Luis Felipe Molina R.
LA PATRIA | Manizales
La reinvención de José Arcila es la consolidación. Este manizaleño, que hace un año celebró casi en silencio su primera década de alternativa, ahora solo tiene razones para sonreír, a pesar de que la pandemia les ha puesto un freno seco a sus sueños de volar.
Para llegar a la cosecha de hoy, José Alejandro se apartó un tiempo en su propio lugar para encontrarse consigo y materializarlo en cinco orejas en la temporada que terminó hace unos meses y que le permiten meterse de lleno de la cartografía taurina iberoamericana.
La fuente de sus alegrías está casi en un reconocimiento psicológico de su función como torero: “La gente lo ve como una puesta en escena mucho más artística”. Agrega que es fruto de la madurez: “De tanto estar en la sombra y pasar unos baches malos –profesionalmente- va surgiendo esa coraza y ese querer reinventarse y estar renovado”.
Sorpresa
En la noche del Festival Taurino del pasado 9 de enero, José Arcila logró una redención. Era su única oportunidad actuando en su tierra madre, la que lo vio crecer, formarse como torero y alcanzar una alternativa.
Con Religioso, el novillo toro de Ernesto Gutiérrez, vivió a profundidad una experiencia que bordeaba el fervor. Por el callejón de la plaza pasó una persona cargando una silla ordinaria; algo que poco se ve, como, también, pocos se percataron de verlo.
De repente, en frente del tendido tres, salió una silla, común, casera, en la que se sentó este hombre. El público respondió con asombro y emoción.
Así se gestó en voz del protagonista: “Surgió en la soledad de mis entrenamientos. En el laboratorio de los tentaderos se crean cosas así. Lo de la silla salió en dos días de tentadero, en el 2018, en una competencia de intentar innovar y hacer elementos diferentes. Lo había visto en las pinturas de Goya y había quedado impactado. Dije que se tenía que ver bonito en la plaza… Sentía curiosidad de hacer lo mismo aquí en Manizales porque sabía que nadie más lo había hecho”.
Añade que aquí hay entrega personal: “Quiero que la gente vea que siempre está la disposición de José Arcila por querer entregarlo todo aquí. No es solamente tratar”. Dice que la silla era de la casa, una que le había dado su madre hace varios años, era donde ponía, año tras año, su vestido antes de torear cuando lo hacía en Manizales. El novillo toro destruyó con fiereza la silla después.
Instantes
“Es muy complicado torear así [desde la silla]. Dejas un espacio grande entre las tablas y la silla y tiene mucho riesgo porque no puedes moverte. El toro pasó por donde pudo pasar. ¡Fue un momento de abandono tan bonito que creo que por eso repercutió en tantos corazones en el tendido! Desde esa noche mucha gente me pregunta si me he vuelto loco viendo el video, porque la gente me habla de que las faenas no se viven igual en video, entonces yo les digo que no lo he visto; fotos, sí, pero si veo el video puedo borrar toda la magia que tiene mi retina”.
José Arcila, en la noche de los extranjeros y la beneficencia, en la del lleno solidario, en un orquestado encuentro con la Luna y Venus desde lo alto, el hijo de la tierra se echaba a su público al hombro. Fue propiedad pura.
“El éxtasis fue grande. Como buen manizaleño, siempre pensaba que si me tocaban en una faena la Feria de Manizales eso iba a hacer un momento para llorar. Resulta que estaba en un momento de tanto éxtasis que no recuerdo haberla escuchado. Estaba en una entrega total que era lo que buscaba desde hace largo tiempo”. Esa faena se confeccionó lo más redondo posible y sirvió para tomar credenciales y pedir próximas asistencias.
“Consciente he sido muy poco. Fue una faena para rasgarse las vestiduras. Cuando llegué a casa abracé a mi mamá y a mi familia, quienes merecían sentir otra vez lo bonito de la profesión, que me vieran y me sintieran torero. Mi mamá, Luz Ledy, fue un mar de lágrimas”, confesó.
Impulso
Voló a Bogotá, donde demostró que tiene torería y renovación, talento y fortuna.
Días antes de alternar en La Santamaría, en la plaza de toros de Tuta (Boyacá) cayó corneado. La historia se complicaba allí y había que marcar una recuperación extraordinaria para no defraudar en Bogotá. “Ponía en peligro mi participación por la lesión en el muslo de la pierna izquierda. Fueron momentos complicados, duros. El toro sale y puede coger y la frecuencia de actuaciones no le quita nada el riesgo de estar frente al toro”.
La recuperación fue la preparación que antecedió a todos estos eventos, lo que ayudó a paliar las tristezas y angustias para llegar al compromiso bogotano. Ese día lo dejó todo.
Entre sus esperanzas para este año, una vez reabran las plazas después de la pandemia, es “intentar que las empresas me tengan en cuenta”.
José Arcila concluye diciendo que espera estar en la temporada de Manizales del 2021. “Creo que tengo sobrados merecimientos para estar el próximo año en la Feria de Manizales”, y deja entrever que le gustaría estar en una corrida grande.
Este año le ha traído a José Arcila la cosecha que esperaba desde hace mucho y le ha enseñado a arriesgar porque, como dicen en las calles, del tamaño del riesgo, será la recompensa.
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