

MARÍA PAULA OVALLE LLANOS
LA PATRIA | MANIZALES
I.E. MALABAR
Riosucio es un municipio de Caldas reconocido por su carnaval y diversas festividades. Pocas personas ajenas al departamento saben que de allí son originarias Las Danzas del Ingrumá que constituyen un patrimonio cultural de primer orden en el país y el mundo. Se caracterizan por su calidad artística y a la autenticidad para representar el folclor de cuatro parcialidades indígenas basado en investigaciones para llevarlas a escena con la mayor originalidad posible.
El grupo folclórico Danzas del Ingrumá fue fundado por el coreógrafo riosuceño Julián Bueno Rodríguez el 15 de diciembre de 1968, siendo su director desde entonces. Se han presentado en 11 capitales del país, en los cuatro resguardos indígenas de Riosucio, y en Estocolmo (Suecia) y París durante la entrega del Premio Nobel de Literatura a Gabriel García Márquez en 1982. También en Caracas para la feria de esa ciudad y la celebración del 20 de Julio en 1985, y en Nueva York en el Día de la Hispanidad en un desfile por la Quinta Avenida en 1996.
Para lograr la autenticidad, Julián Bueno y sus bailarines se desplazan al lugar donde surge la danza y la interpretan según las opiniones de los ancianos conocedores de la tradición, quienes se maravillan al ver rescatadas sus danzas más antiguas. Si alguno cuestiona algún episodio de la danza, el maestro Julián corrige para darle un acabado perfecto.
A partir de 1972 comenzaron a presentar bailes investigados por Julián en los campos riosuceños, han logrado tener hasta 45 coreografías autóctonas, sin contar las que nunca han podido presentar.
El año pasado a Julián Bueno le fue otorgada la Beca Nacional de Investigación en Danza. Su trabajo urbano y rural, con campesinos e indígenas, ha creado grupos de recuperación musical y coreográfica.
Al llegar a Riosucio espera Julián Bueno en la cafetería más popular del pueblo. Sentado y tomándose un café tiene al frente a un hombre blanco, barbudo, casi de un 1.80 de alto y ojos verdes: un investigador del folclor nacional, en especial de la región Andina y Riosucio. Por eso, más que una invitación a estar con García Márquez, se trató de un reconocimiento a la recopilación, recuperación y divulgación del legado puro de la región.
Con una voz pausada que deja entrever el amor hacia su trabajo y el folclor investigado correr por las venas, como lo describe el mismo Julián, el que tuvo contacto directo con García Márquez, en un país escandinavo, ante la monarquía sueca y otras europeas, en una ceremonia rigurosamente formal, se planeó en Colombia en contra de los pronósticos de una prensa que dudó y pensó en un posible ridículo. "Gabo dijo que no se quería sentir solo y quería recibir este premio con muestra cultural colombiana , y por nada se le dejaría solo", expresa Julián.
Gloria Triana era jefe de la división de folclor de Colcultura. Su misión era escoger los mejores exponentes folclóricos. En la lista estaba Rafael Escalona, los Hermanos Zuleta, la Negra Grande de Colombia, Totó La Momposina, la Escuela de Danzas de Barranquilla y las Danzas del Ingrumá .
Para ese entonces las Danzas de Riosucio ganaron prestigio en Colombia. Por ejemplo, de 400 grupos que aspiraron a un proyecto de Colcultura para la televisión nacional quedaron entre los seis mejores.
De ahí en adelante las Danzas figuraron en las agendas de los entes culturales del país. Seguimientos e invitaciones formaron parte de los planes. Hasta que un día de noviembre de 1982 Gloria Triana llamó a Julián para darle la noticia del viaje a Estocolmo.
El grupo fue escogido por la Presidencia de la República para acompañar a Gabriel García Márquez a recibir el Premio Nobel de Literatura en Estocolmo. Esta distinción no provocó la más mínima reacción negativa en el departamento, excepto en una funcionaria de Pasaportes de la Gobernación, quien se dedicó a obstaculizar los trámites para el viaje, porque según ella, Manizales debía mandar un grupo profesional de danzas.
Lo siguiente fueron ensayos y ensayos hasta escoger cuatro músicos y 18 bailarines. "El 2 de diciembre llegamos a Bogotá. Realizamos dos días de ensayos integrados y dos presentaciones. El presidente Belisario Betancur, el público y la prensa en el Teatro Colón dieron el visto bueno al espectáculo", comenta Julián.
El 6 de diciembre de 1982 toda la delegación colombiana viajó en un avión de Avianca. 20 horas después llegó a su destino. A los artistas los hospedaron en un buque anclado en un muelle y convertido en hotel. La estadía en Suecia duró ocho días.
Antes de viajar a Suecia
Para elegir los grupos que iban a acompañar a Gabo en Suecia, con anterioridad hubo presentaciones en Bogotá. Sólo se sabía que los que fueran elegidos se presentarían en Europa. Allí los artistas eran observados como grupo, por su esencia, disciplina, autenticidad y por su trabajo.
Los grupos y artistas ya seleccionados fueron invitados para realizar un espectáculo y anunciarles que llevarían una delegación de 70 personas a Estocolmo, de los cuales 22 serían de Riosucio.
En aquella época, los integrantes del grupo eran 36, entre bailarines y músicos y dada la dificultad para la elección, Julián pidió a los miembros de Colcultura que ellos escogieran a los 22 afortunados.
Cada grupo elegido debía tener características físicas y artísticas de acuerdo a su región. En los riosuceños debía predominar las facciones mestizas y el color de piel, cuerpos delgados y dentaduras atractivas.
Nicolás Lerma fue un joven descartado por su piel morena y por sus rasgos similares a los costeños, pero finalmente fue aceptado por la soltura en sus movimientos al bailar.
