EFE | LA PATRIA | Sevilla (España)
A pesar de la lluvia y del clima desapacible que envuelve de otoño el arranque de la primaveral feria de Abril, en la tarde del pasado jueves 12 brillaron con luz propia los toros con los que debutó en la Maestranza la divisa ganadera de La Palmosilla.
Ya solo por su lámina y su seriedad fue una corrida merecedora de todos los elogios y a la altura de la historia, pues casi todos los de la familia Núñez lucieron, además de unas bien armadas cabezas, una armónica mezcla de hondura, cuajo y finas hechuras.
Dos de ellos, conformando un lote propicio para un triunfo rotundo, le correspondieron al mexicano Joselito Adame, que, paradójicamente, no llegó a sacar verdadero partido de ninguno por no aplicar en su lidia una entrega recíproca a la de los animales.
Su manera de desplazar hacia afuera las francas y vibrantes embestidas de ambos, así como la falta de lugar y de sinceridad en la forma de citar y de manejar las distancias hicieron que los dos trasteos del azteca se vivieran con indiferencia desde los despoblados tendidos. Toda una ocasión desperdiciada.
El destacado de La Palmosilla fue el cuarto, el más terciado del encierro, a pesar de que fue flojo en los primeros tercios. Pero en este caso Luis Bolívar contribuyó con sutileza, temple y el buen oficio de su muleta a que el animal no solo se asentara sobre la arena sino que fuera yendo a más y a mejor.
Tanto fue así que tras una primera mitad de faena muy estimable del colombiano, ligando con reposo los muletazos con la derecha, fue el toro el que acabó tomando la iniciativa y el protagonismo de un cara a cara que, tras una estocada baja, se premió con un trofeo para el que pusieron tanto uno como el otro.
Tampoco mostró de salida demasiadas fuerzas el tercero, un serio y precioso castaño que también desde entonces marcó su voluntad de tomar los engaños con clase y recorrido. Necesitaba, pues, un trato de pulso suave como el que le dio, solo por momentos, el joven Rafael Serna.
A pesar de su falta de rodaje, que acusó a la hora de concretar mejor la faena, el sevillano logró aprovechar la calidad del castaño en un puñado de templados y redondeados naturales que se animaron por fuerza por sus paisanos.
El principio y el final de liviana parte de la corrida se vivió bajo un fuerte aguacero que añadió más grisura a la falta de raza del primero y del sexto toros y al vano empeño de Bolívar y Serna por sacarles partido.
Luis Bolívar, de grana y oro: pinchazo y estocada desprendida delantera (silencio); estocada baja (oreja).
Joselito Adame, de caldero y oro: pinchazo, golletazo y tres descabellos (silencio tras dos avisos); pinchazo y estocada trasera tendida (silencio).
Rafael Serna, de azul turquesa y oro: estocada desprendida (ovación); pinchazo, estocada delantera y descabello (silencio).
Seis toros de La Palmosilla, muy bien armados y de excelente presentación por su seriedad y cuajo dentro de unas finas hechuras. Salvo el afligido primero y el rajado sexto, el resto dio muy buen juego.
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