Fredy Moreno y Alfonso Ospina
COLPRENSA | LA PATRIA | BOGOTÁ
Optimista sobre las próximas noticias. Así se declaró Bo Mathiasen, representante en Colombia de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (Unodc), al anticipar que en unas seis semanas esa agencia y el Gobierno colombiano darán a conocer el informe anual sobre los sembradíos de coca en el país.
Sin embargo, advirtió que las drogas sintéticas constituyen ahora el desafío más grande para todos los países, por lo que se realizará una encuesta sobre consumo de drogas ilícitas que, según dijo, no solo permitirá saber lo que pasa en ese campo, sino que dará elementos al Gobierno para tomar medidas estratégicas. Los resultados se conocerán en septiembre.
Mathiasen, un danés gentil, vivaz y reflexivo que ejerce su cargo desde septiembre de 2012, dialogó con Colprensa en su despacho, situado en el séptimo piso del edificio que lleva un nombre que es hoy símbolo de la lucha contra el narcotráfico y la corrupción: Rodrigo Lara Bonilla.
- ¿En cuántos países está Unodc?
Más o menos en 40. Intentamos estar donde estratégicamente podemos tener alianzas importantes, no solamente con el Gobierno; también, en contextos donde realmente podemos hacer una diferencia. Nuestra presencia también depende mucho de la situación: si mejora, es claro que es menos necesaria, y al mismo tiempo estamos abriendo oficinas en países donde no había un problema, pero hoy en día lo tienen.
- ¿Cómo ve a Colombia?
Ha avanzado mucho en los últimos 10 o 20 años. La tasa de homicidios y el área de cultivos ilícitos han disminuido; el Gobierno ha fortalecido la presencia del Estado en zonas donde había problemas muy grandes. Todavía hay otros desafíos, claro, pero si antes había una amenaza al Estado democrático por el crimen organizado y guerrillas, hoy día no es el caso.
- Esta agencia ha desarrollado el Sistema Integrado de Monitoreo de Cultivos Ilícitos (SIMCI). ¿A estas alturas de 2013 hay datos o informaciones actualizadas?
El SIMCI se creó para tener una fotografía, un análisis más completo sobre el problema de cultivos ilícitos en Colombia. Monitoreamos solamente la coca. Cuando se empezó este proceso hace 10 años se hizo en estrecha alianza con el Gobierno: producimos los números, el Gobierno confía plenamente en este proceso, que es muy transparente, altamente académico y científico. Los números del año pasado indicaron una estabilidad. Había un pequeño incremento en el área cultivada, pero eran 64 mil hectáreas de coca. Este año estamos todavía terminando. Lanzaremos los números más o menos en seis semanas. Soy optimista.
- ¿Cuál es el grado de exactitud y cómo se alcanzan los datos que después conoce el país?
Utilizamos imágenes satelitales. Cuando hay dificultad para ello, como en Nariño y la parte del Pacífico, porque hay una cobertura de nubes casi permanente, usamos aviones. Sobrevolamos, filmamos y fotografiamos esta zona. Además, tenemos, dependiendo de la época del año, entre 50 y 100 monitores que viajan por todo el país, muchas veces en mula o a caballo; y en zonas muy remotas, con GPS. Con sus mediciones en terreno verificamos certificamos lo que vemos. Con estas imágenes hacemos una diferenciación de colores. Cada planta tiene su codificación de color y por eso podemos decir con exactitud si es coca o no.
- Qué opina de teorías que apuntan a que para combatir el narcotráfico está siendo más efectivo atacar eslabones de la cadena como la producción y la comercialización, antes que la fumigación o la erradicación...
Debe existir un paquete de intervenciones. La fumigación ocurre en zonas donde el Estado no tiene acceso físico: donde hay guerrilla o Bacrim, simplemente porque no pueden entrar sin entrar en conflicto directo. En estas zonas se utiliza la fumigación aérea. Donde el Estado accede se utiliza la erradicación manual, que es más eficaz porque con la fumigación no necesariamente muere la planta. Una tercera modalidad es la erradicación voluntaria, en combinación con el ofrecimiento de alternativas para que los cocaleros sean campesinos que vivan con una cultura de la justicia y de la legalidad. Digo actividad económica porque a veces no es solo agricultura; puede ser ecoturismo, piscicultura, artesanías, dependiendo de la población y las circunstancias.
