LAURA SÁNCHEZ
LA PATRIA | MANIZALES
El aula de la escuela El Silencio fue pisada por última vez por Carol Vanesa Giraldo. También fue su única alumna. Su papá Hermisul dice que con ella la sede ya cumplió su objetivo en esta vereda de Pensilvania.
Durante el 2019 Carol Vanessa recibió clases sola, Julián David su hermano la había acompañado el año anterior hasta que fue promovido a grado décimo y ella siguió su formación hasta finales de noviembre del 2020, en su última clase de grado noveno. En ese momento ya la escuela no era escuela.
“Cuando estaba Julián era como más fácil, los dos solos, pero ahora que no está es aburrido viendo yo sola a la profesora”, decía Carol Vanesa.
El 2020 estuvo ella con la profesora Alba Leticia Ríos, quien vivía en la escuela porque El Silencio parece que se nombrara así para describir la vereda, pero agregándole lejano, pues cualquier maestra debía vivir allí.
De la vía, en el sector Montebello (Pensilvania-Pueblo Nuevo), hasta allí hay dos horas caminando por las empinadas montañas y potreros de la Selva de Florencia. Se pasa por deslizamientos, quebradas y caminos por los que pasan Vanesa, Julián, Doralda y Hermilsun. Nadie más.
La sede El Silencio pertenece a la Institución Educativa Guacas, y su historia ha pasado por tutelas y recursos de reposición, papeles que Hermilsun guarda como un tesoro y su victoria. Las bondades de la distancia y la tranquilidad le jugaron en contra para mantener el plantel abierto y por eso recurrió a dos tutelas con el propósito de reabrirla y que sus dos hijos pudieran estudiar.
Aunque eran los únicos jóvenes en edad escolar para estudiar, él nunca vio un no en sus posibilidades de tenerla en servicio.
“Mi papá luchó por abrir la escuela y tener la primaria. Ahí estudiamos la primaria, cuando eso había más población y más muchachos en la escuela. Mi papá fue Ramón Emilio Giraldo, fundador”.
Herminsul tiene estos nombres grabados: Francisco Giraldo (abuelo) y los vecinos Francisco Arboleda y don Javier Marín. Fueron los fundadores de la escuela que se levantó gracias a una gestión de Alfonso Hoyos Giraldo. Con materiales donados la construyeron sobre un planchón con maderas, cemento y arena que subieron en bestias montaña arriba.
También echa memoria para recordar a doña Amanda Ospina, su profesora. “Los primeros estudiamos hasta quinto y no nos tocó cambiar de profesora. Se fue ella y fue un cambio de profesora cada año”. Sus compañeros eran sus hermanos Rosember y Miriam, y sus vecinos Leonardo, Aleida y Emir, Fernando Giraldo, Dora Nancy, Ferney, Gonzalo. 10 alumnos en los años en los que El Silencio tenía más familias.
Foto | Archivo Alcaldía | LA PATRIA
Esta fotografía hace parte del archivo fotográfico del jefe de Núcleo de Pensilvania. La maestra y los niños de la escuela El Silencio de hace unos 20 años.
Camino de tutelas
Una lucha corre por cuenta de matrícula escolar y la revisión del número de estudiantes por docente en el aula. Su primer cierre fue en el 2017, en la escuela había dos estudiantes, cuando la norma dice que son 22.
Gerardo Gómez, jefe de Núcleo de Pensilvania, narra que Herminsul acudió a la Personería y allá lo apoyaron con la tutela en contra de la Secretaría de Educación de Caldas. El Estado amparó el derecho a la educación de los niños y ordenó a la Secretaría a ubicar un profesor en 48 horas. Fue el 3 de mayo y Gómez tenía en mente a una:
“Propuse a Érika Morales, una normalista superior. Ella se va para cumplir con la tutela. Empezó con quinto y sexto, niño y niña en posprimaria. Allá estuvo un año y luego por temas de salud la trasladaron en el 2018. No podía caminar por las rodillas”. Gerardo Gómez.
En septiembre de ese año la Alcaldía ordenó la evacuación preventiva de la escuela, debido al alto riesgo de deslizamiento y el tránsito de personas por el camino de herradura. Debían esperar un estudio de caracterización de la zona para remoción de masas por ser reserva forestal y tener alto grado de erosión.
La docente no volvería hasta nuevo aviso y Carol Vanesa y Julián David recibirían asesoría y apoyo a distancia. Aquí comenzó la segunda lucha de Herminsul.
“Cuando cerraron la escuela hacía falta estudiar, para entretenerse, aprender un poquito. Era lo que más hacía falta. Estaba aburrida sin saber qué hacer y uno pensando en que podría estar estudiando”. Carol Vanesa.
La semiescolarización (clases algunos días de la semana) y la virtualidad no fueron alternativas. La escuela fue reabierta. Doralba López, mamá de Carol Vanesa y Julián David, describe así lo que vivieron: “Ha sido una lucha horrible porque en dónde íbamos a poner a la familia a estudiar. En Altomira queda muy lejos, además los caminos son malos. La lucha ha sido con esa escuela y con los caminos”.
La escuela y sus maestras formaron hasta grado noveno a sus dos hijos y parece que aquí termina su historia porque la familia adelanta trámites para desocupar los predios y entregarlos a Parques Nacionales. Julián David, de 18 años, no siguió estudiando y Carol Vanesa, de 16, continuará su grado décimo este año en la Normal Superior de La Presentación en Pensilvania. Los pupitres, el salón, el globo terráqueo y las carteleras resisten al tiempo y a la selva.
“La comunidad en El Silencio se va a acabar. No hay niños, ni juventud, por sustracción de materia se cierra la escuela. Es zona de riesgo, de difícil acceso”. Gerardo Gómez.
Fotos | Laura Sánchez | LA PATRIA
Carol Vanesa Giraldo López, última estudiante de la escuela El Silencio.
Aula de la escuela.
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