LAURA SÁNCHEZ
LA PATRIA | MANIZALES
Antes de jubilarse la profesora María Consuelo Ospina sentencia que volverá a una escuela rural, de esas de difícil acceso, porque allí está su alma como educadora.
En sus 27 años de trabajo ha pasado por aulas el campo, en las montañas, algunas rodeadas de guerrilla y paramilitares como las de Samaná. Ahora como coordinadora de primaria de la Institución Educativa San Agustín repasa lo que fueron los años en los que conoció la violencia.
Los primeros pasos de la maestra María Consuelo empiezan por su mamá, pues en ella nació su interés por ser educadora. “Desde niña yo veía que ella enseñaba, mi mamá era aguadeña y enseñó en Samaná por 40 años. Quise ser abogada, pero las condiciones económicas no lo permitieron porque éramos cuatro hijos y ella era madre y padre”, comenta.
Lo más cercano que encontró fue la Licenciatura en Ciencias Sociales y se graduó para comenzar como docente en la vereda La Mermita, de Aguadas, en una fecha que mantiene presente: el 7 de junio de 1994. También pasó el Alto de la Montaña y Edén.
Regresó a Samaná al colegio San Agustín a finales del 2001, luego fue transferida a la escuela de la vereda Patio Bonito. “Y ahí es donde empiezo a ver la violencia, porque en el pueblo uno si oye decir que hay grupos armados y que extorsionaban a este, pero lo tomaba como efímero”.
El portal Rutas del Conflicto construyó una base de datos con la edición de la revista Noche y Niebla, del Centro de Investigación de Educación Popular y Programa por la Paz (Cinep), en el que hay datos de violación a derechos humanos cerca de los entornos educativos.
Hay referencias como estas: 331 escuelas fueron usadas como acantonamientos, o pernoctaciones, tomas y ataques. La guerrilla, paramilitares, actores estatales (policías y militares) y población civil fueron los responsables. Según este reporte, cerca de la mitad de las tomas fueron perpetradas por agentes del Estado.
Fotos | Cortesía para LA PATRIA
La coordinadora de primaria del colegio San Agustín (Samaná), María Consuelo Ospina, visitó los hogares de sus estudiantes durante la pandemia.
e 331 escuelas afectadas por el conflicto armado 143 fueron causadas por agentes estatales, 53 de paramilitares, 50 de la guerrilla, 53 de varios y de 31 no hay información.
Frente a la violencia
La violencia armada entró al aula, estuvo en los pasillos y en el patio. “A los ocho días de llegar allá empecé a ver grupos armados, el primero fue el Frente 47 de las Farc. Estaban hasta dos o tres veces a la semana que pasaban con las cuadrillas. Vi dos veces a la señora Karina (Elda Neyis Mosquera, alias Karina, desmovilizada de las Farc en el 2008 y en el 2017 obtuvo su libertad).
Allá en la escuela ellos mandaban, hacían reuniones y obligaban a maestras y niños a escuchar las instrucciones. “Nos daba órdenes de estar escuchando, debíamos escuchar porque el que no se sometiera, pues lo mataban”.
Órdenes que debían acatarse, ya que se encontraban a una hora y media en 'mochilero' (yip) de la cabecera municipal de Samaná. “Vi secuestrados, vi gente matar y uno pierde la sensibilidad. Casi no lloraba, volví a llorar cuando murió un hermano. Nos volvimos insensibles”.
Un viernes cambió la historia para siempre. Guerrilleros del Bloque 47 de las Farc empezaron los enfrentamientos con los paramilitares. “Allá fue la última vez que tuvieron secuestrada a la exalcaldesa de Marquetalia, Rubiela Hoyos de Pineda, luego la llevaron a otra vereda y la mataron”.
Dice que lo cruel sucedió cuando al regresar el lunes a la escuela los esperaban los paramilitares. “Nos daban golpes y nos insultaban. Hubo unos desplazamientos y en la Secretaría de Educación nos dijeron que teníamos que volver”.
Regresaron tres maestras que debían lidiar con guerrilleros y paramilitares y con las asignaturas pendientes. La profe María Consuelo pensaba que en el aula solo importaba ciencias sociales, historia del arte y filosofía.
“Yo le decía a los alumnos que esa vida no era, que hay otras cosas para hacer porque detrás de esos morros hay más. La gente cree que el mundo era eso: gente en camioneta y armas, eso les llamaba la atención a los niños”. En el 2012 volvió al pueblo a dar por primera vez clase a grado primero y en el 2014 asumió como coordinadora encargada.
María Consuelo Ospina en unos recorridos por sedes educativas rurales de Samaná.
En el registro solo hay dos de Caldas: En Riosucio por el Frente 47 de las Farc, y en Pácora por el Batallón Ayacucho y tropas de alta montaña de la Brigada 8.
Estudiando el aula
En el 2018 presentó los resultados de su tesis de maestría de Educación que tituló Horizontes de reconciliación de las víctimas en los ambientes escolares. Un estudio por su experiencia como maestra en aulas en las que comparten víctimas y victimarios.
En sus hallazgos encontró que los estudiantes jóvenes no tienen sueños o metas claras. “Se asocia mucho a los jóvenes que creen que ya no hay oportunidades para ellos, que cualquier cosa que emprendan no tiene sentido, creen que por querer se borra su pasado trágico a la vez que desaparecen sus metas”, escribió la profesora.
En su investigación propone reconstruir la memoria histórica del conflicto a partir del relato de sus estudiantes para que juntos construyan procesos de convivencia y paz. “Es la escuela la primera garante de que se apliquen los procesos respaldados por la Ley de Justicia y Paz tan mencionada, pero poco aplicada a la comunidad afectada por la guerra durante tantos años en Colombia”, expresó.
De 331 escuelas afectadas por el conflicto armado 53 fueron amenazadas, 117 atacadas, 141 tomadas y 20 en uso de operaciones.
En clase con algunos de sus estudiantes.
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