
La calidez de su gente y su espíritu de trabajo, este último reflejado principalmente en las minas, resaltan en la población. Se ha convertido en centro de disturbios con explosiones, muertos y heridos por paros.
Óscar Veiman Mejía
LA PATRIA | Manizales
Irra es varios pueblos a la vez. Es el que a vuelo de pájaro ven los miles de viajeros, en la vía Manizales-Medellín, con sus casetas coloridas que ofrecen colaciones y piononos, de Supía, y arequipe, rosquillas y panderitos, de Andalucía (Valle). Es también, a orillas del río Cauca, el hermano mayor y el centro comercial de veredas caldenses como Tapias, El Bosque, Juntas y El 41. Sin embargo, son dos irras fundamentales: la Irra feliz y la Irra de desgracias.
El calor, del sol y el humano, es lo primero que resalta entre la gente de esta población, de 28 grados promedio y de cinco mil 500 habitantes. En su mayoría, se ganan la vida arrebatando con bateas el oro que baja por el Cauca o arrancándolo con picas en las profundidades de la tierra.
Este Irra es el mismo que ha estado en los titulares nacionales de los últimos meses por ser epicentro de paros nacionales. RCN: "Habitantes exigen respeto en medio de protestas por paro", Blu Radio: "Declaran toque de queda". Caracol: "Paso restringido por paro minero". LA PATRIA: "Quema de bus puso la tensión"...
Irra abandonó Caldas en 1967 para quedarse en otro departamento, en Risaralda, cuando este se separó. Tapias es una vereda caldense, de Neira, y de Irra la separa el puente, construido en los años 50. "Es como si fuéramos uno mismo", dice Álvaro, líder comunitario de Tapias, quien el 4 de noviembre llevará la selección Irra-Tapias a un intercambio de fútbol en Aguadas.
Luis tiene nueve años y vive en Tapias: "Me gusta Irra porque allá estudio y juego fútbol". Este Irra, de profundos contrastes, sigue siendo un amigo del alma para los caldenses.
Ubicación

La cara alegre
Una cara alegre se descubre al cruzar un pasadizo entre dos casetas. En una cancha de fútbol en pasto, que en gran parte es el patio de una docena de casas construidas en esterilla, entrenan los niños de la selección Infantil.
En este campo comparten Arcángel León Estrada y Juan Felipe Cifuentes con otros pequeños. "Lo que más nos gusta es jugar fútbol y nadar en las piscinas de Brisas del Río", coinciden. También comparten sueños: "Queremos parques con canchas de microfútbol, en el Santander no nos dejan jugar porque con el balón le pegamos a los mayores".

Fotos | Martha Elena Monroy | LA PATRIA
Niños de la selección Infantil de Irra.
La líder comunal Dora Romero agrega otras bondades de su pueblo: "Tenemos un clima agradable y los que vienen se amañan. Hay que resaltar la solidaridad de nuestra gente".
Ella tiene ejemplos: al cementerio y a los árboles del centro de salud les hacen mantenimiento con labor comunitaria. "Si en la calle hay basura o escombros, se reúne un grupo con palas y carretas para levantarlos. Lo mismo si a alguien se le daña o cae la casa".
Dora, además de otros líderes, resalta el espíritu trabajador. Para la muestra, un botón, Róbinson Valencia. Ha sido minero, de socavón y de barequeo; fue recolector de basuras; cogió café y frutas y abonó y desyerbó en fincas. Hoy es bombero.
"Aquí trabajamos a la par hombres y mujeres, en minas o en lo que sea. Uno tiene que rebuscarse porque en todos los pueblos hay desempleo. Hay que trabajar en varias cosas, pues el oro es una aventura, hoy encuentra y mañana no", comenta.
La fiebre por el metal amarillo parece eterna y por eso unas dos mil personas entre Irra y La Pintada buscan como topos su sustento. Su llegada y salida sacuden la dinámica del pequeño puerto risaraldense.

