Luis Felipe Molina
LA PATRIA | Manizales
La frustración taurina es difícil de relatar, peor cuando el torero de expectativa no llega por una justificación médica que solo acrecentó las dudas, sino porque el encierro resultó ser una franca decepción.
La decisión de la junta técnica y presidencia de la plaza de toros de Cañaveralejo, en Cali, de regalar tres toros de la ganadería de Juan Bernardo Caicedo -cuyo representante también gerencia esa temporada taurina- resulta polémica, pero también comprensible.
En primer lugar porque los toros regalos en cierto modo faltan al orden natural de las cosas por prolongar la agonía de una corrida y a veces hacen causan más daño a la lidia que la misma condición de mansedumbre y dificultad que imponen los animales. Así se alarga tediosamente un evento que salió mal desde un principio y al final solo terminó peor.
El reglamento taurino colombiano del 2004 en ningún aparte prohíbe los toros regalos, pero apelar a estos recursos debe ser un gesto que se haga con suma moderación porque un uso irresponsable de este recurso podría desnaturalizar las corridas tal y como se conocen.
El aficionado
No se puede desestimar el costo económico que tiene para la afición el asistir a una corrida. Cada uno paga por ver un espectáculo que está sujeto al misticismo de la tauromaquia; la grandeza, la tibieza, la mansedumbre, el caos, la gloria... Hay de todo un poco. No obstante, pretender desvanecer las carencias de los toros con otras reses que presentan las mismas deficiencias, a la postre, hará más daño que bien.
Los aficionados acuden a la plaza a apreciar al rey de la fiesta; el toro, a conocer el repertorio del torero y a evaluar cómo este último puede surtir todos sus recursos para llevar a buen término su participación. Pero, la idea de extender en tres toros una corrida por un mal encierro llevan a indagar cuánto se está respetando el orden natural de las cosas so pretexto de evitar perder aficionados o querer compensar una mala tarde.
Las reglas
¿Se puede o no? Esa es la pregunta de muchos aficionados. La Ley Taurina Colombiana expedida en el 2004 no menciona esta práctica, por lo que no le prohíbe ni se aprueba regalar toros.
Previo a esta norma, en Manizales, por ejemplo, existía el reglamento taurino local que no permitía este tipo de licencias. Sin embargo, en el 2004, con la expedición de la ley, se unificó el reglamento de todas las plazas colombianas por lo que queda a merced de cada una permitir o no el regalo de un toro.
La categoría de una plaza se define por el grado de dificultad que propone a los toreros alternantes, pero también por el respeto a los fundamentos para mantener la igualdad y la armonía del evento taurino. Sin toros, no habrá alegría ni paraíso, sean seis, o sean nueve.
La corrida de los nueve
* Sebastián Castella. 1. Espadazo y palmas. 4. Tres cuartos del acero y oreja. 7. Pinchazo y dos golpes de descabello, saludo.
* Luis Miguel Castrillón. 2. Tres pinchazos y golpe de descabello. Palmas. 5. Pinchazo y palmas. 8. Pinchazos y golpes de descabello. Palmas tras aviso.
* Andrés Roca Rey. 3.Estocada entera y palmas. 6.Tres pinchazos y entera, palmas. 9.Tres pinchazos y descabello, saludo.
Toros de Juan Bernardo Caicedo.
Asistencia: ¾ de plaza.
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