JULIÁN GARCÍA
LA PATRIA | CHINCHINÁ
Cuentan los vecinos del Hospital San Marcos de Chinchiná que el perro apodado Marcos, de 15 años, cumplió el pasado julio dos años en los alrededores del centro asistencial. Allí espera a que regrese su amo, quien murió hospitalizado.
“Las hijas del difunto se lo querían llevar, pero el canino no las siguió”, contó Johana Espinoza, propietaria de un puesto de dulces.
La gente del sector y los empleados del San Marcos se encariñaron con el perro criollo y de pelaje dorado. Lo llamaron Marcos en honor al patrono del centro asistencial.
Unos médicos y enfermeras lo alimentan, además de estar pendientes de la salud del animal, la cual se ha deteriorado con el paso del tiempo.
Recuerdan que una vez lo llevaron al veterinario por unas verrugas y ahora presenta una afección en las patas traseras. También tiene cataratas en los ojos.
Rezandero
Marcos se ha convertido en el consentido de la cuadra del Hospital. Va los fines de semana a las misas de la Iglesia la Santa Cruz y se echa en el atrio. “Escucha las campanas y sale volando. No falta los domingos”, dijo Magda Beatriz Gil, dueña de la cafetería que está al frente del San Marcos. Ella también lo alimenta.
Afuera del establecimiento, Gil le pone una porción de cuido y agua. Desayuna a las 7:30 a.m. y come a las 5:00 p.m. Luego se va a dormir debajo de unos árboles o en una carpa por los lados de urgencias.
Durante el día permanece acostado en un pastal. Es perezoso y mimado. Observa a la gente, se revuelca y cambia de posición. “No le gusta la presencia de mendigos y drogadictos. Le caen bien las personas de la tercera edad y los niños”, agregó Gil.
En ocasiones se desplaza hasta el Parque de Bolívar. También sale detrás de las señoras de la tercera edad, pero siempre regresa al punto en donde espera a su propietario.
También acompaña a la procesión del Rosario de la Aurora, celebrada el primer sábado de cada mes por las calles del municipio. “Es ejemplo de lealtad”, dicen quienes lo conocen.
Mientras su salud se lo permita, Marcos seguirá echado en la entrada del Hospital. Allí aguarda a que su amo salga algún día y le dé una caricia.
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