La contienda para la Presidencia de México está reñida. Las encuestas ponen a la cabeza a Enrique Peña Nieto, del Partido Revolucionario Institucional (PRI), y en segundo lugar a Manuel López Obrador, del Partido Revolucionario Democrático, pero las diferencias entre ambos se acortan con el paso de los días para las elecciones presidenciales del próximo domingo.
Las propuestas para enfrentar la cruda violencia en el país son sin duda las protagonistas de esta campaña, en la que el Partido de Acción Nacional (PAN), al que pertenece el actual presidente Felipe Calderón, parece que tiene la disputa perdida, según los analistas porque las políticas de seguridad del mandatario no han sido efectivas.
Marcel Hofstetter, director del programa de Economía de la Universidad de la Sabana, dice que es difícil dar vaticinios en cualquier elección y asegura que en México lo realmente importante, sea el que sea el ganador, es cómo va afrontar la violencia derivada del narcotráfico, que de una manera u otra se le ve como una colombianización.
“Las posibilidades pueden contemplar algo diferente a las políticas de Calderón, que en vez de reducir la violencia, esta se escaló. Otra posibilidad es legalizar el consumo de cierta manera y llegar a acuerdos con los narcotraficantes, y que luego arriben nuevos narcos que solo quieran vivir bien y no les interesa la guerra entre carteles”, propone Hofstetter, quien dice que esta es una opción para disminuir los actos macabros.
Sobre los candidatos dice que Peña Nieto tiene la ventaja sobre López Obrador y que definitivamente la candidata del PAN tiene todas las de perder por las críticas que se lleva el presidente Calderón acerca de su método contra la violencia.
“En cuanto a las relaciones bilaterales, Peña Nieto es quien más se acerca al gobierno de Juan Manuel Santos, pues López Obrador es una izquierda que no está definida, a veces es muy popular y se intenta parecer a Hugo Chávez, y a veces trata de ser de la izquierda moderna, como Lula Da Silva, el expresidente de Brasil”, dice el docente.
Eduardo Lindarte, coordinador del Departamento de Ciencias Políticas y Jurídicas de la Universidad Autónoma de Manizales, asegura que no habrá segunda vuelta. Dice que el ganador más probablemente es Enrique Peña Nieto (45 años), por el PRI, el cual gobernó al país por 70 años hasta su derrota en las dos últimas elecciones por el Partido de Acción Nacional (PAN).
En las últimas encuestas, Peña parece contar con cerca del 40% de las intenciones de voto frente al empate de sus contendores más cercanos: Josefina Vásquez Mota, del PAN, y Andrés Manuel López Obrador, del Partido Revolucionario Democrático (PRD) quien perdió las elecciones anteriores. Ambos parecen ubicarse en alrededor del 28% por ciento de la intención de voto.
“Si bien Peña va adelante, enfrenta el antagonismo de un sector de la sociedad mexicana, especialmente entre el estudiantado, que teme el posible retorno al “viejo régimen” anterior, clientelista y autoritario del PRI. Por supuesto que Peña niega esto y se postula como un candidato con la bandera de hacer más eficiente la economía—algo así como un programa de “buen gobierno”.
Recuerda que López Obrador nunca aceptó de buena gana su derrota por alrededor de un 1% en la elección anterior, acusó al gobierno de fraude y durante un tiempo intentó montar un gobierno en la sombra paralelo. Esto generó muchas perturbaciones que un sector del electorado no perdona, si bien puede quedar de segundo en la elección.
“Para algunos observadores la candidata del PAN, Josefina Vásquez Mota, podría ganar el segundo lugar, pues algunos indicios sugieren que, desde su posicionamiento reciente más agresivo, viene en ascenso y descuenta su diferencia con López Obrador hasta llegar al empate actual aparente. En un debate reciente fue la clara ganadora, lo cual resulta importante pues, por una parte, ha sido la menos conocida de los tres candidatos principales. De otra parte, debe cargar con el peso de dos administraciones del PAN, de las cuales necesita desligarse en algún grado sin producir ruptura”.
Sin embargo, los analistas reconocen que en materia económica el gobierno de Felipe Calderón ha mostrado ciertos avances positivos en crecimiento, competitividad e infraestructura hasta el punto de que México comienza a posicionarse en el contexto internacional, inclusive más favorablemente que Brasil.
“Lo ensombrece especialmente el tema de la inseguridad generada por la guerra entre carteles de la droga y por la expansión en general de la criminalidad que ha dejado unos 47 mil muertos desde el 2006. Frente a ello, las medidas han sido en el fondo tibias. Uno, ha sacado al ejército a patrullar las calles, algo que todavía hace en medio de críticas de que no se encuentra debidamente capacitado para esto y comete abusos contra los derechos humanos. Dos, promulgó una reforma administrativa de extinción de dominio de las propiedades de los narcotraficantes, pero no la ha empleado aparentemente más que en un solo caso”, explica Lindarte.
