JUAN DAVID CASTAÑO*
LA PATRIA | MANIZALES
Un hombre trota por una vía de Quindío. De pronto advierte una bolsa negra a un lado. La coge, la mete en su maletín para que le haga más carga y sigue su camino. Al llegar a su casa la guarda en lo que en esta región es conocido como el zarzo: espacio entre el cielo raso y el techo. El paquete permanece allí durante tres años. Un día, el hombre que trotaba se encuentra con Fernando Londoño Restrepo. Le habla de la bolsa. Londoño le ofrece una cifra. Negocian. El hombre acepta finalmente 10 mil pesos, y la bolsa cambia de manos.
Cuando la abre, Londoño Restrepo saca a la luz el tesoro: 10 rollos de cine de 16 mm, deteriorados y llenos de polvo. En algunos todavía se aprecia el número 1954. Él intuye que es el año en que se grabaron las imágenes.
Tras un largo trabajo de restauración que incluye la limpieza de las cintas con alcohol y químicos, las pone en uno de sus 17 proyectores de cine de todos los formatos.
Londoño Restrepo hoy tiene 60 años, está casado y es padre de dos hijos. Cuando era niño, su padre lo llevaba por los municipios y corregimientos de Quindío en los que exhibían películas como El gordo y el flaco, o La quimera de oro, de Chaplin, y al mismo tiempo grababan a los espectadores viendo cine. Trabajó en televisión pública y particular, y desde hace 25 años se ha dedicado a conseguir material de video y fotografía sobre Calarcá y luego sobre su departamento. Con él creó el Museo Fotográfico y Visual del Quindío, casa antigua llena de fotos, cámaras de fotografía, video, equipos de sonido y hasta pistolas viejas. En el día coinciden allí escritores, filósofos y políticos que prometen ayudas, ayudas que según Londoño se quedan siempre en promesas.
Las cintas del hombre que trotaba eran filmaciones tomadas por una familia a comienzos de los años 50. Nueve de los 10 rollos contenían imágenes de Quindío. En ellos, Londoño identificó lugares reconocidos de Calarcá como la Plaza de Bolívar y el sector de la Plaza de mercado, donde se desarrollaban los negocios cafeteros o el intercambio de plátano y papa.
En un rollo había sitios que desconocía. Esperaba que algún día alguien identificara esos lugares y los personajes.
Torero
El proyector se encendió, y con él se descubrió el resultado del misterioso video. En este se relata el viaje de tres hombres y tres mujeres a Manizales, capital de Caldas. Los quindianos estuvieron en la Plaza de Bolívar, pasaron por la carrera 22 y el sector conocido como Fundadores, así como por el barrio Chipre, donde hicieron tomas de la vista que hay desde allí al centro de la ciudad, que para 1954 era pequeño.
En la tarde acudieron a la Plaza de Toros, donde celebraron la constitución de un espacio para la reconocida fiesta brava, que empezaba a impregnar el país. El sitio estaba lleno. En un paneo sobre las graderías aparece el público: hombres de saco, corbata y sombrero; mujeres que lucen bellos vestidos.
La toma se convierte, de pronto, en un primer plano: aparece toda una cuadrilla de toreros con trajes de luces, con dos caballos a los lados. Por último sale a la arena un hombre pequeño, sin traje de luces y con el pantalón caído, pero que hace poner a los asistentes de pie.
La imagen devuelve en el tiempo y parece una película del siglo pasado en las que aparecía este personaje. Es Mario Moreno. Es Cantinflas.
LA PATRIA registró la visita del actor, en ese momento torero cómico, como un importante suceso para la ciudad. El hombre arribó al aeropuerto de Santágueda el jueves 4 de febrero de 1954. Dice la nota que lucía un "atuendo sencillo: un pantalón de paño gris y una camisa de color azul". Al bajar del avión fue transportado en un Cadillac modelo 1952 a las residencias Santa Lucía, a tres kilómetros de Manizales, donde se hospedó por tres días.
El viernes estuvo en una finca cercana a Termales El Ruiz, donde le dio el visto bueno a las dos vaquillas que toreó, de la ganadería de Félix Rodríguez. El domingo 7 de febrero fue la gran corrida, que reunió a 14 mil espectadores -entre ellos los protagonistas de esta historia, que grabaron el video-. El periódico, al día siguiente, tituló: "Si Cantinflas es un cómico, Mario Moreno es todo un torero". La historia la escribió el periodista Don Paco y el reportaje gráfico estuvo a cargo del fotógrafo Sarmiento.
El actor y el video
El actor mexicano grabó centenares de cintas en las que interpretó múltiples papeles. Pero fue en los años 50 cuando rodó las películas Cantinflas Torero y Ni sangre ni arena. Las escenas fueron compiladas en sus presentaciones en diferentes países. Quizás una de esas plazas fue la de Manizales, que aparece en la cinta del hombre que trotaba y que ahora atesora Londoño en su museo, esta cinta podría ser una de las únicas pruebas de que Manizales fue escenario de esas películas que recorrieron el mundo.
Stephen Ferry, fotoperiodista norteamericano que también ha recorrido el mundo, comenta que en 1993 cubrió para un medio estadounidense los funerales de Cantinflas, quien durante tres días fue velado por centenares de personas que se acercaron al féretro para ovacionarlo y dejarle una rosa.
El video en manos del calarqueño Fernando Londoño, por el que cobra cerca de 500 mil pesos, prueba entonces, no solo el paso de Cantinflas por Manizales, sino que aquel actor también quiso ser torero y que, afortunadamente, se quedó con la comedia para hacer reír al mundo por un rato.
*Este escrito fue realizado en el taller de Periodismo Cultural dictado del 26 al 31 de agosto en Calarcá (Quindío).
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