CARLOS HERNÁNDEZ
LA PATRIA | MANIZALES
El suave nombre de Marisol lo mencionó la Policía hace un mes en el duro caso de una banda de atracadoras del centro de Manizales. Llamó la atención que con 26 años, Marisol Salazar, además de ser la líder del grupo, ya tuviera en su prontuario 18 capturas y hubiera sido condenada por tentativa de homicidio. Para las autoridades, sin embargo, ya no es extraño ver a mujeres involucradas en delitos de esta clase, pues las cifras y la experiencia evidencian que es más común de lo que se cree, por más que las listas de la delincuencia común mantengan cabezas masculinas.
En Caldas, además de Marisol, han hecho carrera los alias de Bisney, Isadora, Peluca, la Jorobada, entre otras, y de bandas de ladronas como las Mejores.
Hasta mediados de este mes, en el 2013 la Policía reportaba la captura en Caldas de 174 mujeres por 21 delitos, no todos relacionados con delincuencia común. Sin embargo, en los que más involucradas había eran el tráfico, fabricación o porte de estupefacientes (93), y el hurto a personas (32). Entre los dos sumaban 125, es decir, el 71,8 %. (Para tener una idea más general, ver el consolidado del 2012 en el infográfico).
No es coincidencia que estén tan involucradas con la droga, pues a pesar de que muchas consumen o se dedican al microtráfico, otras simplemente se prestan para que los hombres "se descarguen en ellas", como explica un expandillero de la Comuna Ciudadela del Norte para indicar que los integrantes de los combos, al notar la presencia de la Policía, les pasan la droga y las armas para que las escondan.
Las niñas en las pandillas, agrega, oscilan entre los 14 y los 23 años aproximadamente. "También pelean, también disparan, y hoy en día se agregan (unen) más que antes. Son más activas. Son las que cargan las armas porque casi no las pueden requisar. Además usan minifaldas y, como se meten las armas y la droga en los interiores, la Policía no sospecha que tengan algo".
Las autoridades han creado mecanismos para contrarrestar estas marrullerías, como involucrar en los últimos años a más mujeres policías para hacerles frente a aquellas que están al margen de la ley. En Manizales, por ejemplo, a mediados del 2008 se creó un grupo especial de uniformadas que en su primer operativo en la Galería requisó a 632 mujeres y decomisó "52 armas blancas, 25 gramos de bazuco, 9 gramos de marihuana y 5 frascos de pegante", de acuerdo con el comandante de ese entonces, coronel Jhon Jaime Ospina.
Perfiles
¿Hay causas puntuales para que una mujer decida tomar el camino de la delincuencia común? ¿Tienen alguna diferencia con los hombres que también delinquen? La psicóloga Fanny Bernal, exdirectora del Centro de Recepción de Menores de Manizales, aclara primero que, a pesar de que por lo general la atención se centra en los hombres, es sabido que a lo largo de la historia ellas también han participado en hechos delictivos.
Sobre la situación en la ciudad, indica: "desde temprana edad andan armadas, se drogan y no sienten culpa por sus actuaciones. Hay perfiles sociopáticos que aumentan en un medio tan permisivo como el nuestro, y comportamientos que fortalecen estas actitudes, así como algo muy interesante: placer, mucho placer y excitación ante estos hechos. Difícilmente cambiarán, eso no pasa por sus mentes. Tienen rabia, mucha rabia que descargan en gente indefensa y vulnerable".
La experta considera que no es significativa una comparación con los hombres, que parecen coincidir en muchos de los anteriores puntos.
Martha Cecilia Aguirre, psicóloga del programa de emergencia del Centro de Recepción (donde atienden a más mujeres que hombres), agrega que influye notablemente la falta de compañía y comunicación en las familias, pues "las chicas buscan afuera el afecto que no encuentran en sus casas".
El de emergencia es un programa de paso, a diferencia del internado que funciona en la sede principal del Centro de Recepción. Las experiencias que Martha Cecilia ha vivido allí le han permitido identificar ciertos patrones.
Por ejemplo, las mujeres delincuentes están subordinadas generalmente a hombres vinculados a la ilegalidad, quienes en muchos casos son sus compañeros sentimentales. Sirven de colaboradoras, pero "hay muchas que se involucran tanto con ellos, que terminan diciendo: 'yo me paro por él porque soy la hembra, y como tal lo defiendo'", cuenta la psicóloga.
"Adquieren la capacidad de enfrentarse al riesgo sin medir las consecuencias, 'sin mente', como dicen ellas. Por eso algunas dicen: 'yo soy la dura, la que manda'".
Y llegan a esto a pesar de que, en muchos casos, no parecía que fueran a hacerlo. Martha Cecilia recuerda su reciente encuentro con una adolescente, "una morena hermosa" a la que su mamá le buscó ayuda, temerosa por el novio que se consiguió. "Cuando le pregunté quién era el novio", dice la psicóloga, "respondió que era una lámpara. Así llaman a quienes roban, y en este caso la muchacha dijo que él también fumaba y consumía bazuco, y no estudiaba ni trabajaba".
Martha diagnostica que a pesar de que "la morena" no ha adoptado costumbres de su compañero, tiene un riesgo enorme de seguirle los pasos.
Parece un panorama difícil de manejar, enmarcado en el gran reto que deben asumir las instituciones frente a la delincuencia juvenil. Sara Trejos, del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar en Caldas, explica que, en el caso de los menores de edad, el año pasado en el departamento las autoridades capturaron a 1.193 menores, de quienes 142 eran mujeres (11,9 %). Para ella, se trata aún de un problema manejable que se debe comenzar a combatir desde el hogar. Y resalta que para las mujeres y las niñas es más preocupante las cifras en las que son víctimas de delitos, en las que sí son mayoría.
Desde la academia
Milcíades Vizcaíno-Gutiérrez, investigador de la Universidad Cooperativa de Colombia en Villavicencio (Meta), indica lo siguiente en su artículo "Mujeres en la criminalidad: más preguntas que respuestas", del 2010:
*"La participación de la mujer en actos criminales ha sido estudiada de manera marginal. Con frecuencia ha sido objeto de olvido (…). La razón ha sido que esa participación se ha considerado como poco esencial e intrascendente por el volumen reducido que
arrojan las cifras y, sobre todo, porque no se ha percibido como un claro problema social".
*"Investigaciones concluyen que
las adolescentes infractoras cometen menos delitos y de menor gravedad que los varones, pero
presentan más condiciones de riesgo que se deben frenar antes que los procesos continúen por cuanto su gravedad también se incrementaría".
*El promedio de mujeres capturadas en Colombia entre 1959 y 1989, de acuerdo con la Policía, fue de 8,85 % con respecto a los hombres. Para el 2007, la proporción ascendió levemente a 9,64 %.
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