MARGARET SÁNCHEZ
LA PATRIA | VITERBO
El escultor Gonzalo Jiménez Martínez parece un pájaro carpintero trepado en un tronco de siete metros de alto. Como el ave, él talla uno de los tres troncos que quedaron de los samanes que cumplieron su ciclo de vida en el Túnel de los Samanes en Viterbo.
“Por razones ecológicas, personales y de políticas municipales no trabajo un palo vivo, este no se corta. Estos son árboles muertos, que los aprovechamos para realizar obras tridimensionales a gran formato”, explica, mientras sostiene una motosierra en lo alto del andamio.
Desde hace seis meses comenzó con la intervención artística en convenio con la Alcaldía. El año pasado hizo una escultura en homenaje a la banda estudiantil del municipio y este mes trabajó en la figura de un Jesucristo. Y tiene proyectado realizar una pieza inspirada en un campesino. “Cada obra tiene su tema alusivo: región, naturaleza y religión”, agrega.
Tocado por un rayo
Hace dos semanas Gonzalo pulía detalles en el rostro del Jesucristo, acompañado de su tío José Hernando Martínez, quien lo ayudó a subir al andamio y le pasó la motosierra. El artista precisa que se trata de un Jesucristo en resurrección, con los brazos abiertos, como los que hay en Belálcazar y Río de Janeiro.
La altura es un desafío para este tipo de escultura. “Muchos cortes los tengo que hacer boca abajo y las máquinas son muy pesadas. El nivel de riesgo es mayor”.
La proporción también es un reto, una cosa es lo que el artista ve cuando está trepado en el tronco y otra cuando cruza la vía y ve la obra completa. “Me toca bajar tres pisos, tirarme al frente y mandar al tío para que haga la rayita donde le indique. Luego subir y continuar. La ubicación espacial del escultor es clave”, sostiene.
Para evitar errores, Gonzalo aclara que la obra no nace en el Túnel de los Samanes, requiere un trabajo previo. “De 100 dibujos escojo el mejor para llevarlo a lo tridimensional, hago una escultura a escala en arcilla. Así sé por dónde voy a meter la máquina, cuando entro con ella no hay reversa y si se cae un pedacito no se puede pegar”.
El calor de Viterbo no lo ha afectado, él lo disfruta a la sombra de los samanes vecinos, inclusive con las lluvias de esta época. La llovizna que caía el pasado 8 de marzo le recordó una anécdota sobre el árbol en el que trabaja que le contaron dos habitantes. “Cuando lo trozaron me dijeron que el árbol fue tocado por un rayo. Al parecer, una descarga eléctrica generó malformación en la madera. Por eso, un brazo tocó hacerlo aparte y unirlo. Este es el Cristo tocado por un rayo”, añade.
Profeta
Gonzalo tiene 41 años y desde hace 25 es escultor. Cuenta que su gusto por la escultura nació en el taller metalmecánico de su familia en Viterbo. En el colegio Gimnasio Central del Valle en Buga, los profesores Julio y Javier Cano lo motivaron a seguir el camino de las artes plásticas y estudió la licenciatura en la Universidad Tecnológica de Pereira.
Señala que esculpe en concreto, fibra de vidrio, mármol, papel, pero en este momento su material favorito es la madera. “Así esté en el suelo o inerte sigue teniendo vida, alma y espíritu. Así sea un tronco seco, habla. Es un elemento natural que tiene su historia”, expresa.
Está complacido de trabajar en su pueblo natal. Allí regresó gracias a la recomendación del maestro Diego Panesso, quien lo contactó con la Alcaldía. “Sí soy profeta en mi tierra. Este proyecto me llena mucho como artista y viterbeño”.
La figura de un estudiante con una tuba, el himno y la bandera de Viterbo son los elementos de esta obra. Él exaltó los colores institucionales en el samán de 3,50 metros de alto y 1,50 de diámetro. Costó $3.500.000.
El proceso
Gonzalo Jiménez Martínez usa motosierra, formones, gubias, hachuelas, machetes y pulidoras para destroncar, tallar y pulir el árbol. Al finalizar la escultura esta se inmuniza contra plagas y se le da un acabado con barniz y poliuretano. El artista indica que este tratamiento se debe repetir cada seis meses, porque las piezas están a la intemperie expuestos al sol y a la lluvia.
Más obras
Su obra se puede ver en el café-galería San Palenque, su negocio en el kilómetro ocho vía a Armenia, y en el parque Ukumarí, en la región de África. En Semana Santa, del 9 al 16 de abril, expondrá en el homenaje al maestro risaraldense Martín Abad, quien falleció el pasado 23 de enero, que se realizará en el café Arte y Café del corregimiento La Florida (Pereira).
La primera obra que hizo Jiménez Martínez en el Túnel de los Samanes fue el Enramador Satinado, una especie de ave que arma su nido en el suelo y atrae a la hembra con objetos de color azul. Está hecho en fibra de vidrio, lámina doblada y concreto.
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