nunca habrá carne, porque se resisten a que en su plato haya violencia. Jamás un café o un té después del almuerzo, porque son estimulantes. Y ni hablar de bebidas alcohólicas o un cigarrillo, que intoxican el cuerpo.
Ellos son Hare Krisnha y hoy volverán para celebrar el nacimiento de Hahanuman, según la astrología védica, en la que basan su calendario. Por lo que es una coincidencia que sea este Viernes Santo.
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