EFE | LA PATRIA | Sevilla (España)
La edición 2018 de la feria taurina de Abril en Sevilla (España) concluyó el pasado domingo con un satisfactorio balance de asistencia de público y al juego destacado de una larga lista de ejemplares, pero con la preocupación del bajo nivel artístico mostrado por muchos toreros.
El aforo de la Maestranza se llenó en la mitad de las tardes del abono -siete de catorce-, y solo en cuatro, coincidiendo con los días laborables de la preferia, no llegó a cubrirse al menos en su mitad, lo que sirve de indicador de la recuperación de la afición.
Fueron una treintena los toros con verdaderas posibilidades de triunfo que salieron por los chiqueros, entre ellos una decena de ejemplares excepcionales que forman un cuadro de honor encabezado por el enrazado Orgullito, de Garcigrande, que fue indultado en la tarde del lunes 16 de abril.
Las corridas de La Palmosilla, Garcigrande/Domingo Hernández, Núñez del Cuvillo, El Pilar y Fuente Ymbro, citadas en orden de aparición, fueron las más completas -con hasta cuatro toros destacados cada una- de un ciclo en el que el fracaso más sonado en lo ganadero lo protagonizó la divisa de Victorino Martín.
Pero la mayor inquietud que queda tras el cierre de la feria sevillana es la que viene de la otra de las tres patas del clásico banco de la tauromaquia -toro, torero y público-.
Porque el nivel artístico, pese a tantos astados propicios y pese al amable tono de los espectadores que llenaron tantas tardes la plaza, fue especialmente bajo, más allá de las 18 orejas que se cortaron en los festejos de a pie.
Exceptuando a El Juli, que tuvo una actuación rotunda más que memorable con dos toros de bandera de Garcigrande -entre ellos el indultado- y consiguió así, con cuatro orejas, la única salida a hombros por la Puerta del Príncipe, el resto de matadores apenas lograron faenas realmente reseñables y a la altura de los buenos toros que pisaron el albero de la plaza.
José María Manzanares, por ejemplo, no llegó a redondear con contundencia ninguna de las dos estéticas faenas que se le premiaron -una de ellas con las dos orejas de un soberbio toro de Núñez del Cuvillo- mientras que Alejandro Talavante paseó sendos trofeos tras sendas faenas a medio gas, con momentos brillantes pero que supieron a poco a tenor de lo que tuvo delante.
Por todo ello las corridas de Sevilla de este año dejaron la evidencia, más allá de miradas complacientes, de que el grueso de toreros de la primera fila no atraviesan por su mejor momento o se muestran demasiado conformistas, al tiempo que muchos de los espadas que rellenaron los carteles, especialmente los veteranos, están ya demasiado gastados o en franca decadencia profesional.
Aunque el más avanzado de este nueva generación, el peruano Roca Rey, obtuvo un resultado discreto, jóvenes como Pepe Moral, que cortó tres orejas -dos de ellas a los "miuras", José Garrido y Ginés Marín, con o sin trofeos, dejaron incluso mejor sabor de boca que los más experimentados.
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