
…y dicen que las mujeres son las chismosas. El café La Cigarra, que después de las 6:00 de la tarde deja de serlo para convertirse en un bar, anda de boca en boca. Desde hace un par de meses corre el run-run de que será cerrado.
El motivo, ¡muchos!, pero ninguno que se pueda confirmar hasta el momento.
El tertuliadero, el opinómetro, el chismosiadero del pueblo, la oficina, son los calificativos que les dan los mismos señores al tradicional café, ubicado sobre la carrera 23 y a menos de media cuadra de la Catedral Basílica de Manizales.
Las por lo menos 38 mesas metálicas del negocio, cada una con cuatro sillas del mismo material y asientos en cuerina son testigos mudos de las historias sobre el futuro de este histórico lugar.
Desde las 8:00 de la mañana empieza a recibir clientes, algunos que permanecen allí por horas. También hacen presencia funcionarios públicos que se pegan la escapadita de sus despachos cercanos para tomar tinto, "aroma" o lechita. "Estamos muy ocupados, qué pena", dijeron algunos el pasado viernes cuando se les iba a abordar.
"Cierto, que lo cierran. El edificio lo negociaron, lo compró el dueño del almacén Tierra Santa. Ese es el comentario. El local lo van a convertir en un una miscelánea, como está todo el país", sostuvo el pasado viernes el historiador Darío Betancur, que en compañía de otro amigo, que no quiso que se publicara su nombre, pusieron el tema sobre la mesa.
Reacciones
El presunto cierre de La Cigarra ha dado hasta para una columna del periodista Orlando Cadavid Correa, que en LA PATRIA del pasado 22 de abril escribió en su Contraplano: "Entre El Polo y La Cigarra".
"Motiva esta columna el avance de las negociaciones entre los dueños del café La Cigarra -el tradicional vaticano del chisme manizaleño- y un grupo de comerciantes de Armenia que planea abrir en el amplio local un almacén de ropas para el consumo popular, mudas confeccionadas por diseñadores anónimos que no clasifican para las pasarelas, ni alcanzan a figurar en las revistas dedicadas a la moda.
"La Cigarra fue fundada en 1955 por don Alberto Robledo, jubilado de Bavaria y tío de Juan Gonzalo Robledo, distribuidor de Fabricato. Su actual propietario es don Hernán Roldán.
"Al café de la carrera 23, al pie del ahora remozado y modernizado Palacio de Justicia, se le apareció la Virgen cuando se procedió, en la década de los 70, al cierre y demolición del legendario café El Polo y no prosperaron los esfuerzos para establecer un nuevo Polo en la 23 entre calles 17 y 18, porque la clientela se volvió 'cigarrera' por razones de punto y comodidad".
Incluso a Cadavid Correa le salieron réplicas posteriores a su columna diciéndole que se había quedado corto, y que "era el momento de lanzar una alerta, o al menos expresar inconformidad por la desaparición de un ícono de la ciudad. ¿Cómo es posible la desaparición de un sitio que es patrimonio socio-cultural, parte de la historia de la ciudad, para que tome tan triste destino?", le escribió un lector.
Representación cultural
De nuevo en las mesas de La Cigarra, con el olor permanente a tinto recién hecho, que se riega a lo largo y ancho del local.
En una estantería llena de objetos, al fondo del establecimiento, se ve desde una vitrola hasta discos compactos, botellas de ron y aguardiente al lado de otras con jugos de frutas, documentos doblados, una caja de Alka-Seltzer, un sombrero de cuero.
En los mesones que encierran este espacio se ven pulcramente organizados platos, pocillos, cucharitas, copas y limón en cascos para los clientes que los pidan para acompañar los tintos y las aguas aromáticas. El día transcurre entre estas dos bebidas. En promedio sirven de 400 a 450. "Poco trago, algunas veces se vende, y casi siempre después de las 6:00 de la tarde, igual que la música porque eso es ley aquí, ellos (los clientes) son los que mandan", afirmó Juan Carlos González, administrador del café.
En el suelo, un pequeño altar improvisado con la imagen del Divino Niño, una cruz y estampas de tres santos diferentes que siempre están invocados por la luz de un velón que les dura unos ocho días. El último espacio del lugar es para el lavaplatos y elementos de aseo. En el costado siguiente los sanitarios que por momentos permanecen llenos de hombres de pie, algunos que solo llegan a pegar una "orinadita".
Parece que La Cigarra hasta para eso sirve, está en el Centro, en el corazón de la ciudad, donde pululan todas las actividades y esto le ha permitido sobrevivir en su cincuentenaria vida. Tres mujeres atienden en la mañana, otras tres en el turno de la tarde y noche, y los fines de semana llegan dos más.
