ANDRÉS RODELO
LA PATRIA | MANIZALES
La mano izquierda de Ernest Borgnine, la misma con que sujetó el Óscar a Mejor Actor en la ceremonia de 1956, tocó algún día el hombro derecho de Alfonso Chica, cuenta el chinchinense de 83 años. Sucedió a finales de los 60, cuando el actor y maestro del cine caldense tuvo un pequeño papel en Los Aventureros (1970), la superproducción que Paramount Pictures filmó en locaciones del país, entre ellas Manizales y sus alrededores.
Podría ser una mentira fabricada para presumir de que conoció a una estrella de Hollywood, pero la prueba reina del encuentro ocurre desde el minuto 13 con 47 segundos de la película, señala. Plano general, Borgnine y un niño que tiene a su cuidado llegan en dos caballos a un caserío en las montañas. Un hombre vigila en una garita de madera y sacude el sombrero tras verlos: "¡Bienvenido, Gato Gordo!", grita el personaje interpretado por Chica.
Plano medio, la cámara se desplaza de derecha a izquierda, mientras Chica camina al lado del caballo de Borgnine: "Gato Gordo, hoy es un gran día", a lo que el actor pregunta: "¿Por qué?". "El general va hacia Curatú. En todos lados el pueblo nos apoya. Pronto, no habrá más revoluciones, porque todo será nuestro", contesta el caldense, a quien Borgnine toca el hombro. El joven Chica le da una palmada en la espalda y sale del plano.
Ernest Borgnine durante la ceremonia de los premios Óscar de 1956. Sujeta la estatuilla a Mejor Actor por su papel en Marty (1955).
18 segundos de metraje que fueron realidad luego de que la producción le entregó al chinchinense un salvoconducto para que visitara las locaciones: "La escena se rodó cerca de la antigua Hacienda El Otoño, en el sector de Gallinazo (Villamaría). Alguien del equipo me dijo: "Tenemos un papel para usted. Por favor, firme aquí". Recibí vestuario, me maquillaron y actué”.
Lo felicitaron y le pagaron en dólares, recuerda. Años después no dio crédito a lo que vio durante una función de la película en un teatro de Manizales. “Pensé que desecharían ese instante, pero lo incluyeron. Esta producción de Hollywood filmó muchas escenas que no clasificaron para la versión definitiva”, explica.
Fotograma del instante en que Alfonso Chica actuó junto al ganador del Óscar Ernest Borgnine durante la filmación de Los Aventureros (1970).
Con las estrellas
Las circunstancias en que consiguió el salvoconducto son, cuanto menos, curiosas. Estaba en Ibagué y lo llamaron por teléfono: "Alfonso, véngase para Manizales. Los ingleses y los americanos están haciendo una película". Al día siguiente, se presentó en las oficinas que Paramount Pictures adecuó en la ciudad. "Soy actor y director de teatro. Me gustaría trabajar", dijo. "Señor, las estrellas principales fueron contratadas hace tiempo. Los otros intérpretes deben ser afiliados del Sindicato de Actores. No podemos hacer nada si no es integrante de esta organización".
Asimiló el rechazo y pasó página. Se encontró con Arturo López, cónsul de España de la época, a quien solicitó un espacio de la Casa de España (inmueble que quedaba en el Centro de la ciudad) para montar una obra de teatro. "Accedió, lo que me permitió ensayar en un salón del segundo piso. Todos los días entraban españoles a la Casa. Tomaban vino, comían carne ahumada", cuenta.
Hasta que ocurrió el hecho que cambió el destino del actor y director: "Gritábamos mucho en esta obra. De repente, alguien ingresó para ver qué pasaba. Le dije: "Siga, siga" y respondió con acento español: "Por favor, continúen". Se sentó y apreció la representación". Era nada menos que Fernando Rey, el mítico actor español recordado por sus papeles en películas de Luis Buñuel y quien participó en Los Aventureros.
La celebridad le preguntó por qué no estaba actuando en la cinta. "Le expliqué. Me condujo a otro espacio de la Casa para presentarme a miembros de la producción, entre ellos a Borgnine. Ahí me dieron el salvoconducto, convencidos de que sería útil más adelante".
