LAURA SÁNCHEZ
LA PATRIA | MANIZALES
Hwang Ji Eun y Jeon Ji Eun, o Tita y Viviana, son dos coreanas que trabajan en Manizales como voluntarias de Koica. Separados por el océano Pacífico, a 14 horas y con tradiciones diferentes, Colombia y Corea del Sur se acercan a través de ONG internacionales como Koica, que propicia la llegada de profesionales de ese país para trabajar por las poblaciones vulnerables de países en vía de desarrollo.
Ellas son ejemplo de determinación y compromiso. Quienes desde la lejanía de Corea del Sur hasta las montañas del paisaje cafetero, viven en la Ciudad de los atardeceres, y no la quieran dejar.
Toda una colombiana
"El café colombiano es muy famoso en Corea", arranca la conversación Tita, como la llaman sus estudiantes del Sena.
Con apenas un año viviendo en el país, su español es claro, breve y gracioso, su marca personal está en cada palabra como cuando se saborea con solo mencionar la bandeja paisa, su comida favorita.
A sus 25 años ya ha estudiado peluquería y diseño de modas, trabajó en diferentes lugares de la ciudad coreana de Munkyeng. Luego conoció la convocatoria de Koica y se postuló. Presentó entrevistas y documentación y a los cuatro meses inició clases de español y francés con la organización.
El aprendizaje duró un mes hasta que viajó a Colombia, donde por dos meses más estudió español.
"Mis padres tenían susto porque Colombia está muy lejos de Corea, otro país muy difícil para vivir", dice Tita. Su presente sentada en el café Juan Valdez del sector de El Cable confirma que los percances fueron superados y que tiene libertad de elegir su destino.
Jocosamente dicen que sus padres la han olvidado, porque con la diferencia horaria es difícil la comunicación por teléfono, en cambio chatean por redes sociales.
Trabaja como voluntaria en el Servicio Nacional de Aprendizaje (Sena) en Manizales. Allí dicta clases de maquillaje a dos grupos de unas 20 personas. "La primera vez fue difícil porque no hablaba bien español y me dije: ¿Qué hice?". Sus estudiantes le ayudaron y fueron quienes la bautizaron a la colombiana como Tita.
"Les enseñaba diciendo "mirá" y luego estaba maquillando, mientras decía "ustedes practiquen". Ella escribía mucho palabras para explicar mejor y las leía en clase. Cuando llegaba, ellos empezaban a preguntar de lo explicado y no tenía respuestas. Entonces para el siguiente día ya había escrito las respuestas en papeles.
Trabaja por los niños
Su profesora de español en Corea la llamó Viviana, su nombre real: Jean Ji Eun. Pasó cuatro años estudiando para enseñar a infantes, se especializó en el tratamiento de niños con Síndrome de Down y trabajó siete años en jardines de Seúl (Capital de Corea del sur).
Ingresó a Koica porque mientras navegaba por internet vio un anuncio de la ONG que ofrecía puestos para el voluntariado, le llamó mucho la atención, pero no pudo postularse hasta obtener un título profesional.
Viviana está sentada al lado de Tita. Ella no habla muy bien español por eso le pide a Tita que le ayude a expresarse.
Lleva cinco meses en Colombia, tres de ellos en Manizales en donde trabaja como profesora del Hogar Infantil El Carmen, del barrio El Carmen.
A los niños de Colombia les gusta mucho bailar y divertirse, dice, pero lamenta que su mayor impacto lo haya generado la ausencia de los padres en las familias del país. "Es muy triste, ellos no saben mucho de la vida,mientras las mamás la pasan trabajando".
Tita y Viviana no quieren dejar Manizales porque: " Manizales parece otoño", "porque aquí la gente es muy alegre", "por la comida", "porque el trabajo es más cómodo", por el clima y amabilidad.
Peripecias
Un día, Tita abordó un bus para ir al Sena en Maltería, terminando la ruta, el conductor le dijo que se había equivocado y le ayudó a buscar otro bus diciendo: "pobrecita la china que está perdida, no sabe nada".
Viviana ríe por la chanza de Tita, e imita a los niños diciendo "china cochina", o que cuando caminaba por una calle de El Carmen, unos jóvenes le dijeron "arigato", idioma usado en Japón, confundiéndola con una japonesa.
Manizales, al parecer, es una buena ciudad para subir de peso. Tita ha aumentado seis kilos y Viviana ocho kilos en tres meses. Dicen que la gastronomía colombiana impide decir que no a cada bocado de ajiaco, chuleta de cerdo, arepas o empanadas.
El uso de este sitio web implica la aceptación de los Términos y Condiciones y Políticas de privacidad de LA PATRIA S.A.
Todos los Derechos Reservados D.R.A. Prohibida su reproducción total o parcial, así como su traducción a cualquier idioma sin la autorización escrita de su titular. Reproduction in whole or in part, or translation without written permission is prohibited. All rights reserved 2015