Robinson es bombero, ha sido minero y trabajador en fincas.
El comercio es otra opción, inclusive para quienes llegan de lejos. Carlos Valencia se vino hace nueve años de Planeta Rica (Córdoba) y hoy con su esposa vende confitería en un kiosco. "A veces la carretera es sola y pocos los clientes, lo mejor es el fin de semana y los puentes. Por aquí pasa todo el mundo".
Paradójicamente en los momentos de mayor tensión, como en los paros nacionales, suben las ventas. Emperatriz Ramos, del restaurante La Casona, expresa: "hay mucho trabajo porque llegan más personas al pueblo".

Carlos Valencia, vendedor en los tradicionales puestos de dulce.
La memoria de Irra se encuentra en la calle principal, justo en una casa que antes fue colegio, corregiduría y cárcel. Allí vive José Euclides Gaspar.
"Vea como ha crecido nuestro pueblito. Por allá en 1912 apenas eran tres chozas, de guadua y paja. Después Armando García, dueño de estas tierras, vendió parte y la otra fue invadida".
El Irra de hoy, en plena carretera Panamericana, es paso obligado en la comunicación del suroccidente y norte de Colombia. Por eso, su gran fortaleza es la vía, mientras centenares de pueblos en el país sufren por carreteras en mal estado.
"Nuestro comercio es con Supía, que está a 20 minutos, y con Manizales, a 1 hora, por una vía pavimentada, rápida y en buen estado", dice José Euclides.
Existe un proyecto para construir un nuevo puente, que reemplazaría al actual, lo que podría aislar al alegre y colorido Irra. Entre tanto, el corregimiento, en el límite Caldas-Risaralda, sigue encantando con sus dulces, sus niños, su fuerza trabajadora, sus sueños y su brillo bajo el sol, en la orilla del río Cauca.

Tránsito de vehículos, la constante en Irra por ser paso nacional.
El lado oscuro
La historia de dolor para Irra, fuera de la época de la violencia partidista (años 40, 50 y 60) se remonta a los últimos 15 años. "No sé qué pasó, pero como dicen por ahí, nos la velaron", señala Gonzaga Trejos, coordinador del Instituto Integrado.
Y es que en un repaso a los acontecimientos, solo mirando este periodo, se da cuenta de presencia guerrillera, por ejemplo. A falta de uno, había tres grupos apostados en el cañón del Cauca, donde se separan las cordilleras Central y Occidental. Estaban el frente 47 de las Farc, el ELN y el EPL.
Dicen que eran fuerzas externas de otros departamentos en busca de extorsionar, secuestrar y asesinar, en busca de robarse la paz así fuera en pequeños poblados.
Luego llegaron los paramilitares. "Que mataron al carnicero, que mataron a un comerciante, que mataron a un marihuanero", se oía por las pequeñas calles del pueblo. Los hechos ratificaban que seguían extorsión, secuestro, asesinatos.

Guerrilla y paras también impactaron en la vida de Irra.
Como si fuera poco, la naturaleza se ensañaba con la población. La muerte madrugó el 21 de noviembre del 2001 y de un tajo se llevó a 51 humildes mineros.
"Esa mañana yo iba en bicicleta a trabajar a la mina El Pescador en la vereda La Amapola. No llegué temprano porque la carrilera estaba empantanada. En el camino me encontré a gente gritando y llorando. Me fui a rescatar vivos y muertos, que estaban atrapados en la mina", recuerda el bombero Róbinson.
Otra desgracia para Irra, irónicamente, es por cuenta de su buena ubicación, en el cruce de vías Manizales-Medellín, Pereira-Cali. Eso lo ha hecho un blanco de protestas.

