COLPRENSA | LA PATRIA | CALI
1. Olvidarse de dialogar
“Las parejas necesitan tener un espacio concreto de encuentro y, dentro de él, una buena capacidad de diálogo para hablar sobre asuntos prácticos de la vida. Por otro lado, esa conversación permite que la pareja se siga conociendo porque cada uno sigue su proceso evolutivo, se sigue desarrollando. Y de ahí resulta la necesidad de que los cónyuges no se queden con la idea de que ya se conocen, sino que puedan seguir comunicando aquello que consideran importante y todas esas situaciones que los hacen pensar, sentir y vivir internamente”, señala René Solano, especialista en familia.
2. Dejar morir la pasión
”¿Por qué lo que vivías en el noviazgo, lo que experimentabas y hacías atrevido y sexy se termina cuando convives? ¿Por qué de las ocho cosas que te gustaban, después de algunos años solo quedan tres? Como ya te conoces todos los lugares de la casa y los rincones de la cama, hay que ir a hoteles, moteles. Todo se vale excepto terceras personas, es una puerta que abres y que no sabes lo que te puedes encontrar. Hay que jugar con la fantasía, se puede fantasear con todo: cambiar de nombre, de personalidades, disfrazarse, usar juguetes, crear atmósferas. Así se recupera la pasión”, señalan Martha Carrillo y Raúl Araiza, autores del libro Cama para dos.
3. Llevar un memorial de agravios
Para René Solano, especialista en familia “el repetirse eternamente equivocaciones que sucedieron hace muchos años y que se siguen trayendo a la memoria no es conveniente. Dejar de hacerlo no es fácil, pero sucede que si no están sanas la cosas o no están claros los compromisos del uno con el otro, la herida o el problema no se logra sanar. Cuando se dan estas situaciones vale la pena apoyarse con un terapeuta para revisar a fondo qué es lo que se necesita expresar y llegar a la concertación”.
4. Límites débiles
A muchos se les olvida que cuando se toma la decisión de hacer vida en pareja, somos harina de otro costal y que somos dos los que tomamos las decisiones y estas no dependen del papá o la mamá de él o de ella. Así muchos digan que son independientes, no establecen límites con su familia o personas cercanas y son estos quienes deciden por ellos en aspectos tan básicos como la distribución de los recursos económicos, lo que deben comprar o dónde y cómo deben vivir. Algunos, aún teniendo su propio hogar, no se arriesgan a cortar el cordón umbilical y parecen hijos sumisos, dependientes, solo que viven en otra casa.
5. Buscar lo que no se le ha perdido
Los autores del libro Cama para dos consideran que en la relación de pareja lealtad y fidelidad deben ir de la mano. “Todos podemos decirle no a los peligros y sí a nuestra pareja. La infidelidad es ser desleal con uno mismo, eres deshonesto contigo y con el otro. No existe justificación para la infidelidad. Si eres infiel, eres infiel, no puedes alegar que no te presten atención, que no te quiere o que ya no hay sexo”. Por eso, antes de abrirle la puerta al placer con otro, regálese la oportunidad de hablar con su pareja sobre aquello que usted cree que sucede, escúchense. Si ven que no hay salida, busque un tercero: un terapeuta de pareja.
6. Primero yo, segundo otros y luego la pareja
Hay quienes sostienen que primero conocieron familia y amigos y, de último, llegó la pareja. Sin embargo, cuando se toma la decisión de vivir en pareja, esta y sus sentimientos deben ser la gran prioridad, sin desconocer los demás componentes de la vida. Hay que dejar de pensar de manera individual para pensar en “nosotros”.
“No significa que uno no tenga más amistades o buenas amistades, pero sí es conveniente que el cónyuge tenga un lugar privilegiado en los afectos, en la comunicación, en los momentos vitales, por encima especialmente de los propios padres o de otros familiares”, dice Solano.
7. Aplicar la ley del más fuerte
Todos los asuntos que integran una relación de pareja, “conviene que sean decididos en consenso, no por arbitrariedad o por miedo. Llegar a esa capacidad requiere que las personas logren conversar a fondo sobre sus expectativas y que ambas puedan llegar a establecer un buen sistema para resolver conflictos. Si no saben sobre esto, se puede entrenar esa capacidad, hay modelos fáciles sobre los que se pueden documentar por internet o con el apoyo de un terapeuta”, sugiere Solano. A veces, dejarse dominar por el miedo trae como resultado relaciones insatisfechas.
Otros pecados
* Involucrar a la familia en los problemas de pareja.
* Darle prioridad al trabajo.
* No ayudar al otro en sus sueños.
* Irse a la cama disgustados.
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