EFE | LA PATRIA | Logroño (España)
Esta es la reseña: Domingo 18 de septiembre. Plaza de toros de Logroño, capital de la provincia La Rioja. Norte de España. Segunda corrida de la Feria de San Mateo.
El diestro español Julián López Esobar, El Juli, sorteó en primer lugar un toro al que ya de salida le costaba un mundo desplazarse, muy manso, que huía. El madrileño trató de sujetarlo por el pitón izquierdo, pero fue imposible sacar algo de tan remiso antagonista.
El quinto toro fue el menos malo del encierro, el tuerto en el país de los ciegos, pero, por lo menos, permitió a El Juli enseñar todas sus credenciales ante la afición logroñesa.
El madrileño brilló con el percal, tanto en las verónicas como por chicuelinas, aunque lo mejor llegaría en el último tercio, haciéndolo todo con mucha suavidad y oficio, sin obligar nunca al toro y dando tiempos y respiros entre series.
Así surgieron secuencias de mucho temple y mano baja, muy seguro y quieto en todo momento. El Juli cerró la faena con adornos y circulares invertidos antes de agarrar una estocada baja, que le puso en sus manos las dos orejas.
Diego Urdiales arrancó una oreja de su descastado e insulso primero, un toro que nunca se entregó y con el que el riojano, con base en varias recursos sueltos de mucho gusto y, sobre todo, gracias a tres molinetes finales, aprovechó la inercia del astado para meterse a la gente en el bolsillo, que le respondió con aplausos al momento del paseo del trofeo.
El sexto fue otra decepción con la que el riojano, muy tesonero, logró, al menos, justificarse y mostrarse digno ante semejante manso. Al final lo echó todo a perder por culpa de la espada.
Lo de Morante de la Puebla fue caso aparte. Se inhibió tanto con su primero que apenas dio cuatro pases decentes por el derecho, como con el cuarto, con el que ni siquiera lo intentó.
Es verdad que ni uno ni otro se prestaron mínimamente al lucimiento, tampoco a la lidia, pero pesó la falta de actitud, como sucedió en enero del 2014 en Manizales, donde otro ánimo del sevillano primó y que obligó a que que fuera despedido de la plaza entre pitos y las famosas almohadillas.
El torero Alberto López Simón se salvó, milagrosamente, de una trágica cogida el pasado martes 20 de septiembre también en Logroño. El diestro que ha sido una revelación este año y que acumula una gran temporada, fue corneado por su segundo toro, quedó tendido en el ruedo y llevado por la cuadrilla a la enfermería. Con arrojo, López Simón regresó con la chaquetilla abierta para cortarle una oreja al toro que por poco le quita la vida al tirarle derrotes al cuello.
*Con información de mundotoro.com
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