LA PATRIA | Manizales
Aún es difícil para Antonio Hernández recordar la noche del viernes 14 de octubre del 2016. Esa jornada, ante su plaza -la de Manizales- su novillo entró vivo a los corrales. El sonido de los tres avisos lo sentenció a la rabia y a una inevitable tristeza después de ilusionarse con el triunfo. No era lo que esperaba él y tampoco su público, el mismo que con expectativa fue a verlo.
Un año después, el viernes 13 de octubre del 2017, la gloria llegó a este joven novillero. Cortó las dos orejas a su novillo de turno y se adjudicó la primera puerta grande de su vida torera en Manizales.
Allí la historia de Antonio Hernández se revive en una parábola de constancia, paciencia y valor. Su mayor logro no radica en el triunfo, es no haber cedido ante la derrota y continuar su camino hasta la victoria.
Hernández comenzó a los 7 años una carrera patente por los toros, la vocación que alterna por estos días con sus clases de inglés.
En Cali, a los 13 años, solo concebía la idea de ser subalterno, aunque la ambición interior quería el título de matador. “De pronto me dejaban banderillear, hasta que me permitieron coger una muleta. Me dijeron que si quería ser subalterno, mejor tenía que regresarme a Manizales”, comentó.
Por su contextura infantil robusta, su maestro Alfonso Vásquez II le apodó Bombita. “Buscaba al maestro para que me dijera que entrara la vaca y me tocaba, a veces, ver por un lado. Me empezó a decir Bombita y ya todos me empezaron a decir así”, explicó Hernández.
A Manizales volvió a los 16 años y desde entonces ha sostenido un entrenamiento construido entre la constancia y la fe. Debutó el 14 de noviembre del 2014 en Cali, sin caballos y en el 2015 también se midió ante novillos de la ganadería de Bengala.
“No estuve bien”. Así resume la noche del 14 de octubre del 2016. Bomba manifestó que del error cometido el año pasado se obtuvieron las guías del triunfo de este año que le hicieron merecedor del paseíllo más memorable de su corta carrera.
Razones suficientes tiene para decirlo: hace nueve noches Hernández se echó el público al hombro. Desde la convocatoria pensó en banderillear y por eso puso los tres pares y aumentó la temperatura de la noche entre el público.
“Fuimos dos tanto él (novillo) como yo, sacamos lo mejor y lo pude entender, que fue lo más importante”, agregó Hernández. La conquista a los tendidos de una plaza llena de viernes en la noche se concibió antes de las muestras de muleta, cuando con una amplia y bien ejecutada parábola, puso las banderillas al violín.
“Es algo que solamente se siente... Salir por la puerta grande de mi ciudad. Debo seguir preparándome porque es solo un comienzo. Es algo de momento y la gente no tiene memoria”, explicó.
Antonio ahora crece en la Tauroescuela Cormanizales, con el apoyo del médico Juan Carlos Gómez y la sabia orientación de Rodrigo Arias El Monaguillo. Por eso, en su casa natural y en su casa taurina, su puerta grande solo fue razón de gozo.
A su tía Magdalena Marín le agradece su constante apoyo, porque lo ha mantenido firme en su misión de doctorarse en el toreo.
El próximo año tendrá que negociar con su agenda para que el tiempo le permita iniciar su primer semestre de Administración de Empresas y continuar con sus entrenamientos taurinos que sagradamente tiene de lunes a sábado.
El torero manizaleño José Arcila cerró una exitosa temporada española este año. En ocho corridas, logró cuatro puertas grandes, 11 orejas y cortó un rabo. El caldense crece en tierra ibéricas y ahora espera que las empresas colombianas le den la oportunidad de torear en las plazas locales.
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