Lina Ruiz
LA PATRIA | Manizales
Un lugar frío, triste, para muchos tenebroso. Para otros inspira calma y van hasta allí para encontrarse con lo mejor de sus recuerdos. Los cementerios guardan historias, misterio y tradición.
En Manizales, uno de ellos es el San Esteban, conocido y exaltado por los residentes y visitantes por su arquitectura y el diseño circular que desde el cielo parece una mandala. Su historia se remonta a 1930, cuando inició su construcción, y su apertura se dio en 1940. El presbítero Rafael María Gallego fue su primer gerente y gestor.
Iniciar el recorrido por este lugar es sumergirse al primer paso ante sus fachadas de estilo republicano y ante los imponentes mauseolos esculpidos en piedra y mármol, grandes figuras de ángeles y santos reposan sobre estos. Pero quizá la que más llama la atención es el de la familia de Don Francisco Jaramillo Ochoa con la escultura de La Piedad en tamaño real, del escultor Gonzálo Quintero.
Las flores en los mausoleos son escasas, solo algunas alcanzan a resaltar sobre el color blanco - gris que los caracteriza, mientras otros solo guardan las flores secas que algún día alguien se acordó de poner ahí.
Su eje central es un círculo rodeado de bóvedas con lápidas también en mármol y piedra. En el centro de este lugar hay un pequeño altar, y bajo este reposan los cuerpos de los religiosos.
Tal como en una sociedad, en el cementerio se pueden notar los diferentes estratos. A medida que se desciende por el lugar, desaparecen los mausoleos para dar paso a bóvedas adornadas con todo tipo de flores.
Leer cada unos de los mensajes que reposan en estas lápidas puede tardar mucho tiempo. Las diferentes formas de expresar el amor y la tristeza de la partida de un ser querido tiene diferentes significados según las creencias. Fotos de la persona que falleció, escudos del que era su equipo favorito, corazones, muñecos y largos epitafios es lo más común en esa parte del San Esteban.
Por esta época, en parte occidental del cementerio y donde están las tumbas en tierra, se alcanzan a ver las cruces blancas en cemento solas y abandonadas. Muchos de ellas han sido olvidadas por sus seres queridos con el pasar del tiempo. Contrario pasa en el lado oriental donde rebosan los ramos coloridos, los adornos, las cartas o cualquier objeto con el que las familias expresan su amor a ese ser que partió hace poco de este mundo.
Los militares y policías también tienen un espacio especial en ese lugar. Resalta la decoración intacta de las bóvedas y los epitafios que muestran fuerza y agradecimiento.
En la parte más baja están los que no tienen dueño, los N.N. Solo las oraciones de aquellos que se pasean por el cementerio rezando y haciendo sus suplicas a las ánimas, visitan ese sector.
Foto | Freddy Arango | LA PATRIA El cementerio está adornado con palmas que contrastan con los atardeceres manizaleños.
Este año, y por primera vez, el Cementerio San Esteban celebró el día de Todos Los Santos con una programación especial. La Orquesta Sinfónica de Caldas acompañó el evento con varias interpretaciones; hubo ofrendas, un altar y comida en honor a los muertos, al estilo mexicano.
El objetivo es recuperar esa tradición de hace unos años donde la gente visitaba con frecuencia el cementerio, rezando a las ánimas y haciendo sus ofrecimientos. La Fundación Escenarios de Vida trabaja en embellecer el lugar y destacar la importancia arquitectónica que muchos olvidan y otros, no conocen.
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