LA PATRIA | Madrid (España)
Criticado por muchos, más por su silencio y por la forma de llevar su carrera que por lo que de verdad hace en la arena, José Tomás ha marcado el final de la primavera taurina en España. Pasadas las páginas de la Feria de Abril en Sevilla y de San Isidro en Madrid, el Corpus de Granada adquirió un protagonismo inusitado al llamado del torero de Galapagar.
Una auténtica romería de aficionados llegados (y también muchos toreros) de toda la piel de toro ibérica y de otras latitudes, sobre todo de México y también unos cuantos reconocidos aficionados colombianos, se concentraron en la Monumental de Frascuelo para ver la que, de momento, parece ser su única actuación de la temporada.
Y es que José Tomás no compite en una liga normal, lo suyo ya no está para ser medido y clasificado en el escalafón que publican revistas especializadas como 6Toros6. Su competencia real es consigo mismo, pero también con la historia y lo sucedido aquel 22 de junio, con “La Alhambra” como testigo, fue la constatación de que es un torero de época, uno atemporal, que solo puede ser comparado con los ya míticos Manolete, Luis Miguel, Belmonte o Joselito.
Ya no se trata de que llene agote los abonos de una feria, ni de que la reventa se ponga por las nubes. Se trata, justamente, de que ese descomunal valor que posee está puesto al servicio de un toreo tan puro, tan de verdad, uno en el que lo sublime coquetea con la tragedia de sus femorales abiertas, al tiempo que su capote y su muleta vuelan con una suavidad sedosa y tan despacio que todos los relojes se detuvieron.
Es entonces cuando todo cobra sentido distinto. Ya no importa si cortó seis orejas y un rabo, o si el toro de El Pilar le enganchó alguna vez la muleta. Importa haber estado ahí, haber vivido y sentido con él la mágica creación del toreo eterno. Esa es la importancia de su legado. Por eso los aficionados guardan la boleta como si fuese una reliquia, para recordar un día que fueron testigos de algo conmovedor y que difícilmente se repetirá.
La temporada seguirá, pero ya tiene esa muesca en su historia. Ya está marcada por esa puntual aparición del genio de Galapagar. Ahora los aficionados vuelven a su rutina y se sumergirán en la vorágine de ferias del verano, con la esperanza de que José Tomás se vuelva a anunciar o de que surja un nuevo “mesías” que los lleve a hacer kilómetros para seguir su estela. Candidatos hay, y muchos, pero todos distintos, porque José Tomás no se parece a nadie y nadie se parece a él.
De momento, las figuras de la actualidad, las revelaciones de la primavera y varios maestros consagrados se preparan para la maratón de los meses venideros. La partida es justo ahora, en Pamplona, que ya fue 7 de julio. ¡Viva San Fermín!
Viernes 5 de julio, novillos de Ganadería de Pincha, para Francisco de Manuel, Antonio Grande y Diego San Román; sábado 6, rejones, toros de El Capea, para Pablo Hermoso de Mendoza, Leonardo Hernández y Roberto Armendáriz; domingo 7, toros de Puerto de San Lorenzo, para Emilio de Justo, López Simón y Ginés Marín; lunes 8, toros de Cebada Gago, para Manuel Escribano, Rubén Pinar y Juan del Álamo; martes 9, toros de José Escolar, para Fernando Robleño, Javier Castaño y Pepe Moral; miércoles 10, toros de Jandilla, para Diego Urdiales, Sebastián Castella y Roca Rey; jueves 11, toros de Victoriano del Río, para Antonio Ferrera, El Juli y Pablo Aguado; viernes 12, toros de Núñez del Cuvillo, para Miguel Ángel Perera, Cayetano y Roca Rey; sábado 13, toros de La Palmosilla, para Román, José Garrido y Javier Marín; domingo 14, toros de Miura, para Rafaelillo, Octavio Chacón y Juan Leal.
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