David Jaramillo
LA PATRIA | Madrid (España)
En tiempos en los que se extrañan toreros con personalidad distinta, Pablo Aguado dijo presente. Le bastó una tarde triunfal en Sevilla para romper los esquemas establecidos y meterse de lleno en el circuito. Dialogó con LA PATRIA previo a su viaje a América para su único compromiso en Colombia; en la temporada de Manizales.
“Ha sido una temporada muy bonita, cargada de compromiso y de responsabilidad, pero, gracias a Dios, ha salido todo bien en general. No me considero la novedad más importante de la temporada, prefiero pensar que llevo mi camino y que, poco a poco, voy dando pasos hacia adelante para sentir que mi toreo salga con libertad”, dijo el sevillano.
El 10 de mayo fue completamente libre en Sevilla, cuatro orejas y una Puerta del Príncipe. ¿Cómo recuerda ese día?
Totalmente libre. Recuerdo todo… Los días previos fueron de una responsabilidad, una presión y un miedo enormes, porque era consciente de lo que me jugaba y de lo que podía suponer ese día para el resto de la temporada. Sin embargo, la misma mañana de la corrida se me disipó todo ese miedo, todavía no sé por qué, pero noté que mi cuerpo estaba encajado y con ganas de torear. Después tuve la suerte, porque fue así, de que mis dos toros embistieron con tanta calidad como para poder expresar todo mi toreo. A medida que pasaba la tarde se mezclaba la emoción de estar obteniendo un triunfo tan importante, con la tranquilidad y la seguridad de estar haciendo lo que sabía. No te puedo describir lo que fue salir por la Puerta del Príncipe… Después, lógicamente, vino la celebración con la familia, los amigos, con los más cercanos.
¿Se imaginó agotar taquilla en Madrid y esa reacción de los aficionados?
La verdad, esa reacción nos sorprendió muy gratamente a todos. Ha sido algo muy bonito y que me hace estar muy orgulloso y agradecido. Es curioso, porque lo de la expectación de Madrid lo supe después, básicamente porque tuve que apagar el móvil varios días antes de esa corrida. Si antes de Sevilla pasé miedo, entre Sevilla y Madrid lo pasé todavía más. Sabía que todo el mundo estaba a la espera de corroborar si lo de La Maestranza era cierto o había sido fruto de una casualidad, con lo que Madrid, para bien o para mal, iba a condicionar lo que ya había ganado. Así que, entre unas cosas y otras, no me sentía metido en la corrida de Madrid como yo quería y me tuve que aislar un poco de toda esa vorágine que se me vino encima. Afortunadamente conseguí mentalizarme y, a pesar de esos miedos, recobré la confianza en mí mismo para poder afrontar un compromiso de tanta responsabilidad como el de Madrid.
Con la baja de Roca Rey, empezaron a darle un número importante de sustituciones, ¿cómo fue el proceso?
Sí, al principio eran ferias que ya estaban hechas cuando todavía no había pasado lo de Sevilla, entonces poder optar a entrar en esos carteles lo asumí como un premio y, al mismo tiempo, como una nueva oportunidad para demostrar que es ahí donde quiero estar. Sabía lo que me jugaba, pero también es lo que uno desea. Es cierto que se estaba dando muy rápido, que las sustituciones tenían ese doble filo, pero me sentía seguro de que podía con el reto. Intenté no pensar en esa transferencia de responsabilidad que dices, porque no creo que hubiera tal, aunque está claro que el público no espera menos y te exige que estés a la altura.
Y se da la circunstancia que, cuanta más expectativa, el triunfo se te hizo más esquivo, ¿qué pasó?
Es cierto, bien sea porque hubo días que no salieron las cosas, porque no tuve suerte, o porque pinché muchos toros y también sufrí alguna cornada, como la de Madrid, pasé un tiempo sin puntuar. Parecía que estaba todos los días pasando un examen y no te voy a decir que no me preocupó, pero gracias a Dios lo pude solucionar pronto y en Huelva tuve ese punto de inflexión, cambié toda esa dinámica y pude disipar las dudas, las primeras las mías, porque ya me estaba poniendo nervioso.
¿Notó un cambio en tu relación con el público? ¿El cariño se volvió exigencia?
Claro que se nota, el toreo se ha convertido, yo no sé si en otra época era así, por lo que he oído y leído me parece que no, en un examen diario sin tregua. Cada vez que un torero hace el paseíllo parece que no tiene derecho a fallar y si encadenas dos o tres paseíllos sin triunfar, se pierde la confianza en ese torero. Antes la imperfección no era analizada al detalle, había espacio para equivocarte sin que se hiciera sangre de ello, por lo tanto, me parece que había más naturalidad y frescura, porque el torero no iba tan encorsetado y centrado en no fallar, era más libre. Además, creo que el arte en general se lleva muy mal con la tecnología porque esta mata el carácter efímero del arte. Si tú ves las grandes obras en todas partes y a todas horas corres el riesgo de acostumbrarte a ellas, hacerlas cotidianas, y pierdes tu capacidad de asombro, ya no te sorprende lo grandioso y es más difícil emocionarte. Si tuvieras la Monalisa o La Piedad en el salón de tu casa, por donde pasas todos los días, habrá días en que ni las mires. Cuando algo se hace repetitivo se convierte en previsible y el toreo con previsibilidad deja de ser arte para convertirse en oficio. Creo que el público puede estarse acostumbrando a la perfección de un muletazo que se pueda llegar a ver en un vídeo que por la sensación o la emoción que despierta ese muletazo en la plaza, aun estando lejos de ser perfecto.
¿Qué le ha contado de Manizales?
Todo lo que me han dicho es bueno. Mis apoderados ya han estado allí, compañeros y lo que leo, me hablan de una feria de máxima categoría. Me dicen el ambiente que se ve en los tendidos es algo que no se ve con facilidad en otras plazas del mundo.
Hablando de categoría, no podía tener un mejor cartel para estrenarse en Colombia. Eso es entrar por la puerta grande....
¡Es verdad! Aunque no soy de adelantarme mucho a los hechos, me gusta ir día a día y ya tendré tiempo de responsabilizarme sobre el compromiso del día 10 de enero, es cierto que pensar que estaré con el maestro Enrique Ponce, que lleva años yendo allí y que sé que es uno de los ídolos de la afición, es motivador, pero al mismo tiempo, sé que no se va a pasear por allí, sino que arrea como el figurón histórico que es. Y, encima, con Luis Bolívar, que es el torero más importante de Colombia, y aparte me parece un torerazo, con una madurez y una capacidad al alcance de muy pocos. De los toros no sé mucho, la verdad, pero si ellos dos se han apuntado, no estarán tan mal ¿no? [risas]
Tendrá la posibilidad de probar la plaza en una noche inigualable como la del Festival.
Y me han dicho que allí es casi más importante, con la plaza hasta las banderas y que todo es a beneficio del hospital infantil. Esto es mucho más importante que el hecho de tomar contacto con la plaza, que, por supuesto lo es, pero un fin benéfico tan bonito está por encima de todo. La gente tiene que valorar que el toreo es importante también por cosas como estas. En lo personal, quiero vivir esa experiencia y, sobre todo, cuajar los toros en la feria, que pueda torear como sé y que la gente se emocione. Si de paso me traigo la “Catedral”, pues mejor. Pero lo importante es entrar en un país como Colombia, estoy deseando llegar a conocerlo.
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