ÓSCAR VEIMAN MEJÍA Y LAURA SÁNCHEZ
LA PATRIA | MANIZALES
Humedades, fugas de gas e intermitencia en el servicio de internet exponen el deterioro de las condiciones para habitar las residencias femeninas de la Universidad de Caldas.
Y también sale a flote una lucha por la equidad de género. Laura Jimena Marín, quien vive en la residencia del barrio Fátima, lo explica: “Hace mucho vivimos una desigualdad grande porque están en peligro nuestra salud y seguridad. Estamos haciendo la reconstrucción histórica porque estar aquí ya es una lucha ganada”.
Fotos | Freddy Arango | LA PATRIA
Las humedades son problemas que aquejan a las estudiantes de las residencias.
El camino para solucionar las fugas de gas y humedades empieza en la página web de la Universidad, en la que reportan los daños. “Han venido como tres veces, pero no hacen los arreglos. Tenemos mucha humedad y daños eléctricos. Además, estamos expuestas a la inseguridad, se nos han entrado tres veces a intentar robarnos. Sufrimos de acoso sexual en el sector”.
Explica que hay 52 cupos para estudiantes mujeres, mientras que en las residencias masculinas hay 144 cupos, en los que cada uno tiene su habitación propia. “Nos toca compartir habitación y no podemos pasar de a dos por un pasillo”.
Asunto de género
Daniela Rico, estudiante e integrante del colectivo feminista Malahierba, conoce de cerca las condiciones de las casas. “Nuestras compañeras viven en casas con condiciones precarias. Y que además sean tan pocas las que tienen acceso a este beneficio, nos muestra una desigualdad. No dan la misma calidad de servicio que las masculinas”.
Asegura que el servicio de internet es primordial al igual que la reparación de los daños. “Además de que ponen en riesgo su vida cuando llegan a sus casas. Queremos que les den las mismas oportunidades, son mujeres estudiosas y activistas. Es preocupante que no se dé”.
Juan Camilo Muñoz, representante del Consejo Superior, indica que es problema de género evidente. “El caso es lamentable. Es uno de los múltiples ejemplos de discriminación que hay. Hay edificio de residencias masculinas, mientras que las mujeres están distribuidas en tres casas y que no cuentan con las mejores condiciones para habitarlas. Hemos expuesto estas condiciones en el Consejo Superior, pero siempre han sido soluciones de buena voluntad”.
Las universitarias piden más seguridad en las afueras de sus residencias, como por ejemplo en la de Fátima. También hay otras residencias en Milán, Belén y Los Rosales.
Quejas disciplinarias
El 2 de julio algunas estudiantes de las Residencias Femeninas María Cano protestaron afuera del edificio Gabriel Soto Bayona, de las residencias masculinas.
La estudiante Paola Andrea Cortés expresó que adelantan procesos disciplinarios frente a hechos que violan las medidas sanitarias: “Desde Bienestar Universitario nos dijeron que iban a tomar medidas con nosotras por haber violado los protocolos de bioseguridad, dicen que nos tienen amparadas con bioseguridad, pero es una botella de alcohol”.
La lucha de ellas, según Paola Andrea, no es en contra de los compañeros de residencias masculinas, es en búsqueda de igualdad de condiciones dignas para vivir.
La queja se extendió hasta Twitter, en donde Juan Guillermo Correa, el secretario General de la Universidad, aclaró: “Quizás sea relevante conocer: 1. Los términos de los procesos disciplinarios están suspendidos en la U, razón por la cual no se abren procesos por estos días. 2. El rector no inicia procesos en contra de los estudiantes. La competencia es de los profesores que dirigen programas”.
Paola Andrea teme que cuando se acabe la emergencia sanitaria les sean removidos sus cupos por haber protestado. El representante estudiantil, Juan Camilo Muñoz, apoya con defensa jurídica este proceso.
Responde la Universidad
El rector, Alejandro Ceballos, indica que el internet ya está instalado y lo paga la U. “Las demás situaciones se conversan con los arrendadores para que hagan las reparaciones que corresponden”.
Asegura que la residencia de Fátima es atendida por los servicios generales, sobre las demás casas conversan con los arrendadores. “Ellas tienen conexión a internet. Pagamos las residencias. Tienen subsidios de alimentación si han adquirido el beneficio. Si hay daños se reparan. Las casas no son de la U. (excepto una). Ahora no tenemos los recursos para construir unas residencias”.
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