Al pie de la acción
Ese pase exclusivo lo convirtió en un testigo directo. Asistió al rodaje de la escena filmada en la antigua estación del ferrocarril, hoy edificio en donde funciona parte de la Universidad Autónoma: "Había muchos actores y figurantes. La escena es un enfrentamiento con muertos, disparos y explosiones. Los curiosos querían ver, pero la Policía no los dejaba pasar".
Alfonso Chica, de espaldas a un retrato suyo pintado por el artista Otis en la estación Fundadores del Cable Aéreo de Manizales. Al preparar una película delimita los encuadres con las manos para imaginar cómo lucirán.
En paralelo a la experiencia de Los Aventureros, Chica preparó su debut en la realización con el mediometraje Requiem por un marginado, basado en un cuento suyo. Narra la historia de un bandolero que regresa a su pueblo para abandonar la vida criminal. "Lo produjo Adonidas Rey, quien vivía en Calarcá (Quindío). Se filmó en Belalcázar, en donde el personaje protagonista muere dentro de la capilla del monumento a Cristo".
No dejó de lado su faceta como actor, pues protagonizó El tesoro del cacique, largometraje de aventuras dirigido por Mario López Vallejo que no se estrenó, debido a que el productor escapó con el material rodado, afirma. Pero las oportunidades seguían llegando a su vida, así atravesara periodos de inactividad. En 1993, protagonizó el largometraje La cuesta de la muerte, producción entre Colombia, México y España, basada en La cuesta de las comadres, cuento del libro El llano en llamas, de Juan Rulfo.
"Se grabó con cámara de video en locaciones de Roldanillo y Sevilla, municipios del Valle del Cauca. Participaron profesionales de los tres países y se estrenó por la Televisión Educativa Iberoamericana en 1995".
La cuesta chica
Pasa el tiempo y Chica conoce al joven antropólogo Alejandro Bedoya Trujillo, quien en el 2013 emprende la realización del documental La cuesta chica sobre la vida y obra del chinchinense, producido por el cineasta local Edison Sánchez. Sin embargo, el proyecto quedó interrumpido, pues Bedoya murió ahogado el 16 de septiembre del 2015 en Bahía Solano (Chocó).
Teaser de La cuesta chica, el documental inacabado que preparaba Alejandro Bedoya Trujillo.
"Perdí una parte de mi vida. Fue mi director, mi compañero, era como un hijo. Estuvo pendiente de mí cuando atravesé problemas económicos y de salud", señala, mientras las lágrimas asoman a sus ojos verdes, heredados de su padre.
Foto | Daniel Ocampo | LA PATRIA
El fallecido cineasta Alejandro Bedoya Trujillo, quien grababa La cuesta chica, documental sobre Alfonso Chica.
El hambre de cine no cesa en él, tanto que prepara dos largometrajes y un corto. Este hombre de estatura promedio, barba y cabello canos, piel quemada, risa escandalosa y gestos expresivos sabe que las películas lo han acompañado desde niño. "A los 13 años vendía crispetas en un teatro de Chinchiná. Mis ojos se iluminaban cada vez que veía Casablanca (1942), en plena Segunda Guerra Mundial, sobre todo cuando aparecía Humphrey Bogart en pantalla, uno de mis actores favoritos".
Una memoria viva del cine caldense que atesora recuerdos, alegrías, amarguras, pero ante todo un instante marcado a fuego: Ernest Borgnine preguntándole sobre la violencia en Colombia. “Hábleme de eso”, le pedía en español el estadounidense, y entonces Chica se extendía en argumentos e ilustraciones sobre la situación de orden social de la época.
Deja huella
Edison Sánchez, director
La riqueza de Alfonso no es solo invaluable para la cultura de Caldas, sino para los trenes, cables, mitos, apogeo del café, leyendas, libros, montañas y ríos del Viejo Caldas.
Tatiana Londoño, presidenta del Consejo de Cine de Caldas
Don Alfonso es admirable, pues aún desarrolla proyectos cinematográficos. Es vital terminar La cuesta chica, documental en su homenaje para construir la memoria del cine de Caldas.
Viviana Castro, de Cinespiral Salas de Cine
Tiene más que merecido el premio Vida y Obra al Trabajo Cinematográfico de la Gobernación. Este premio es un llamado a las administraciones municipal y departamental para que adelanten gestiones que recuperen películas perdidas de Caldas.
Pablo Villa, exdirector
Es un soñador invencible. Más allá de su obra, el legado de Chica es un fuego que no se apaga. Posee unas ganas de crear que son contagiosas.
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