Víctor Diusabá Rojas
EFE | LA PATRIA | Manizales
El novillero colombiano Andrés Manrique cortó este lunes la única oreja en la apertura de la edición 67 de la Feria taurina de Manizales.
Los otros dos alternantes, sus coterráneos Gitanillo de América y Anderson Sánchez, se fueron en blanco. El encierro de la ganadería Achury Viejo resultó bien presentado, faltó de fuerza y de juego diverso.
Ficha de la corrida
Seis novillos toros de Achury Viejo, bien presentados y justos de fuerza. Algunos brindaron opciones. Palmas al primero en el arrastre.
Andrés Manrique, rosa pálido y oro: oreja tras espadazo. Dos pinchazos y entera, palmas.
Gitanillo de América, sangre de toro y oro: palmas, luego de espada entera. Cuatro pinchazos y entera. División de opiniones luego del aviso.
Anderson Sánchez, azul rey y oro: tres pinchazos y honda con efecto, palmas luego de aviso. Entera y palmas
Manrique, único trofeo en novillada
En clara muestra de evolución, el novillero bogotano Andrés Manrique marcó distancia frente a sus alternantes para convertirse en triunfador del festejo de apertura de la 67 Feria de Manizales.
Su buena tarde la abrió hecho un cañón en todos los tercios, ante un novillo toro que le hizo eco en cada suerte. Temple, firmeza y verdad hicieron la receta del éxito, que se cerró con gran espadazo. Oreja.
Ante su primero, que dijo muy poco y, aparte, anduvo escaso de fuerza, Gitanillo de América hijo puso más que voluntad. Pero eso no alcanzó porque el ejemplar de Achury agotó pronto el escaso combustible que traía. Palmas luego de espada entera.
Anderson Sánchez mostró en el tercero muchas de sus facultades que permiten avizorar futuro para sus ilusiones. La lentitud y el mando le sirvieron para hacerse a un ejemplar que no terminó de romper, pero al que el torero del municipio de Lenguazaque sacó por momentos del anonimato. La espada no funcionó. Palmas tras aviso.
Por momentos, la buena lidia que al cuarto hizo Manrique presagió más trofeos para él, pero el novillo duró muy poco. Palmas al aspirante.
Y el siguiente, quinto, quedó más en la memoria de la gente por la infortunada vara con que se le castigó que por los momentos de plasticidad que Gitanillo alcanzó con su muleta, frente a las escasas embestidas del de la ganadería que pasta en la Sabana de Bogotá.
El sexto no quiso saber nada. En vano, Anderson Sánchez intentó lo imposible frente a la casi media entrada que registró la Monumental de esta ciudad cafetera.
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