Óscar Veiman Mejía
LA PATRIA | Manizales
Las siguientes palabras surgen, de manera constante, en la clase con la profesora Olga Lucía Ramírez: Respeto, admiración, autoestima, positivismo, valores, tolerancia, recuperación, ilusión... Ella enseña en Arboleda, corregimiento de Pensilvania, en donde le tocó convivir con la guerrilla, y en donde un lunes la muerte pasó por su lado.
Sus palabras, repetidas desde hace 16 años, borran poco a poco las dejadas por otra mujer, alias Karina, excomandante del frente 47 de las Farc: Ráfagas, explosiones, masacre, terror, éxodo, desesperanza... Ella comandó el 29 de julio del 2000 el ataque que dejó 13 policías muertos, uno desaparecido, y destruidas la iglesia, el puesto de salud y la estación de policía.
Tres civiles, entre ellos la esposa de un policía sobreviviente, perdieron la vida en la toma. Otro murió por bombardeos de la fuerza pública cerca de allí. Olga Lucía es una maestra de la paz hace 16 años. Se puede decir que es una adelantada al decreto del Gobierno Nacional que desde mayo del año pasado les ordenó a los colegios y universidades tener lista la Cátedra de la paz antes del 31 de diciembre del 2015.
La docente llegó a Arboleda en agosto del 2000, un mes después de la toma. Allí encontró una población derrumbada física y moralmente. “Uno tocaba a una persona y saltaba de susto, pensaba que era un guerrillero”, recuerda. “Ese temor ha cambiado un poco, pero aún se siente”, comenta, mientras mira a sus alumnos en un corredor del Colegio Pablo VI.
La clase está punto de comenzar para los 21 estudiantes. La tranquilidad reina en las aulas y afuera del colegio. Justo al frente del centro educativo se vivió una escena de guerra-guerra. “Un policía, escondido en el segundo piso de la casa, mató e hirió con su fusil a varios de los 300 guerrilleros que pasaron por la vía el 29 y 30 de julio. Al final la guerrilla lo descubrió y lo mató”, recuerda.
Son las 7:50 de la mañana. Los estudiantes escuchan el timbre y entran al salón de grado sexto. La profe, como desde el comienzo de año, tiene listas actividades de convivencia, crecimiento personal, positivismo y valores, con las cuales reconstruye la confianza deteriorada por casi 13 años (1995-2008) de presencia subversiva en el oriente caldense.
Ella recurre a la creatividad. “Hasta ahora no tenemos material, solo lo que el Ministerio ha puesto en internet”. En mayo del 2015, cuando se firmó el decreto, la ministra de Educación, Gina Parody, dijo: “Nosotros, como Ministerio, y las secretarías de Educación iniciarán un trabajo constante que incluya un plan de estudios, la capacitación y formacióna docentes, y la adecuación de los espacios que se requieran para tal fin".
Un dibujo con un punto negro en la mitad pone a prueba a sus alumnos. “¿Qué ven?”, les pregunta. “Un punto negro”, responden. Su conclusión: “Siempre vemos lo malo de las cosas. Es algo en lo que se debe trabajar fuertemente”. Por eso, otra dinámica es la telaraña de lana. Cada estudiante le lanza una tira a un compañero y le dice algo que considera debe mejorar.
Luego, el mismo compañero se la devuelve y le resalta una cualidad. La maestra explica la finalidad del ejercicio: “Es común que nos sea difícil decir lo bueno de las personas, pero eso se puede lograr paulatinamente. La persona que una menos piensa, se puede convertir en un gran amigo”.
Desde joven supo que lo suyo era la docencia. Ingresó a la Normal Superior de la Presentación en Pensilvania, su pueblo natal. De día estudiaba para ser educadora,y de noche cursaba contabilidad.
“Uno debe echar flores donde esté”. Eso respondió el fin de semana cuando sus familiares y amigos pusieron el grito en el cielo al escuchar que iba a trabajar a Arboleda. Como profesora solo había efectuado un remplazo por licencia de maternidad. Ahora, se alistaba para ir a un campo de guerra, donde un mes atrás las balas y las explosiones de pipas de gas se llevaron 16 vidas y la tranquilidad de un pueblo de 1.200 habitantes.
