Gloria Luz Ángel Echeverri
LA PATRIA | Bogotá
El médico y escritor caldense Gustavo López Ramírez dice que Colombia es un país de “muertos y dormidos”, de ahí el título de su más reciente novela, que recorre la historia, desde el gobierno de Laureano Gómez hasta pocos días después de la muerte del cura guerrillero Camilo Torres Restrepo. Este recorrido lo hace de la mano de una familia conservadora, en cierto modo, un reflejo de su propia familia.
“Esta novela tiene algunos trazos autobiográficos porque mi familia, que es típicamente conservadora de Caldas, vivió con intensidad el quehacer político de los años 60. Recuerdo que mi papá, algunos de mis tíos y mis abuelos citaban con frecuencia en las charlas familiares a Laureano Gómez, a Gilberto Alzate Avendaño, a Mariano Ospina Pérez y a Guillermo León Valencia. Con el tiempo, al ser adolescente y estudiante universitario, sentí que mi llamado ideológico iba al otro extremo, al de los finales de los años 60 y principios de los 70, la rebeldía de la izquierda, la política anti frente nacionalista, antielectoral. Esa ideología estaba encarnada en Camilo Torres Restrepo, el cura guerrillero”, comenta.
Con un trasfondo histórico
La vida de Laureano Gómez marca a la familia Almanza, hasta su muerte, el 13 de julio de 1965, la que produjo un impacto sensible en la familia de Gustavo López. El final de la novela se desencadena con la muerte de Camilo Torres en febrero de 1966.
El autor dice que “dos personas que encarnan un sentido de la vida tan completamente contrapuesto se encuentran en la muerte con un lapso de seis meses. Entonces, quise escribiruna novela que tuviera trasfondo histórico, pero no histórica en el sentido tradicional del término”.
Agrega: “el desafío que tiene uno cuando hace ficción sobre un personaje no es estereotiparlo y es una obligación no dejarse llevar por la simpatía, por la ideología o por la antipatía, sino intentar establecer el peso histórico, la densidad de ese personaje y volverlo una ficción creíble”.
La familia Almanza
“Había que crear una familia y aparecen los Almanza que llegan a Manizales desde Pamplona (Santander).
Algunos libros o historiadores mencionan que lo que conocemos como La Violencia comenzó en 1930 cuando salieron los conservadores del poder. La hegemonía conservadora duró 45 años y los liberales no tuvieron un asomo de gobernabilidad. Al llegar el año 30 los liberales sacaron a los burócratas conservadores del poder y ahí comenzó una puja en los pequeños municipios, y fue Santander uno de esos sitios neurálgicos. Esta familia migra de Santander porque interviene en esa puja política y llega a Manizales, un reducto conservador y una ciudad organizada, acogedora, tranquila, bonita, prolija, bien hecha”.
La ficción y los datos autobiográficos ayudan a darle forma a esta familia. “En Manizales nacen Antonieta y Helenita, en quienes rindo homenaje al carácter de las mujeres, porque a ellas en estas sociedades patriarcales les toca muy difícil y lo sobrellevan de la mejor manera posible.
También tienen a varios hijos y son sobre todo los menores quienes comienzan a establecer el signo de la rebeldía, y se afilian al Camilismo, movimiento anti frente nacionalista, antielectoral, que inauguró una simpatía por los movimientos armados. También en la novela aparece la violencia liberal-conservadora que termina en 1964, pero en ese momento comienza otra, esta vez politizada, ideologizada, encarnada en las Farc y el Eln, y lo cuento de una manera verosímil, pero sin abandonar los trazos humanos de los personajes”.
La muerte de Camilo Torres “llevó a los muchachos de la familia Almanza a decidir que ellos también podían ayudar a destruir el sistema a través de la violencia y se genera un conflicto en Manizales a partir del movimiento armado ‘El comando armado de la militancia obrera Camilo’. Ellos intentan hacer un asalto bancario que termina mal y ese es el punto nodal de la novela”.
Así, para Gustavo López Ramírez los muertos son los centenares de miles de personas que han dejado cada violencia en el país. Y los dormidos, porque tiene un sentimiento, una sensación de que Colombia no ha despertado de ese letargo. “Es un reclamo a ese país que sigue todavía atado, anclado, a un pasado”.
La investigación
Gustavo López se documentó en las obras completas de Laureano Gómez “para encontrar su estilo, el tono que usaba, su pensamiento”.
La modernización en Colombia - Los años de Laureano Gómez 1889 – 1965,de James D. Henderson, “vital para entender la personalidad volcánica del expresidente”.
Leyó de Alberto Donadío y Silvia Galvis El jefe supremo - Rojas Pinilla en la violencia y el poder,y de Germán Guzmán Campos, Orlando Fals Borda y Umaña Luna La violencia en Colombia “para entender la perspectiva de las víctimas”.
De Camilo Torres le sirvió el libro de Walter J. Broderick, y lo que muchos profesores de la U. Nacional siguen publicando sobre el cura guerrillero.
En la edición digitalizada de El Tiempo, el autor entendió la diferencia entre investigar en la prensa y hacerlo en los libros de historia. “En el periódico está el día a día, el suceso que pasa desapercibido para el ojo académico. Un montón de descripciones, invaluables para darles verosimilitud a los personajes”.
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