Dolor por la tragedia en la mina El Pescador, en noviembre del 2001.
El multitudinario paro cafetero de 1995 trajo los primeros cierres. "No eran como ahora, era más concertados y menos drásticos", recuerdan. En la década pasada las concentraciones de manifestantes han sido en seguidilla.
Indígenas, mineros, cafeteros, transportadores al primer llamado de paro no dudan en escoger su punto de operaciones en Irra o sitios cercanos como El Callao, El Palo o La Felisa.
En el 2012 y el 2013 las cosas han pasado a mayores. Pancartas, choques manifestantes-Fuerza Pública, papas bomba, heridos han alimentado esta cadena de protestas sociales y de horror.
"Increíble como eso repercute en la población. En el colegio ya ve uno niños jugando al minero y al policía. Uno de apenas dos años decía que quería jugar a los papa-bomba que porque eso explota muy bueno", comenta el coordinador.
El 21 de agosto pasado la marcha pacífica de mineros derivó en disturbios, que dejaron 10 heridos entre manifestantes y policías. Ese día se ordenó toque de queda indefinido. La población quedó bajo la soledad, de 7:00 de la noche a 5:00 de la mañana. "Somos pequeños mineros y vivimos de la minería, por eso la defendemos como sea", dijo un adolescente de 14 años.
Hace 10 días con la minga nacional indígena bloquearon el paso nacional y la entrada a Quinchía, además quemaron un bus. "Ya cualquier cosa mala que pasa en la región, así no sea en Irra, la relacionan con el corregimiento", advierte el líder comunal.

Bloqueos, disturbios, vehículos quemados dejan manifestaciones en Irra.
Para completar, la naturaleza, en plena minga indígena, se dejó venir con un vendaval. "Ya sabemos que después de agosto siempre ocurre uno, lo que pasa es que este fue más fuerte".
El fenómeno levantó techos y acabó con la cubierta del colegio, por eso los estudiantes se quedaron sin clases.

El vendaval se llevó techos y la cubierta del colegio.
El Irra de desgracias, como centenares de pueblos, arrastra el flagelo de la drogadicción. "Por aquí a veces dicen que hay más 'ollas' que consumidores", manifiestan en voz baja. Otra voz comenta: "los jóvenes se hieren entre ellos, además hay mucha prostitución".
La líder comunal Dora Romero señala: "no hay parques infantiles, ni casa de la cultura, es decir, faltan espacios. También hay gente muy pobre con casas en malas condiciones o en zonas de riesgo".
La alegre Irra celebra los fines de semana en sus cinco discotecas, pero los ánimos se suelen caldear y se convierten en riñas. "Hay una cultura del desorden", reconoce el corregidor Jesús Vélez.
Los pobladores consideran que Irra tan frágil, por su ubicación y ser un puerto, debería tener un trato especial. No hay una ambulancia o un carro adecuado en bomberos para rescate. El vehículo es modelo 94, está averiado y a veces a los pacientes les quedan colgando los pies cuando son trasladados.
El hospital es pequeño, faltan fuentes de empleo, el alcantarillado tiene 30 años y hay escasos sitios de recreación.
"Es más, Risaralda y Caldas nos deberían ayudar, pues a sus veredas les ofrecemos servicios y los atendemos en emergencias", concluyen el corregidor Vélez y el comandante de Bomberos Carlos Arturo Morales.
Anuncios
La empresa de Aguas y Aseo de Risaralda tiene como objetivo invertir $30 mil millones en mejoramiento de potabilización entre poblaciones del departamento. El proyecto incluye a los corregimientos de Irra, Naranjal y Batero en Quinchía.
El gobernador de Risaralda, Carlos Alberto Botero, confirmó recursos por $2.330 millones para la construcción del sistema de acueducto y alcantarillado en el corregimiento de Irra.
Hasta hace dos meses la estación de Policía de Irra estaba adscrita a la de Caldas, ante la cercanía de Manizales. "la respuesta no era la mejor, teníamos cuatro o cinco policías acá. Ahora pasamos al Departamento de Policía de Risaralda y contaremos con 12 agentes, así vamos a mejorar la seguridad", dice el corregidor Jesús Vélez.
En relación con el hospital, el corregidor también anuncia obras para tener una planta de dos niveles.
En Irra esperan mejorar la conexión con la cabecera municipal que es Quinchía. La Corregiduría anuncia que hay recursos para pavimentar dos kilómetros de la actual carretera destapada.
El uso de este sitio web implica la aceptación de los Términos y Condiciones y Políticas de privacidad de LA PATRIA S.A.
Todos los Derechos Reservados D.R.A. Prohibida su reproducción total o parcial, así como su traducción a cualquier idioma sin la autorización escrita de su titular. Reproduction in whole or in part, or translation without written permission is prohibited. All rights reserved 2015