- Se ha invertido mucho dinero contra cultivos ilícitos y narcotráfico, y se han logrado avances; de pronto aparece un delito nuevo como la minería ilegal, que no se sabe cómo controlarlo. Parece una cadena difícil de romper...
Es un desafío complejo, pero la minería ilegal es fácil de identificar; no es móvil como el narcotráfico. Hay que identificar las zonas y tomar medidas para controlar o cerrar estas minas, o que el Gobierno controle para evitar los daños ecológicos y garantizar que el oro u otros metales también beneficien al Estado.
- Se ha empezado a alertar sobre el cambio en Colombia a una sociedad más consumidora de drogas ilícitas. Una cantidad importante de cocaína que antes se exportaba se está quedando en las calles del país. ¿Esa también es una certeza para ustedes?
Estamos preparando, junto con el Gobierno, una encuesta de hogares en Colombia sobre consumo. Tendremos los datos listos más o menos en septiembre. Será una investigación muy amplia que dará una fotografía sobre el consumo. No me gustaría adelantar conclusiones, pero es claro que la preocupación de la opinión pública es que hay un incremento del consumo. Esta encuesta es muy importante para saber lo que pasa y para que el Gobierno tome medidas estratégicas.
- ¿Cuál es la dimensión del problema de las drogas sintéticas?
Es el desafío más grande tal vez que tenemos adelante todos los países. Es mucho más complejo porque no tenemos cultivos que podamos monitorear, no tenemos los laboratorios en la selva, pero sí en los apartamentos. Se pueden hacer anfetaminas o metanfetaminas en un espacio pequeño, con dos o tres personas no más. Ellos tienen los precursores químicos necesarios para hacer esas drogas sintéticas. Van a poder producir de una manera asimétrica. Es mucho más difícil para las fuerzas públicas identificar y desarticular.
Sobre la trata
- Unodc acaba de firmar un convenio con el Gobierno para combatir la trata de personas en departamentos y municipios, y estará en Medellín, Cali, Cartagena, Pereira y Bogotá...
Nuestros datos indican que esas son las ciudades que tienen más casos, y la idea es fortalecer allí la respuesta del Estado.
- ¿Con los datos que permitieron establecer que esas ciudades son las más vulnerables también se podrían trazar rutas de trata de personas en el país?
La verdad, los casos no son tantos. Es un delito poco notificado todavía. Estamos viendo una concientización de la sociedad colombiana en todos los niveles: gubernamental, regional, y entre las personas. Esto es importante para que las personas reporten, cuando tengan sospechas, ante las autoridades. Existe la posibilidad de que haya otras ciudades con un problema grande, pero todavía no sabemos. Es lo que haremos durante los próximos años: tener un sistema más completo de datos para dimensionar el problema.
- ¿Cómo influyen la tecnología y las nuevas formas de comunicación en la creación de nuevos delitos?
La globalización ha traído muchos beneficios, pero abrimos mucho nuestras puertas y bajamos también, sin querer, el nivel de control. Esto pone un desafío para la comunidad internacional: cómo continuar viviendo con estos beneficios, pero también cómo creamos mecanismos adecuados, sin impedir la globalización, para controlar o disminuir los delitos internacionales que utilizan de una manera muy ágil la globalización.
El caso de Brasil
Bo Mathiasen, representante en Colombia de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito, explica que la demanda de drogas ilícitas ha aumentado, sobre todo, en Brasil: "Tiene un problema enorme de cocaína. Hay unos cambios en la dinámica de consumo: no está creciendo en Europa y está disminuyendo en Estados Unidos. Hay otro mercado que está reemplazando esta baja en la demanda y en el futuro es posible que veamos un crecimiento en la demanda por cocaína en el mercado chino".
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