El docente dice que otra desventaja en esa lucha contra la violencia es que México carece de una policía nacional en cuyo lugar cuenta con una profusión de policías municipales, pagados mal y capacitados pobremente, lo cual las torna ineficientes y vulnerables a la corrupción. Calderón habló de crear una policía nacional sobre la base del modelo colombiano, pero no ha habido acción en tal sentido. Y, más allá de lo anterior, parece que no se han tomado decisiones y medidas más profundas para contener y prevenir los efectos del narcotráfico y de la criminalidad.
“Sin duda los electores tendrán todas o algunas de estas consideraciones en mente al concurrir a las urnas, y no debería causar asombro si el voto por Peña Nieto refleja en el fondo una expresión de añoranza por el retorno a un ambiente de mayor seguridad y una esperanza en tal sentido.
Peña declaró que si gana las elecciones empleará al general colombiano Óscar Naranjo como su asesor. Si el gana sería un triunfo importante para el partido que gobernó a México por tanto tiempo y se debería en gran parte a una reacción en contra de la violencia basada en el narcotráfico, pero hay muchas dudas con respecto al nepotismo y la corrupción que por tanto tiempo era emblemática de la política mexicana. Como se trata de una reacción en contra de la violencia, pero no parece haber manera eficaz de controlarla, podrá ser que después de una victoria el pueblo que lo apoya se podría sentir muy decepcionado, resultando en contra reacciones estratégicas que podrán tener impacto importante en el futuro para otros movimientos políticos, especialmente hacia la izquierda y quizás con apoyo para descriminalización. Pero si de alguna manera logra minimizar la violencia, quizás a lo Uribe, su partido podrá otra vez encontrarse en posición dominante.
Jairo Velásquez, docente de la Universidad de la Sabana, dijo que es difícil tener certeza sobre qué pasará en México, pero se arriesga a decir que ganará el candidato del PRI, partido que regresaría al poder. “El izquierdista López Obrador ha recuperado terreno, pero creo que no le alcanza”.
En cuanto a las salidas de la violencia dice que se necesita consciencia y creatividad “para lograr una negociación con los narcotraficantes, pues la lucha armada frontal como la que ha hecho el presidente Felipe Calderón no ha tenido mayores resultados”.
Rodrigo Santofimio, docente de la Universidad de Caldas, está de acuerdo con que el más opcionado para la Presidencia de México es Enrique Peña Nieto, con un favoritismo en todas las encuestas que se han perfilado hasta hoy “Se estima que los elementos que lo ayudan tienen que ver con la reactivación de la maquinaria que por más de siete décadas mantuvo el PRI, y que ahora a través de la figura de Peña Nieto parece volver por sus fueros, y sin duda, la entronización del narcotráfico en esos dos sexenios ayudan a generar nuevas expectativas de una partido que supo mantener sus huestes y simpatizantes, no obstante, insiste en la sequía de poder, pero la cuenta de cobro que se le hace al PAN tiene que ver con los temas de inseguridad y una sociedad azotada por el flagelo del narcotráfico casi en las mismas condiciones que vivió Colombia en los años 90; el resulta un chiste de mal gusto decir si quiera que "México se colombianizó", por la espectacularidad y la resonancia en términos de violencia, corrupción y una sociedad intimidada, que expresa esa experiencia del narcotráfico en la sociedad mexicana”.
Dice que también tiene simpatía con los medios de comunicación relacionada con su juventud, frente a la figura de Andrés Manuel López Obrador, que no logra romper el hechizo de una figura cancina, sin entusiasmo, vociferando casi lo mismo que hizo en la anterior contienda, y sin propuestas alentadoras frente a temas cruciales como la inseguridad y la violencia de los grupos de narcotraficantes, que ha logrado permear sustantivamente la policía e intimidado al periodismo. “Considero que existen condiciones que favorecen la apuesta de Peña Nieto, y que en las últimas semana hizo una jugada interesante al mencionar que tenía pensado, en caso de ganar las elecciones, de nombrar como asesor de seguridad y asuntos públicos, al general Oscar Naranjo, quien recientemente renunció a la Policía colombiana, un golpe de efecto, con el que quizá pretendía dejar claro que el asunto de la seguridad y el tema de la violencia de los carteles mexicanos volvía nuevamente a la policóa y dejaba de pertenecer al Ejército”.
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