LAURA SÁNCHEZ
LA PATRIA | MANIZALES
En una finca de la vereda Campoalegre (Chinchiná), el pequeño caficultor Luis Gonzaga sacó su café a vender y se lo devolvieron. No cumplía con la humedad esperada entre el 10% y el 12%. Se perdieron la cosecha, el trabajo, el tiempo y el dinero.
Luis Gonzaga es el papá de Diego López, profesor de la Facultad de Ciencias e Ingeniería de la Universidad de Manizales. En sus ideas reposó una con el propósito de solucionar los problemas de humedad del café y evitar las pérdidas económicas para pequeños y grandes caficultores.
La innovación, convertida en patente, está en el proceso de secado, para que a caficultores como Luis Gonzaga no les devuelvan el café. Se llama Sistema y método de monitoreo y control del peso y temperatura para un silo parabólico, autónomo, inteligente que funciona con energía solar y fotovoltáica.
Esta es la quinta patente de invención que recibe la Universidad y la tercera de la Facultad de Ciencias e Ingeniería, la segunda otorgada al profesor López.
"En el proceso de secado el campesino puede perder el 10% del valor de sus ingresos. Cuando el grano ya no tiene la cereza entra en secado y ya tiene una humedad propia del 53% y 54% y hay que bajarlo al 10% y 12%. El problema es que el grano se comporta como una esponja", explica el docente.
Pone un ejemplo que se observa en las fincas: el café secado al sol teniendo una temperatura del 40% en un día caluroso. Sin embargo, si en la noche hace frío, vuelve a recoger la humedad y sube 45%. El proceso se repite a diario y el secado del café se puede demorar entre 8 y 15 días.
"En este tiempo de espera el campesino está endeudado y al campesino le toca venderlo mojado, que es sin secarse, y ahí ya pierde el 10% de sus ingresos, pierde competitividad. Es menos dinero y menos inversión", manifiesta.
“La intención a partir de la estandarización es buscar apoyo con proyectos de regalías, cooperativas de caficultores, organizaciones, el mismo Comité de Cafeteros, para que pueda llegar al pequeño productor y ello tenga un impacto en el mejoramiento de su calidad de vida". Diego López.
Diego López es ingeniero industrial, especialista en informática y en instrumentación física, magíster en docencia y doctor en ingeniería informática.
Humedad y pérdidas
Hablar con el profesor Diego es tener que hacerlo, sin duda, con una taza de café para que con el amargo y el dulzor se comprenda sobre el grano y sus propiedades que dependen de la humedad.
Si a un café se le altera su humedad pierde propiedades organolépticas como el sabor, aroma, cuerpo, entre otras. Por eso desde hace 10 años viene pensando con más intensidad en el café desde el Grupo de investigación y Desarrollo en Tecnología de la Información y la Comunicación (GDIT). Primero inventó un DHS (Dispositivo para determinar la humedad del café), una canastilla y un aplicativo para tomar muestras de 200 gramos.
Todos esos años se resumen en una aplicación fácil de usar, de botones grandes, y cálculos precisos para encontrar esa humedad esperada. La aplicación está en calibración y lista para comercializarse como una spinoff (productos vendidos con base científica académica).
"El 94% de los campesinos del país tiene menos de 3 hectáreas y producen cerca del 20% de la producción del café. Es decir, que tiene que vender su mano de obra a su vecino, el latifundista. Esa es la realidad del país. Una situación que genera desplazamientos en las comunidades rurales", analiza el profesor.
Funcionamiento
El sistema tiene un patio parabólico (domo) construido con guadua, denominado así porque el techo tiene forma de parábola (curvo) útil para que estructuras al aire libre puedan tener un ambiente más protegido de las condiciones climáticas externas.
También tiene lámparas que se encienden para aumentar la temperatura cuando esta baja dentro del silo a 20° y que se apagan cuando sube a 35°, un sensor de temperatura que envía la señal a las lámparas para que se apaguen y enciendan permanentemente manteniendo la temperatura requerida.
Las lámparas se alimentan de paneles solares con energía fotovoltáica, que permite el funcionamiento del controlador DHS. Para determinar en tiempo real, la humedad que tiene el grano.
Los silos industriales para el secado del café tienen precios entre los $60 millones y $80 millones, el sistema patentado puede tener un precio cercano a $2 millones, dependiendo de la producción de la finca. Un diseño perfecto para el pequeño caficultor.
"Al comprador no le interesa que el pequeño campesino no determine la temperatura con precisión, porque el vendedor tiene el 10% de pérdida. Es falta de métodos seguros". Diego López.
Formas empíricas
Si un pequeño caficultor no tiene un silo de secado que permita controlar el grano, lo hace de dos formas empíricas que le restan también al producto final. Una: Trillando la muestra en la mano, la soplan y verifican si tiene color o no. Un método que varía dependiendo del momento del día. La otra: Cortar el grano con una navaja y mirar hasta dónde vuela el pedazo que corta, es verificando la dureza, sin confirmar la humedad.
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