Óscar Veiman Mejía
LA PATRIA | Manizales
En la mañana del domingo 11 de febrero del 2018 miles de personas vibraron en Manizales con la llegada de la carrera de ciclismo profesional 2.1 Colombia, Oro y Paz. Ese día terminaron seis jornadas de competencia, después de que el presidente Juan Manuel Santos dio la partida en Palmira (Valle) y la calificó como una señal de que el país estaba cambiando.
Fue el mismo Santos quien explicó lo del oro y paz en el nombre de la prueba, cuyo costo final, de acuerdo con el presupuesto, fue de $6 mil 813 millones 355 mil, de los cuales el Gobierno nacional entregó $2 mil 955 millones, por medio de Coldeportes. La Gobernación de Caldas aportó $180 millones. (ver gráficos y documentos).
“El oro, en el sentido más positivo de la palabra los corazones colombianos, el desempeño colombiano se conjuga con la paz para mostrarse ante el mundo como un gran país”, dijo Santos en la presentación de la carrera el 22 de noviembre del 2017 en la Casa de Nariño.
La Colombia Oro y Paz es categoría 2.1, avalada por la Unión Ciclística Internacional (UCI). Significa que pueden participar los mejores corredores del mundo, de equipos denominados World Tour como Sky, Astana, Movistar, Katusha. Esto no lo puede hacer la tradicional Vuelta a Colombia, pues ni siquiera está inscrita en el calendario de la UCI.
Los calificativos favorables, a lo largo de la llegada de ese domingo en Manizales, estuvieron a la orden del día. Óscar Echeverry, del barrio El Bosque: "Maravilloso". Andrés Vélez, de Las Américas: "Impresionante". Héctor el Pibe Henao, exciclista que representó a Caldas en los años 50: "Histórico".
A ellos se suman voces de expertos, que como veremos más adelante, justifican y destacan este tipo de competencias para mostrar los avances en la pacificación del país.
Otra cosa piensan quienes sufrieron por el conflicto armado y esperan reparación en un país donde solo entre el 12% y el 15% han sido indemnizadas, según la Unidad de Víctimas.
Wilson Ospina, coordinador de la Mesa de Víctimas de Marquetalia: "Esos eventos con el nombre de la paz no significan nada para nosotros. Solo nos tienen en cuenta para justificar la plata que gastan".
Para realizar la competencia, la Fedeciclismo debió recurrir a la ayuda estatal y a la empresa privada. Coldeportes estuvo a cargo del aporte del Gobierno. Es más, recurrió a vigencias futuras (autorización para asumir obligaciones que afecten el presupuesto de años siguientes). Con esta figura consiguió mil 970 millones y vía adición al presupuesto sumó $985 millones. Así aportó los $2 mil 955 millones.
"El Gobierno nacional nos entregó más o menos el 30% de los cerca de $7 mil millones del costo final. El resto fue con las gobernaciones de Caldas, Quindío, Risaralda y Valle del Cauca, y los patrocinios de empresas privadas", explica Agustín Moreno, vicepresidente de la Federación de Ciclismo.
¿En qué se invirtieron los $6.813 millones? La destinación más alta fue
para la logística por $1.914 millones, que a su vez tuvo como su mayor valor el montaje del evento (vallas, torres, pancartas, podio, sonido, pantallas led, pasacalles, tarimas, etc.) con $1.400 millones.
El transporte valió $1.894 millones destacándose $1.176 millones por tiquetes aéreos destinados a los 196 integrantes de los equipos, incluidos corredores y personas del staff.
Otro gasto tuvo que ver con el alojamiento y la alimentación. En total fueron $1.204 millones, de los cuales $655 millones fueron para alojar a 280 personas, entre ciclistas y personal acompañante, durante 13 días. La alimentación, por el mismo tiempo para el mismo número de corredores, fue por $364 millones. El resto fue para organizadores e invitados especiales.
Álvaro Cárdenas, politólogo de la U. de Los Andes, comenta que no es descabellado impulsar vínculos nuevos como la paz con el ciclismo, que ha estado siempre en el imaginario de los colombianos.
