LA PATRIA | Madrid (España)
Si hay un torero que tenga vinculada muy estrechamente a Colombia una trayectoria de éxito ese es, sin duda, Sebastián Castella. El torero de Béziers (Francia) nunca ha ocultado su cariño por una tierra que no solo le ha dado gloria, sino, además, el cobijo de una preciosa familia. Por eso no tardó en atender la llamada de un medio del país, pues, como si hiciera falta explicarlo, se afana en afirmar que “se siente muy colombiano”.
A pocos días de terminar el año, háganos un balance de la temporada, ahora que está a punto de cumplir 20 años de alternativa.
¡Qué rápido pasa el tiempo! Ya van a ser 20 años… Bueno, creo que ha sido una temporada importante, en las 36 corridas que toreé, corté orejas en casi todas las plazas, aunque es verdad que pudo faltar ese triunfo sonado en plazas como las de Madrid o Sevilla. Sin embargo, en todas las plazas de primera categoría en Francia sí pude triunfar con mucha fuerza. Realmente, he tenido mucha regularidad en el triunfo este año en mi país, y eso me hace sentir orgulloso.
Fue figura del torero primero en Colombia, luego se proyectó a Europa. ¿Cómo nació esa conexión especial con el público de este país?
Eso es algo que le tengo que agradecer a Dios y a Colombia entera. Recuerdo que entonces yo triunfaba en las plazas de Francia, pero no era suficiente para abrirme las puertas de España. Lo que conseguí después de que me alcé con los trofeos de Cali, Manizales, Medellín… Y tengo que decir que la relación con Colombia es cuestión de feeling. De Colombia conocía lo poco que me enseñaron en el colegio y nadie me conocía, pero los profesionales, la gente de la plaza, el público y todo el mundo me abrió su corazón de una forma tan sincera y humana que marcó mi vida. Hay que entender que yo venía de Francia, tímido, introvertido, reservado y me encontré con esa forma de ser de los colombianos tan abierta, tan alegre, que se me metieron en el corazón para siempre. Desde entonces me he vuelto amante de la cultura colombiana, tanto que, no me gusta hablar de cosas personales, pero mi esposa es colombiana, mis hijas son colombo francesas, tengo grandísimos amigos colombianos… Con eso, creo que te he respondido todo [risas].
¿Recuerda su debut en Manizales?
Eso es algo que no voy a olvidar nunca y te voy a contar por qué. Yo soy muy devoto de la Virgen de Fátima y en uno de mis primeros viajes a Portugal, de becerrista todavía, un forcado llevaba una medallita de la virgen y me la regaló. Desde entonces, siempre que toreaba me ponía la medallita en la corbata, pero, una semana antes de torear mi primera corrida de toros en Manizales, toreaba en Cartagena y un toro me pegó una cornada y me dejó inconsciente en la arena, fue cuando el maestro Campuzano, por quitarme el toro, también se llevó un tabaco gordo… Mi mozo de espadas me desvistió y tiró la ropa al suelo, igual que la del maestro, acostado a mi lado, pero me desmayé y la medalla se perdió en aquel desastre. En el hospital, aún en muletas, le dije al maestro que quería reaparecer en Manizales, porque toreaba con las figuras, quería torear en esa plaza porque quería abrirme camino. Y nos fuimos a Manizales a torear con los puntos puestos en la herida. A la hora de liarme el capote de paseo llegó un compañero tuyo, Víctor Duisabá, se acercó a mí y me dijo “Sebastián, yo estaba en Cartagena, esto es tuyo” y me dio la corbata con la medalla de la virgen de Fátima. Se lo agradecí, le regalé la corbata, me puse la medalla y esa tarde corté tres orejas y me llevé mi primera Catedral de Manizales. Se me ponen los vellos de punta recordándolo.
Desde entonces no ha faltado nunca, excepto en 2007
Y fue porque resulté herido en Cali y no pude ir… Pero es que tengo muchísimas razones para volver siempre a Manizales, muchos amigos, alguno que quiso ser torero, otro que, lamentablemente, ya falleció y era muy especial para mí, don William Ruiz, que también es una persona que adoro, a él y a su señora, por lo mucho que me apoyaron e hicieron por mí en mis comienzos. Siempre quiero volver allí.
Creo que usted el único torero al que ha pintado el maestro Fernando Botero...
Así es, tengo el privilegio de decir que soy su amigo. Me gusta mucho la pintura y tuve la fortuna de conocerlo y se me ocurrió un día torear en solitario a favor de los damnificados por el huracán que destrozó Haití. Le conté la idea al maestro y me dijo que pensaría cómo ayudarme y a los días me pidió el correo y me mandó el cartel para esa corrida. La sorpresa era que se trataba de mí, vestido de luces. Era la primera vez que me veía gordo y no era por culpa de las empanadas -recuerdo un sitio en Armenia que estaban deliciosas, al que me llevó Ánderson Murillo, que venía siempre en mí cuadrilla-, del ajiaco o del sancocho, que me encantan [risas]. Cuando terminó la corrida, en la que recogimos mucho dinero para reconstruir escuelas y otros edificios para la comunidad, le envié el traje que usé para torear y a los días recibí el cuadro original que me había pintado. Es mi tesoro.
¿Qué cree que necesita la tauromaquia en el país para tener la salud que tiene la feria de Manizales?
Creo que todo pasa por la politización de la Fiesta, en cuanto los políticos utilizan la tauromaquia para que juegue a su favor, o para atacarla, empiezan los problemas. En Manizales, antes William, y ahora Juan Carlos Gómez, llevan haciendo un trabajo excelente, vinculando el toreo a la ciudad, al hospital y ese trabajo social no hay ningún político que lo pueda atacar, ni apropiarse de él. Además, saben que sin toro no hay feria. El toreo es de la gente, del pueblo, no de los políticos, creo que ahí está la clave.
¿Qué expectativas te genera la corrida del 8 de enero en Manizales?
Las mejores, siempre he dicho que la ganadería del maestro César Rincón es una de mis favoritas, no en vano dos de las tres Catedrales que he ganado ha sido con toros suyos, a uno de ellos lo indulté. Y el cartel es muy bonito, con un torero joven como Álvaro Lorenzo, que está haciendo las cosas muy bien y tiene una proyección enorme, Manizales ya lo vio el año pasado en el festival, y Paco Perlaza, que con su experiencia y capacidad seguro va a dar una gran tarde de toros. Voy con una motivación enorme, por la plaza, por la gente, por el trofeo, aunque va a ser difícil obtenerlo, pero quiero dar la pelea, porque hay trofeos emblemáticos como el “Escapulario de Oro” de Acho, el “Señor de los Cristales” de Cali, la “Virgen de la Macarena” de Medellín, y la “Catedral de Manizales” es uno de ellos.
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