LA PATRIA | Madrid (España)
La noticia incendió las redes desde el momento de su publicación y los empresarios, que todavía contaban con el torero para las ferias de septiembre, se han apresurado en tratar de anunciar los mejores sustitutos para sus plazas, aquellos que puedan detener de la mejor forma posible la previsible sangría en las taquillas que generará la ausencia del peruano, que todavía no se encuentra completamente recuperado de la lesión cervical que le afecta también el hombro derecho y quien ahora apunta a las plazas de América para su reaparición.
Lo cierto es que este hecho ha marcado definitivamente la temporada 2019, año en el que el toreo entero se frotaba las manos con lo que el fenómeno Roca Rey podría traer en beneficio de la salud de la Fiesta. El peruano necesitó muy poco tiempo para convertirse en el diestro más cotizado, tanto por lo que significa en la arena con éxitos al alcance de muy pocos, como por el importante tirón social, por el recambio generacional que se está viendo en los tendidos ante su reclamo y porque ha devuelto la salud a las necesitadas taquillas.
Fenómeno
Tras dos años liderando el escalafón, el torero de Lima afrontó este 2019 con el reto y la responsabilidad de asumir, definitivamente, el mando el toreo, convirtiéndose en el pilar fundamental de las ferias más importantes y desafiando el control absoluto de la Fiesta que ha permanecido en manos de los mismos nombres durante las últimas décadas.
Era, en definitiva, el año de su consagración y su arranque no pudo ser mejor. Roca Rey derribó las puertas grandes de Valencia y Castellón cortando tres orejas en cada tarde, para llegar a Sevilla, donde le bastó un toro, “Encendido”, de Núñez del Cuvillo, la tarde del 3 de mayo, para demostrar el verdadero alcance de su tauromaquia, pues nadie ha estado tan cerca de cortar un rabo en la Maestranza en los últimos años como el peruano y su salida a hombros por la puerta de cuadrillas supo a poco dadas las apabullantes dimensiones de su triunfo. Sin embargo, pasada Sevilla, todas las expectativas estaban instaladas en Madrid, donde el famoso sorteo de toreros y ganaderías le emparejó con los toros de Adolfo Martín, combinación que atrajo la máxima atención en la feria más importante del mundo.
Una semana antes de la esperada cita del torero limeño con los toros de encaste Albaserrada, Roca Rey había vuelto a rendir, tras desorejar un toro de Parladé, en una faena soberbia de principio a fin.
Lo que no sabíamos ninguno era que esa tarde, la del 22 de mayo, iba a marcar de forma lamentable la temporada del peruano, pues su primer toro, un sobrero de Conde de Mayalde que le volteó violentamente en el saludo por gaoneras, le causó a Andrés la lesión que, meses más tarde, le obligó a cortar la temporada. Así llegó al 30 de mayo, una de las tardes más importantes en la carrera de Roca, pues era la fecha señalada para acallar las voces que, como siempre, se disparan afiladas contra los que asumen los máximos galones del toreo. Pero el peruano se encontró con “Madroñito”, un bravo toro del hierro extremeño, con el que Andrés demostró que su poder no distingue encastes, ni resiste cualquier prueba que le quieran poner en medio de su camino a lo más alto. Solo la espada se interpuso en una nueva cita con la gloria, pero, aún sin orejas, Roca Rey se consolidó como la gran figura que hoy es.
No obstante, su cuerpo salió tocado de Madrid y, aunque su paso por las plazas mantuvo esa tónica triunfal, acumulando hasta 10 puertas grandes de las 17 tardes que alcanzó a torear y colgando en 12 de ellas el cartel de “no hay billetes” (rozando el lleno absoluto en las demás), en Pamplona dijo adiós a la temporada. Después de salir a hombros en la feria de Alicante, Andrés viajó a la feria de Chota (Perú), donde se resintió de la lesión: se le diagnosticó un trauma cervical de las C6 y C7, que afectaba al nervio supraespinoso y disminuía notablemente la fuerza y la movilidad de su hombro derecho.
Soria, Burgos y Teruel fueron las ferias afectadas y en todas ellas su sitio lo ocupó Pablo Aguado, la revelación de la temporada, que también había cubierto la baja del peruano en la feria de San Pedro Regalado, cuando Andrés acusó una lesión menor sufrida en Sevilla.
Pero Roca Rey no se quería despedir tan pronto de la temporada y apuró su recuperación para estar en una plaza que le tiene como ídolo, la de Pamplona, con la mala suerte de que la lesión se agravó ante los ojos de todos los aficionados, que contemplaron la visible incapacidad de Andrés por dar muerte a sus toros, su hombro no respondía y los gestos de dolor anunciaban una prolongada baja que le llevó, incluso, a los Estados Unidos, donde fue evaluado por los mejores especialistas que le recomendaron una exhaustiva fisioterapia que, lamentablemente, no ha dado resultados en el corto plazo, frustrando completamente una temporada que iba camino de ser histórica para él y en la que se ha dejado por el camino hasta cuarenta contratos millonarios.
Las ferias, que le tenían como principal atractivo, se han visto forzadas a reestructurarse con nombres como los de Cayetano, Pablo Aguado, Antonio Ferrera, Enrique Ponce, El Juli, José María Manzanares, Miguel Ángel Perera, Sebastián Castella, El Fandi, Emilio de Justo, Ginés Marín y Daniel Luque, todos ellos triunfadores en este 2019, pero con el rótulo de “suplentes” ante la baja del líder.
No es la primera vez que Andrés tiene que cortar su temporada. Ya pasó en 2016, cuando varios traumatismos craneoencefálicos le obligaron a parar, el 1 de septiembre, para ser tratado también en los Estados Unidos y reaparecer dos meses más tarde en Lima, plaza a la que ahora apunta nuevamente para su regreso a los ruedos el día 3 de noviembre.
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