Fernando-Alonso Ramírez
LA PATRIA |Manizales0
"Yo soy arquitecto, no soy escritor, soy más bien un diletante que me atrevo a escribir estos libros". Así se define Juan Manuel Jaramillo, autor de El Corredor Polaco o la sotana de Camilo, la novela que presentará hoy en la Catedral de Manizales. La cita es a las 7:00 p.m. en el Café Tazzioli.
Se trata de una historia sobre un sacerdote manizaleño, criado entre la alta sociedad, pero diferente, no tenía el apellido de la familia con la que se crió y para la que trabajaba su mamá. Este hombre, Santi, tiene la suerte de hacer conexión con Camilo Torres, el conocido cura guerrillero, muerto en combate hace 50 años.
Santi estudia en Lovaina, como Camilo; tiene confrontaciones con la jerarquía eclesiástica, como Camilo; sueña con cambiar el mundo, como Camilo; termina en el monte, como Camilo.
Del secuestro
-¿De dónde sale esta historia de tanta historia?
Nace de una vivencia muy interesante. En la familia tuvimos un triste secuestro muy cercano. Este secuestro nos llevó a reflexionar, era muy difícil. Cuando mi familiar salió de este proceso no quería hablar del tema. Y dos o tres años después logré hablar con él. Me contó detalles de su secuestro y me llamó la atención que el jefe del grupo que lo tenía, el Eln, era muy especial, se había encariñado con él y le había dado uniforme y una escopeta para que se volviera uno más del grupo. En el momento en que ya iba para la ciudad en Santa Marta decidió acompañarlo hasta allá. Él me decía que este personaje tenía algo de formación sacerdotal. Así me quedó sonando que sería interesante escribir una novela con ese proceso.
- ¿Qué tiene Santi de Juan Manuel Jaramillo?
Algunos dicen que es mi antítesis, porque yo de vocación cero, pero nací en Manizales, una ciudad conventual. Estuve en el colegio de los hermanos maristas hasta los seis años, luego llegué a Bogotá a un colegio de monjas. Entonces esa parte de la Iglesia siempre me ha tocado cerca. Algunas partes soy yo, otras no. Por ejemplo, esta parte del cariño que genera en las mujeres, lógicamente no soy yo. Es un personaje que tiene ese don o ese problema, siendo sacerdote, de tener esa atracción casi animal sobre las mujeres.
- ¿Por qué el Corredor Polaco lo influenció tanto?
En mi familia siempre ha habido un cariño especial por la Catedral. Mi abuelo regaló la torre de San Francisco, la que se cayó en el terremoto del 62. Yo vivía en Bogotá y nos invitaron a venir a Manizales al centenario y una de las cosas que hizo la familia fue subir al Corredor Polaco y me impresionó mucho. Yo tenía 12 o 13 años. He subido unas cuatro veces y la última vez subí antes de terminar el libro para tener esa vivencia, pero me di cuenta de que era una cosa diferente. El Corredor Polaco era una cosa muy especial, sigue siéndolo, pero antes por el crujir de las escalas de madera era fantástico. Quise que fuera un personaje de la novela.
Son ciertas
- ¿Va a haber manizaleños que de pronto van a identificar características de personajes en esta novela?
Claro. Esta novela se inicia en el año 38 cuando nace el personaje en una de las casas más importantes de la Plaza de Bolívar, que es un apéndice de la Catedral, y todo lo que sucedió en la Catedral la gente lo conoce. Esas vivencias son ciertas, aunque no pongo el apellido real de esa familia.
- ¿Usted conoció a Camilo Torres?
Estudié el bachillerato en el Gimnasio Moderno, laico, pero con un arraigo importante por la religión, inclusive se hizo una de las capillas más sensacionales del país allí. Cuando estábamos en sexto de bachillerato invitaron al cura Camilo a unas reuniones que se hacían para motivarnos con la fe. Él generó en nosotros una expectativa muy grande, porque nos hablaba de cosas que nadie nos había hablado. Inclusive varios compañeros empezaron a ayudar a Camilo en barrios del sur de la ciudad y uno de ellos se vinculó tanto que Camilo iba mucho a su casa y conoció a sus hermanas y a una de ellas fue a la que le dejó las sotanas antes de irse, y esa es la que aparece aquí, que yo toqué y sentí.
- ¿Cómo construye esta novela en la que pasan tantas cosas en el mundo y en el país, con tantos personajes?
Soy arquitecto y descubrí que había una forma de hacer novelas trabajando como arquitecto. Hago el anteproyecto y hago mis proceso de cómo ir adelantando mi proyecto.
- ¿Por qué escribir una novela larga, en tiempos en que se dice que la gente prefiere leer corto?
Cuando comencé a escribir esta novela era como para mí, sobre ese proceso del secuestro. La empecé a escribir y llegó casi a 700 páginas, pero con las personas que me ayudaron a editar el libro fuimos cortando lo no esencial y ahora que la acabo de releer después de cuatro o cinco años, quedé sorprendido de lo larga y de la cantidad de personajes y de las cosas que digo allí, en esas 450 páginas.
- Los años 50 y 60 fueron realmente interesantes en el mundo. Esa época de postguerra en la que todo cambiaba.
Yo lo viví. Por ejemplo, esa crisis de los misiles nuestra generación la sintió. Sentí que un misil podía caer en Panamá y si caía allí nos borraba a todos nosotros y decidí hablar con mi novia que debíamos hacer lo que en esa época no se hacía con las novias. Porque nos íbamos a morir. Eso aparece más o menos en la novela con la amiga Petrovna, la periodista rusa.
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