Blanca Eugenia Giraldo
LA PATRIA | MANIZALES
"¡Ese es! porque su sola presencia es sinónimo de autoridad". Fue el comentario que se le escuchó al padre Eduardo González Buitrago cuando conoció la noticia sobre el nombramiento de monseñor Luis Enrique Hoyos Ochoa como nuevo rector del Seminario Mayor Nuestra Señora del Rosario, de Manizales. Los que lo conocen saben que el padre Eduardo no se equivoca en su apreciación.
Por esa misma línea está el padre José Pablo Escobar Sáenz, ahora formador del seminario y quien conoce al nuevo rector desde que llegó a Manizales, hace 63 años.
"Fuimos compañeros en el Seminario Menor, siempre fue el mejor alumno y es más, fue el modelo espiritual de todos nosotros", comenta Escobar. Y agrega que su sola presencia, su forma de ser y de actuar lo hacen un educador natural.
Monseñor Luis Enrique o Selique, como siempre le han dicho, es oriundo de Caramanta (Antioquia), cumplió 53 años de sacerdocio y en el mosaico donde aparecen los 16 nuevos sacerdotes en 1960, encabeza la lista. "Siempre es bueno que en este mundo moderno podamos encontrar a un hombre ejemplar como Selique, tanto así que en nuestro mosaico aparece de primero, porque nosotros así lo quisimos", expresa Escobar.
Fue en 1978 que monseñor Luis Enrique llegó a Salamina como párroco. Allí le tocó tomar el mando luego de que monseñor Carlos Isaza Mejía se retiró de sus funciones parroquiales. "Fue una etapa difícil porque monseñor Carlos fue párroco durante 38 años, además era una figura muy destacada y más en el campo de la educación. A mí me tocó otra época y la parroquia ya no podía sostener los dos colegios y para completar me tocaron los problemas estructurales del templo La Inmaculada y la casa cural", reconoce Hoyos
Primero fue el desplome de la casa cural y luego el cambio del techo del templo de la Inmaculada, todo era un maderamen y se notaban las grietas y los desperfectos. Por fortuna la comunidad salamineña colaboró para que se hicieran las obras que bajo la orientación de él fueron un éxito.
En los 20 años que estuvo en el municipio del norte de Caldas, el padre Luis Enrique se ganó el cariño y apoyo de los feligreses. De aquella época quedó la Feria parroquial del 8 de diciembre, día de la Inmaculada Concepción, cuando finqueros y familias salamineñas venden productos agrícolas y animales para apoyar las obras parroquiales.
Luego de ese tiempo monseñor hoyos asumió la dirección de la Vicaría General de la Arquidiócesis, tiempo que interrumpió para regresar a la parroquia de Salamina, por unos meses. "Pensaba que iba a estar varios años, pero cuando monseñor Gonzalo Restrepo Restrepo fue nombrado arzobispo me invitó a continuar con la Vicaría general".
Recorriendo los jardines del Seminario monseñor Luis Enrique dice que su llegada a la rectoría aún no la comprende muy bien. "Después de 12 años en la Vicaría General de la Arquidiócesis, donde estuve auxiliando al señor arzobispo en esto del gobierno de la pastoral de la Arquidiócesis, no se entiende cómo estos caminos del Señor me pusieron aquí".
Agrega que aunque el arzobispo pensó en varios candidatos, al fin se decidió por él, solicitud a la que Selique no se podía negar, porque si hay otra cualidad que lo adorna es la obediencia, como bien lo dijo su compañero José Pablo Escobar.
Por eso el padre Luis Enrique dice con sutil humildad que su afán es servir y que es una obediencia que acata con gusto. "Cuando pensaba en un retiro de esas responsabilidades mayores, el arzobispo me ofrece la rectoría del Seminario Mayor y cómo no aceptar, aquí me siento muy bien".
Agrega que con mucho gusto lo aceptó y resalta que este nuevo encargo lo ha rejuvenecido. "Venir al Seminario con estos jóvenes en preparación al sacerdocio, el ambiente mismo que se vive aquí, de verdad que estimula muchísimo para prestar este servicio de la mejor manera", concluye el sacerdote.
La instituciones vocacional tiene este año 75 seminaristas en total, de ellos 4 son profesionales que están vinculados a universidades.
El tiempo de estudio incluye: un año introductorio, 3 de filosofía, 4 de teología, uno de diaconado y otro de pastoral.
Según los explica el nuevo rector, es un discernimiento que deben hacer los seminaristas a lo largo de toda la carrera, "no todos los que llegan terminan y, aunque vienen con su inquietud vocacional, es lógico que en 10 años haya una escogencia según el compromiso y la formación integral (espiritual, comunitaria, pastoral, académica) que se conjuga para que quienes van a ser investidos del sacerdocio sean un testimonio vivo de Cristo y de servicio a la comunidad".
* Hay un filtro en esos 10 años de formación
Sí, porque la formación misma va marcando quién puede continuar o quién no es idóneo, más ahora con las nuevas normas de la Iglesia que son mas exigentes en la selección misma.
* ¿Desde qué edad los reciben?
Llegan de 17 años y los profesionales los recibimos hasta los 35 años.
* ¿Cómo ha influido el papa Francisco en la formación de los seminaristas?
Es impactante, ese carisma y esa manera de relacionarse está aportando renovación a la Iglesia, vitalidad y exigencia para predicar. De verdad que conmueve y es un estímulo muy grande.
* ¿Se mantiene ese interés de ir a buscar a los fieles del que tanto hablaba Juan Pablo II y ahora Francisco?
A la santidad estamos llamados todos los bautizados, y mayormente los sacerdotes que nos comprometemos en esa identidad con el Señor. Y sí, hay urgencia en estos tiempos porque se vive una descristianización por el secularismo. Ya no nos podemos quedar encerrados, ahora nos toca ir a buscar las ovejas, esa es la evangelización.
* ¿Cómo imprimir el sello social a la Iglesia, del que tanto habla el papa?
Poner en ejercicio la caridad por el servicio, por aplicar la misericordia, porque el evangelio debe trasformar los corazones y los ambientes. Debe ser como la expresión de ese amor al prójimo que se sensibiliza y manifesta en las obras. El llamado es a la fraternidad que implica solidaridad, ese aspecto social para transformar los ambientes y la realidad, en especial el trabajo con los pobres no solo carentes de lo material, sino aquellos con pobreza espiritual, que pierden los valores y el dominio de las esclavitudes.
Nació en Caramanta (Antioquia) el 25 de octubre de 1934.
Estudios: Seminario Mayor de Manizales.
Ordenación sacerdotal: 27 de noviembre de 1960.
Prelado de honor: en 1985 recibió la designación de prelado de honor de Su Santidad Juan Pablo II, título pontificio que le da la categoría de monseñor.
Trayectoria: 20 años como párroco de La Inmaculada en Salamina, tres en la parroquia Nuestra Señora de Las Victorias en Santa Rosa de Cabal (Risaralda) y 12 como Vicario General de la Arquidiócesis de Manizales.
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