Su estrategia se basa en pequeños detalles. Les pide a los estudiantes que saluden a sus seres queridos en la mañana al levantarse. “También que se despidan de beso al salir. Son cosas que poco se acostumbran por aquí, pero enriquecen el afecto”.
El susto de su vida llegó una tarde de lunes, luego de un domingo de discoteca. “Un comandante guerrillero me pidió que bailáramos y le dije que no. Al día siguiente, con arma en mano, me dijo que estaba castigada”. Recuerda que le ordenó pintar el Bolívar del pequeño parque. El busto era de varios colores, y el guerrillero lo quería solo gris. A ella le entregó dos tarros de pintura, uno con gris y otro con blanco.
“Me puso a hacer combinaciones y ningún gris le servía. Después del mediodía le dije que ya estaba cansada, que hiciera lo que quisiera. Por fin, me dijo que me fuera”. En ese momento a Olga Patricia se le enfrió el alma: “Sentía a cada paso que ya me iba a disparar por la espalda”.
Ella se siente confiada de ayudar al colegio y a la comunidad, al fin y al cabo vivieron el conflicto juntos. “Para mí lo más importante es la familia, que se sienta bien con la forma de actuar de sus hijos”.
Su clase trascurre con una ingeniosa manera de atacar los antivalores. Cada estudiante escoge a los alumnos más destacados y les piden autógrafos por ser el más alegre, el más respetuoso, el más responsable, el más solidario, el más cuidadoso con su cuerpo.
En el tablero quedan los nombres de los que más recibieron votos por cada ítem. Yaqueline recibe aplausos por ser la más responsable; Juan Pablo, por solidario; Yuliana y Juan Daniel, por respetuosos...Conflicto, masacre, toma, fusiles, guerrilla van quedando atrás en Arboleda, tierra de labriegos pacíficos por tradición en un rincón del departamento. Paz, convivencia, solidaridad, superación, esperanza llegan directo a los hogares, tras pasar por las aulas en la voz de Olga Patri cia Ramírez, maestra de la paz.
La Ley 1732 y el Decreto 1038 definen la Cátedra de la Paz como una iniciativa para generar ambientes más pacíficos desde las aulas de Colombia.
¿Es obligatoria?
La Ley la establece de obligatorio cumplimiento en todas las instituciones educativas del país. Y según el Decreto 1038, que reglamenta la Ley 1732 de esta cátedra, “todas las instituciones educativas deberán incluir en sus planes de estudio la materia de Cátedra de La Paz antes del 31 de diciembre de 2015”.
¿Cuál es el objetivo?
Fomentar el proceso de apropiación de conocimientos y competencias relacionados con el territorio, la cultura, el contexto económico y social y la memoria histórica, con el propósito de reconstruir el tejido social, promover la prosperidad general y garantizar la efectividad, los principios, derechos y deberes consagrados en la Constitución”.
¿Y en las universidades?
Ya en las universidades, cada institución gozará de plena autonomía para desarrollarla. Todo para promover la cultura de la reconciliación en las diferentes regiones del país.
La Cátedra que se implemente en cada institución educativa está encaminada a generar aprendizajes:
A. Cultura de la paz. Se entiende como el sentido y vivencia de los valores ciudadanos, los Derechos Humanos, el Derecho Internacional Humanitario, la participación democrática, la prevención de la violencia y la resolución pacífica de los conflictos.
B. Educación para la paz. Se entiende como la apropiación de conocimientos y competencias ciudadanas para la convivencia pacífica, la participación democrática, la construcción de equidad, el respeto por la pluralidad, los Derechos Humanos y el Derecho Internacional Humanitario.
C. Desarrollo sostenible. Se entiende como aquel que conduce al crecimiento económico, la elevación de la calidad de la vida y el bienestar social, sin agotar la base de recursos naturales renovables en que se sustenta,
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