"Esto es un café de salón, vienen los pensionados, los profesionales, los políticos a hablar de cosas del país, de la región y de la ciudad. Aquí nombramos gobernadores y alcaldes", dijo en un momento de descanso Gloria Nancy Aristizábal, una de las meseras que con tacones de ocho centímetros de alto camina el café contonenando sus caderas y sirviendo las bebidas.
Quizá ellos sientan respirar en la nuca por el anuncio del cierre, pero siguen con la misma vocación de servicio atendiendo a los clientes que se sienten como en una sala.
Unas 18 lámparas de techo, que algún día brillaron con su dorado color y traspasaron la luz por su base de vidrio, adornan el lugar. También funcionan todavía tres ventiladores de techo, con aspas metálicas que hacen recordar el ambiente de lugares costeros y ribereños.
Completan la decoración, cinco inmensos cuadros, que cubren buena parte de las paredes, más otros con fotos de la Manizales antigua. No faltan los avisos publicitarios, el de Café de Colombia y el de "Por bien de su salud, este espacio está libre de humo, cigarrillo o tabaco". De complemento el periódico LA PATRIA, que pasa de mano en mano entre los clientes. Algunos se quejan porque hay quienes se "adueñan" del diario para leerlo completo.
Incertidumbre
Así es La Cigarra, un sitio para hombres, que también frecuentan algunas mujeres y jóvenes que en los últimos años han hecho "rumbas" nocturnas en el lugar para conservar ese bien cultural que representa.
Sin embargo, el temor sigue rondando por el lugar. Édgar Santa aseguró que lleva 50 años visitando el café. Es pensionado del ISS y reconoce que por haber trabajado en el Centro se le facilitaba ir a tomar el tintico diario y encontrarse con sus amigos. Se "adueñó" de una de las mesas que está en el costado izquierdo, cuando se entra al lugar, eso sí, si no está ocupada.
"Antes era un café muy elegante, la gente se vestía mucho mejor, ponían buena música y los viernes eran culturales. Todos nos conocíamos. Da nostalgia, no sé para cuándo estará programado el cierre, pero han dicho que para fines de junio. Parece que hay una negociación con un señor de un almacén que pondrá una sucursal en este lugar, y que el dueño del café estaba buscando local para trasladarlo, han dicho que al local donde funcionó La Casona, pero ya le cambiaría la esencia".
Otros clientes que no dan sus nombres aseguran que, con la reapertura del Palacio Nacional, La Cigarra se deberá ir, pues la norma no lo permite. No saben de qué disposición hablan, pero sostienen su versión en comentarios.
Una barra de seis amigos que se juntan en este café señaló que será un golpe duro porque cerrarán el chismoseadero del pueblo, el sitio donde se cuadran temas políticos, negocios y decisiones.
Otros de esa barra, más optimistas, dijeron que eso se resuelve escogiendo otro café cercano, pero le responden los primeros que no es lo mismo porque son otros ambientes. A las 8:00 de la mañana se puede pedir un aguardiente, pero que en La Cigarra no se vería bien.
Arturo Jaramillo 'El mellizo' y miembro de este grupo, atinó a decir: "cuando lo cierren, ¿para dónde vamos a coger?", risas...
Juan Carlos, el administrador, sostiene que poco sabe. "La propiedad la vendieron y pidieron el local. La única versión oficial es que esto se acaba, pero no sé decirle cuándo".
Hernando Duque es el inquilino del edificio en donde funciona La Cigarra. Hace tres años alquiló los dos pisos superiores al café, donde antes funcionaron oficinas, en su mayoría de políticos. Son 14 habitaciones que tiene en arrendamiento a igual número de hombres, pues no le alquila a mujeres porque ha tenido "cacharrros" con ellas.
La teoría de Hernando es que hace cuatro meses vendieron la propiedad a un señor llamado Aníbal que vive en Armenia. "Él me dijo que me podía quedar, que solo iba a pintar y a arreglar la fachada. Pero el café como que se tiene que ir por la cercanía con el Palacio de Justicia. Como que aquí van a poner un almacén de telas, pero no sabemos más, no tenemos nada qué ver con eso".
* Carlos Andrés Higuera, director ejecutivo Seccional de Administración Judicial de Manizales, afirmó que por la reapertura del Palacio de Justicia no hay restricción conocida para que el café La Cigarra se tenga que ir.
* La administradora del almacén de ropa Tierra Santa aseguró que el dueño no tiene nada qué ver con el negocio de la propiedad que ocupa el café.
* Dora Trujillo, secretaria del Casino Punto Rojo, afirmó que su jefe, César Alonso Quintero, encargado de La Cigarra, no se encontraba en la ciudad y que se podía consultar a partir de mañana para que entregara alguna declaración.
En septiembre de este año el tradicional café La Cigarra dejó de existir. Sus dueños desocuparon el local, arrendado, y posteriormente lo alquilaron para un almacén de zapatos que aún opera allí.
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