YAJANDRA GALVÁN*
LA PATRIA | MANIZALES
“Hi, love” es la primera frase que expresa Ana Zuluaga para dar una sesión que puede durar una o dos horas. Ella, junto a tres compañeras, son parte de las 30 mil colombianas que trabajan como modelos webcam. Al iniciar el confinamiento se mudaron a las instalaciones del estudio CandyCam, en Villamaría (Caldas), para aprovechar la demanda de su servicio, que aumentó en un 30%, según información de Administradoras de Fondos de Pensiones y de Cesantía de Colombia (AFP).
El aumento laboral se debe a que los usuarios durante la cuarentena han requerido más atención emocional que erótica. “Tengo un usuario que es militar y creó la cuenta hace días. En una transmisión me dijo que por favor lo ayudara, porque la cuarentena lo había cogido solo y no sabía qué hacer en su casa, pues no contaba ni con una mascota. Hablamos de lo que hizo en el día y, a veces, comemos juntos durante la transmisión”, manifestó Ana, quien usualmente trabaja en las mañanas, aunque extendió su jornada por el incremento de usuarios. Ella realiza sesiones por las tardes y, en ocasiones, por las noches.
Transmisiones
Los usuarios que más las solicitan residen en España, Inglaterra, Estados Unidos y Francia, países fuertemente afectados por la covid-19. Con ellos pueden durar de cinco minutos a dos horas, depende de la afinidad que la persona encuentre en la modelo y la flexibilidad de su bolsillo, en vista de que cada minuto de un show privado cuesta entre 1 y 5 dólares. El precio varía según la belleza, espontaneidad y experiencia de la modelo.
“Muchos de ellos nos interrogan para ver si se sienten identificados. Mis gustos son los cómics, animes y videojuegos. Por eso, varios de mis usuarios me buscan para hablar de eso”, dijo Camila Ramírez, webcamer desde hace seis meses. Le gusta hacer cosplay (práctica de disfrazarse de personajes ficticios) para mantener la atención de los internautas. “Quieren desahogarse y hay que ser paciente para escucharlos. A veces es difícil, porque nosotras también tenemos momentos tristes. De igual forma. ellos son nuestra compañía”, agregó Camila, quien se enorgullece de usar su empatía para aconsejar a los cibernautas solitarios y preocupados.
Preferencias
De las cuatro modelos confinadas en las instalaciones de CandyCam Studio, solo Camila es bilingüe. Las otras tres han aprendido vocabulario y pronunciación en inglés que los internautas les enseñaron. Sin embargo, el idioma no ha sido un problema por ahora, pues dentro de las plataformas los usuarios prefieren modelos latinas, y tienen claro que muchas de ellas no son angloparlantes. “Les gusta nuestro acento y nos piden que intentemos hablar en inglés sin perder la entonación”, dijo Johana Quiroga, modelo webcam y segunda administradora de CandyCam.
Pasatiempo en cuarentena
Como la mayoría de los colombianos, las modelos han permanecido aisladas desde que inició la cuarentena. En una casa de tres pisos pasan los días trabajando, haciendo oficio y compartiendo en las noches anécdotas laborales. “Gracias a Dios no nos afecta esta situación. Somos de las afortunadas que tenemos trabajo”, expresó Verónica Castillo.
Preparación
Antes de trabajar en CandyCam, los administradores capacitan a las modelos en expresión corporal, gesticulación, conocimientos de planos y ángulos. Les explican los tipos de usuarios que pueden encontrar (amigables y eróticos) para que sepan cómo manejarlos. También las asesoran sobre el color de cabello y ropa que les quedaría mejor para que luzcan llamativas en las pantallas. “Tratamos de resaltar su belleza sin cambiar su identidad”, dijo Johana.
*Los nombres fueron cambiados por petición de las fuentes. Las mujeres entrevistadas ejercen el oficio por decisión propia.
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