David Jaramillo
LA PATRIA | Madrid (España)
Jugar a ser empresario, configurar un cartel o una feria a nuestro gusto, es algo que la mayoría de los aficionados a los toros (por no decir todos) hacemos a menudo.
Planteamos nombres de toreros a los que queremos enfrentar con determinadas ganaderías y los combinamos en carteles que, a nuestro juicio, llenarían cualquier plaza, sin tener en cuenta que esa es una opinión exclusivamente nuestra y que, lo que para nosotros puede ser un “ferión”, para otros puede ser la peor programación de todas, porque si algo hemos aprendido con el tiempo es que nunca llueve a gusto de todos.
Por eso siempre hay una voz crítica cuando los carteles oficiales de las ferias salen a la luz, pues, obviamente, pensamos que nosotros pudimos haberlo hecho mejor. Pero, por encima de nuestros gustos, hay otro pequeño factor que, en este ejercicio, nunca tenemos en cuenta y es el hecho de que ninguno de los que hacemos este ejercicio nos estamos jugando nuestro dinero.
Sostenible
Y es que ahí está la clave de todo: nadie hace empresa para perder dinero y los toros, más allá de una expresión artística, son un espectáculo que genera beneficio económico.
El deber de un empresario es el de configurar una feria que sea rentable, algo que, en tiempos en los que los patrocinios y la publicidad a la Tauromaquia son cada vez más escasos, es muy complicado, pues los ingresos se reducen casi exclusivamente a los que se producen en la taquilla. Y si, además de ser rentable, ese empresario es capaz de confeccionar unos carteles que gusten a la mayoría, ya es para quitarse el sombrero.
Una de las críticas habituales en Colombia es la ausencia de más figuras en las ferias y, paralelamente, la repetición de algunos nombres que vienen asistiendo a estas desde hace mucho tiempo, pero todo tiene su razón de ser.
Por mucho que, cada año, la temporada española arroja nombres de varios toreros jóvenes que triunfan en las plazas más importantes y se suman rápidamente a la élite del escalafón, los espectadores que asisten a las plazas colombianas le siguen siendo fieles a los nombres que ya conocen.
Conocidos
Es cierto que la facilidad en las comunicaciones hace que algunos aficionados conozcan al detalle lo hecho en el verano por toreros como Paco Ureña, Antonio Ferrera, Álvaro Lorenzo, Pablo Aguado, Juan Leal, Ginés Marín y Emilio de Justo, entre muchos otros, y que sientan el deseo de verlos en las ferias del país, pero a la hora de reflejar sus éxitos en las taquillas colombianas, esos nombres siguen sin tener la fuerza que sí tienen, por ejemplo, los de Enrique Ponce, El Juli o Sebastián Castella. Tres toreros que, por mucho dinero que cobren, al empresario le resultan más baratos que muchos otros, porque es una inversión que se ve recompensada con una masiva respuesta en la taquilla.
Por eso se han hecho indispensables desde hace muchos años, pues una plaza llena siempre hablará bien de la salud de la Fiesta. Algo semejante a lo que pasa con rejoneadores como Pablo Hermoso de Mendoza y Diego Ventura.
Por eso mismo se hace urgente una renovación, esa que, de la mano de Roca Rey, ya se está viviendo en España, aunque sus efectos en Colombia todavía están por vers., algo que, con Léa Vicens y Guillermo Hermoso de Mendoza, también se asoma a caballo.
Perfilados
Hay otros varios toreros de máximo nivel que en España tienen tratamiento de figuras, pero que no han gozado de la misma popularidad en Colombia y se han convertido en una pésima inversión, pues ellos han considerado, con total legitimidad, que su caché no debe ser inferior al de los antes mencionados, pero al no tener el mismo impacto en la venta de boletas las cuentas no salen.
Es ahí donde el empresario debe tener la habilidad y la creatividad para conseguir traer a los toreros que más gente metan en la plaza y combinar sus nombres con los de otros más nuevos o que generen curiosidad y se proyecten como futuras figuras que puedan relevar a las anteriores y, por supuesto, que ayuden a equilibrar el costo del cartel para que los números no sean rojos al final del día.
Román, Ureña, Ferrera, Lorenzo, Aguado, De Justo, Marín, Urdiales y otros tantos como ellos cobran importancia, siempre que no se vuelvan locos pidiendo demasiado e ignorando que, hacer una feria en Colombia, es cada años un 10% más costoso, pues aunque ellos congelaran su salario, se les sigue pagando en dólares y la devaluación acumulada anualmente ronda los 10 puntos, detalle que no podemos pasar desapercibido y que, lamentablemente, afecta directamente a los toreros colombianos, quienes, cobrando en pesos, se convierten en el último invitado al baile, pues en este momento no tenemos una figura nacional que arrastre una masa importante de público a las plazas como para poder exigir un tratamiento distinto.
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