Freddy Arango
LA PATRIA I Manizales
Un antes y un después en época de pandemia es lo que vive día a día el médico Santiago Jiménez Benavides, de Confa IPS Clínica San Marcel. Se encarga de la coordinación asistencial del servicio de urgencias y de ver los pacientes de mayor complejidad.
“Los médicos del servicio son muy entrenados en servicios hospitalarios, en el transcurso del tiempo han tenido madurez profesional y personal. Se apoyan en conceptos, ayudas asistenciales o técnicas que les brindó como coordinador. Hacemos la evolución de pacientes. En la tarde realizamos, dependiendo la dinámica, ronda asistencial o definición de casos para saber cómo vamos a seguir el manejo médico que se presenta en la clínica”.
“Otro cambio es que aunque hace mucho vienen con equipos de bioprotección buenos y bien utilizados, la pandemia nos demostró que los utilizábamos poco”.
“Antes teníamos dispositivos y no los utilizamos de manera adecuada, sabíamos que nos teníamos que lavar las manos, ponernos mascarillas, protectores oculares”.
“Llegaba uno a la clínica y no veía necesidad de ponerse tapabocas para visualizar o revisar un paciente. Ahora desde que uno llega le toman la temperatura y sin tapabocas no entra. Mantiene uno tapabocas en el carro, en el maletín, en la billetera, en la casa, en todas partes. El alcohol glicerinado tampoco lo mantenía en el bolsillo, ni en la maleta, ni en el carro, antes no se utilizaba, de esa manera no”.
“Antes de la pandemia teníamos más interacción con familiares de los pacientes. Ahora, por políticas nacionales, hay restricción de visitas, algo que en ocasiones no entienden, pero que es por ellos, por el paciente y por el personal médico que debemos instaurar. La relación con familiares se ha vuelto un poco compleja porque antes podía hablar con el familiar del paciente y este le explicaba al resto de la familia que estuviera afuera. Era más fácil”.
“Ahora como hay que hacer charla virtual o telefónica, al médico lo terminan llamando 10 personas a preguntar por el mismo paciente. Hay que dar información al hijo, al nieto, al sobrino, todos llaman en tiempos diferentes y es muy complejo. La gente no entiende que cuando uno le da la información al familiar es porque el paciente no está en condiciones de recibirla”.
“Desde que empezó la pandemia las reuniones por protocolo han cambiado. Cada semana el Ministerio de Salud da una directriz adicional o diferente, se aprueban o se descartan medicamentos o tecnologías para manejo del paciente. Eso hace que se renueven guías de manejo o versiones de manejo institucional que vuelve más compleja la dinámica del servicio”.
Santiago empieza su día a las 6:00 a.m. Hace su rutina de vestirse con su uniforme de uso médico para llegar a las 7:00 a.m. a Urgencias de la clínica San Marcel, que es la fase uno de covid. Sigue trabajando con la ropa que llegua de la casa. “Hay una fase más adelante, dependiendo del comportamiento de la pandemia, que obliga o recomienda cambiarnos desde que llegamos”.
En Urgencias ve pacientes triaje uno, que ingresan directamente a reanimación. Y triaje dos, que requieren atención en los primeros minutos del ingreso.
No le ha generado temor atender pacientes sospechosos y confirmados de covid. Los protocolos de bioprotección de él y del personal les da seguridad para brindar tranquilidad al equipo asistencial.
En el día hay muchos lavados de manos y el uso del alcohol glicerinado es continuo, el uso del tapabocas es total.
La dinámica ha cambiado. Antes de la pandemia, almorzaba en casa, veía noticias y compartía con su familia. Llevaba a su hija al jardín. Ahora, se queda en la cafetería de la clínica almorzando.
En la tarde pasa revista médica. Se definen situaciones, hace gestión administrativa de lo que haga falta con EPS, aseguradoras o con material de osteosíntesis. Se les intenta explicar a pacientes o acompañantes, dependiendo del estado clínico, la condición al cual está inmerso y que queda pendiente con el usuario.
Casado con Viviana Guevara, psicóloga, tienen una hija de cuatro años, María Paz. “Antes de la pandemia llegaba a mi casa y no me bañaba para saludar a mi familia. Ahora, así llegue cansado con ganas de cogerlas a picos a las dos, me tengo que aguantar 30 minutos para bañarme y luego interactuar con ellas”.
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