Añade: "Puede que la carrera no haya pasado por los territorios que sufrieron el conflicto, pero es una manera de decir que ahora podemos disfrutar de grandes eventos".
Concluye que estas actividades siempre tendrán diversas miradas. Por ejemplo, el Reinado Nacional de Belleza puede ser visto como un certamen de identidad, pero también como distractor de otros fenómenos del país.
Concuerda con Ariel Ávila, politólogo y subdirector de la Fundación Paz y Reconciliación, quien dice que el objetivo era mostrarle a la comunidad internacional que el país está en paz o en proceso de posconflicto.
Ávila advierte que la gente debe ser que no se trató de un acto de reparación colectiva. "Se buscaba mostrar otra cara con el ciclismo, que es un emblema nacional".
Las opiniones cambian cuando se consulta a las víctimas. Albeiro salió desplazado de Pensilvania por el conflicto. "Desde el punto de vista de quienes padecimos la guerra muy poco beneficio le veo a estos eventos, llámese carrera, concierto de música, reinado. Igual seguimos sufriendo por falta de apoyo".
Considera que con algo de plata de la competencia de Oro y Paz o de la carrera de la vía del Renacimiento (competencia anual de ciclismo en el oriente caldense), que seguro las seguirán haciendo, se podrían financiar proyectos productivos para campesinos que buscan reconstruir sus vidas sea en su tierra o lejos de ella.
Manifiesta: "No pedimos que nos regalen plata, pero sí que nos impulsen para ganarnos la comida con el sudor de la frente".
Germán Estrada Mariño es psicólogo egresado de la Universidad Nacional de Colombia. Ha trabajado en la Unidad de Víctimas. Le parece que el Gobierno Santos vendió una imagen más de lo que había hecho, ya que los acuerdos no están implementados y falta camino para reparar a los afectados de la guerra.
Reconoce que la desmovilización de las Farc fue un avance, pero no lo fue todo, pues no entregó un país en paz al estar aún el Eln, por ejemplo. Afirma que eso es cuestionable desde lo ético, psicológico, sociológico y hasta desde el derecho.
Añade que Santos estaba obsesionado con ser reconocido mundialmente como el Nobel de Paz y pasar a la historia por ser el presidente que firmó los acuerdos.
Sobre actividades como la carrera Oro y Paz comenta que si bien tiene un efecto positivo en la imagen, no necesariamente el impacto o bienestar es el esperado para las víctimas, que son de estratos 1, 2 y 3, madres cabeza de familia, campesinos, de zonas marginales y rurales.
"Esas personas necesitan indemnizaciones. Hasta el 2018 solo el 10% de las ocho millones había sido indemnizado o reparado. Cuando escuchamos cifras altas, vemos que es escandaloso que el Gobierno invierta más en la imagen, es decir en publicidad del proceso de paz y en promocionar al país en paz, que en sus mismas víctimas que deberían ser las beneficiarias”.
Le parece que el enfoque del gobierno actual tampoco favorecerá a quienes sufrieron en la guerra. "Es una posición excesivamente bélica la de Duque, cuyos esfuerzos y recursos no están dirigidos a estas personas. Le quiere aumentar 5% a las Fuerzas Armadas".
La socióloga Cristina Palacio conceptúa que cada gobierno en su administración busca poner una marca ideológica, política y social a lo que está haciendo en el momento, que en el caso de Santos era la paz.
Agrega que "la carrera Oro y paz fue acorde con la política del anterior gobierno por lo de los Acuerdos de Paz. Ahora Duque, que es el alfil de Uribe, asegura que no está en contra de la paz, si no de la impunidad".
Los $180 millones aportados por la Gobernación de Caldas a la Colombia, Oro y Paz los justificó en el fortalecimiento de programas del sector deporte, promoción de desarrollo y seguridad y convivencia, mediante apoyo a la Federación Colombiana de Ciclismo.
Las secretarías de Desarrollo Económico, de Deporte y de Gobierno entregaron recursos. La primera argumentó que el evento dinamizaría la economía del departamento y su capital, Manizales, ya que demandaría alojamiento de 600 personas entre ciclistas y acompañantes.
Agregó: "Al igual que la demanda de otros servicios complementarios vinculados a la cadena productiva del turismo como la gastronomía y el comercio".
La dependencia que aportó más fue la de Deportes con $130 millones. Las de Desarrollo Económico y Gobierno completaron con de a $25 millones. La inversión mayor fue por $37 millones 965 mil en bastidores para vallas de 4,10 metros por 1,30 metros.
A la hora de mencionar a quienes padecieron la guerra, la Secretaría de Gobierno sustentó: "Las víctimas del conflicto armado, en el desarrollo de los comités territoriales de justicia transicional solicitan ser visibilizadas en el ámbito territorial, sin ser revictimizadas....".
Además, según Gobierno, estos ciudadanos advierten que cuando el Estado lanza campañas educativas y de formación de sus vivencias, generan una conciencia ciudadana que a su vez impactará en la población civil y de manera clara en las instituciones públicas que buscan orientar recursos hacia la reparación integral de las víctimas.
Otros gastos con los $180 millones de la Administración Departamental tuvieron que ver con transporte por $15 millones 947 mil; pasacalle de cierre de vías, $12 millones, y 600 vallas de separación de tubo de 2 metros por 1,40 con un costo de $7 millones 155 mil.
Yesela San Martín es la coordinadora departamental de víctimas en Caldas. "Que hagan cosas que nos beneficien. Pedimos reparación integral, que los desplazados, por ejemplo, tengan condiciones para reconstruir su vida, que los que quedaron discapacitados vivan de manera digna. Deberían hablar de paz cuando estas situaciones estén subsanadas".
Wilson, de Marquetalia, sugiere más plata en proyectos productivos. "El año pasado llegaron $1.200 millones y se beneficiaron 140 familias con abono, insumos, herramientas. A una persona le dan $40 millones o $50 millones y queda con casita y tierra. Con eso sale adelante".
El secretario de Gobierno de Caldas, Carlos Alberto Piedrahíta, aseguró que en el 2018 invirtieron $3 mil 153 millones en educación, salud, vías, seguridad, cultura, educación para víctimas. Su promesa es aumentar los recursos este año.
Otra competencia con la bandera del posconflicto es la del Renacimiento. Esta se lleva a cabo por una carretera en gran parte sin pavimentar. Pasa por los municipios de Nariño (Antioquia), y Pensilvania, Samaná, Norcasia y La Dorada (Caldas), todos golpeados por la violencia.
Las primeras inversiones en esta competencia anual oscilaron entre $180 millones y $200 millones. Para este año serán $350 millones, de ellos $45 millones para premios. La plata es aportada por la Gobernación de Caldas, la Licorera, Coldeportes, Alcaldía de Samaná e Inficaldas. Se suman cinco empresas privadas.
"Bueno que pase por esta zona que fue tan golpeada, igual para nosotros no tiene significado. Ganan los organizadores y nosotros no", comenta un desplazado.
La segunda edición de la 2.1 este año fue en Antioquia, pero ya con otro nombre Tour Colombia 2.1. El Gobierno de nuevo apoyó la competencia. "Van a ser cuatro años con el Estado como patrocinador principal por intermedio de la Presidencia y de Coldeportes”, aseguró el presidente de Fedeciclismo. La tercera será en Boyacá y Cundinamarca en el 2020.
La Colombia, Oro y Paz, sin duda, hizo historia. La UCI felicitó al país por la organización. "Excelente organización para ser un evento 2.1 que se realiza por primera vez en el país. La seguridad en la ruta fue excepcional y las multitudes eran muy grandes y entusiastas...”.
Egan Bernal quedó campeón y recibió los aplausos. La palabra paz resonó en el nombre de la carrera. La fiesta fue grande, con invitados especiales. Entre tanto las víctimas siguen su propia carrera, pero por las reparaciones.
Foto | Archivo | LA PATRIA
La bandera de Colombia ondeó durante la carrera de seis etapas.
Foto | Cortesía Fedeciclismo | LA PATRIA
En competencia estuvieron los mejores corredores colombianos del momento: Rigoberto Urán, Egan Bernal y Nairo Quintana.
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