Para varios de los integrantes era su primer viaje, pues eran de resguardos indígenas, ninguno tenía pasaporte. Sólo a un indígena se le negó la visa y no se conoció la razón.
Algunos aseguraban que se protegerían del frío sueco con sus ruanas tradicionales, pero aceptaron los abrigos se enteraron que a los 20 grados bajo cero no les servirían sus atuendos típicos.

Nicolás Lerma y María Graciela Restrepo en 1982.
Al conocer la noticia que Riosucio acompañaría a Gabo a recibir el Nobel, el pueblo desbordado en alegría corría y se ofrecía para colaborar. En los colegios recolectaban monedas porque los artistas, aunque iban con gastos pagos, necesitaban “mecatiar” y traer algún recuerdo que mostrara que estuvieron en Europa.
Libardo Castaño (q.e.p.d.) y Efrén Guapacha fueron dos de los cuatro músicos escogidos que tenían un pequeño problema para presentarse ante Gabo, los Reyes de Suecia y el mundo entero: no tenían dientes. Con prontitud llegó Napoleón Patiño, odontólogo del pueblo, y se ofreció a solucionar el percance con la mayor rapidez para que los músicos salieran sonrientes el día de la cita para sacar los pasaportes.
Nicolás Lerma E. y Hernán Zapata Zuleta, hoy secretario de Cultura de Pereira, eran menores de edad, así que debían llevar permisos de sus padres para salir del país. El inconveniente se presentó porque ninguno de los dos conocía a su padre ni sabían cómo o dónde encontrarlos. Julián habló con el coronel Darío Ruiz Cruz a quien se encontró en un congreso para que les ayudara y él respondió que se presentaran en el aeropuerto sólo con los permisos de las mamás. Nada se supo hasta el día de abordar el avión.
Nicolás y Hernán lloraban porque sabían que los iban a devolver desde Bogotá. La angustia aumentó cuando una azafata los llamó por sus nombres completos, pero todo cambió cuando les dijo: "Suban, ustedes son los recomendados del coronel" y fueron los primeros pasajeros del jet de Avianca.
El día que partieron para Bogotá salieron dos buses, uno llevaba vestuario e instrumentos y el otro llevaba los 22 pasajeros que se asomaban por las ventanillas para sacudir sus manos, agradecer y decir hasta luego. "El pueblo entero llegó desde temprano a la plaza, las gentes lloraban, cantaban, ondeaban banderas y corrían a la par con los buses que se movilizaban porque éramos los indios riosuceños que tendríamos el honor de acompañar a Gabo. Nunca olvidaré esa escena. Aún hoy, me parece un sueño”, dice Gabriel Hugo Tapasco, un integrante.
Los ensayos que antecedieron al viaje se realizaban en la mañana y en la tarde. Era obligación no enfermarse. Debían alimentarse bien y descansar el tiempo que fuera necesario. María Graciela Restrepo (Chela) y Gustavo Carvajal contrajeron roséola (infección), pero médicos voluntarios se encargaron del asunto. A Gustavo se le anunció que sería remplazado y así no podía viajar. Sin razón lógica aparente, Gustavo se acostó con roséola y amaneció aliviado. Cuentan sus compañeros que se alivió de susto.
Chela rememora que lo que se ensayó en conjunto y con cuidado en Bogotá debía mostrarse con mucha precisión y en un reducido espacio. Además, era necesario sonreír como las reinas de belleza y el equivocarse no tendría perdón.
Sin embargo, la curiosidad por ver y conocer reyes los hacía mirar con el rabillo del ojo buscando aquellos personajes y arriesgando perder la concentración. El corazón palpitó fuerte y contuvieron las lágrimas de emoción al identificar a una mujer de vestido blanco, largo y con corona que palmoteaba al son de la música y a su lado Carlos Gustavo en carne y hueso. "Nunca nos imaginamos a unos reyes aplaudiendo indios", dice riéndose.
Las Danzas del Ingrumá bailaron orgullosas frente a los reyes, en plena entrega del Premio Nobel, y ante unos mil espectadores las danzas del Sapo, Las Flores, Los Perros... Todas originarias de las pequeñas y humildes veredas indígenas de Riosucio. En total fueron cinco presentaciones.
Al otro día el principal diario de la capital sueca tituló: "Colombia nos enseñó cómo se recibe un Nobel". El reto de salirse del protocolo y recibir aplausos y excelentes comentarios fue tomado como un triunfo para la delegación, pero también para la expresión artística nacional, golpeada fuertemente antes del histórico viaje.
Todos los consulados llamaron a felicitar a Colombia. En el Palacio del Ayuntamiento se presentó un emisario del rey Carlos Gustavo y la reina Silvia, de Suecia, para felicitar a Colombia por romper los protocolos dejando satisfecho al mundo.
Finalmente, aunque no pudieron compartir mucho tiempo con Gabo, él mandó para cada integrante del grupo colombiano un ejemplar autografiado de Cien años de Soledad. En los rollos fotográficos del registro del momento con el nobel fueron extraviados por el fotógrafo del pueblo, ya que debían ser enviados a Bogotá o Medellín para ser revelados.
El grupo folclórico de las Danzas del Ingrumá en 48 años de existencia no ha tenido sede propia y todo su patrimonio material es guardado en un local, en donde también ensayan.
El vestuario pasa de la investigación al escenario, parte de un vestido original y se mantiene en la combinación del color. Las camisas son bordadas a mano. Un solo vestido cuesta cerca de un millón de pesos. Por dificultades económicas, el vestuario usado en Estocolmo no era nuevo pero sí bien conservado. Parte de aquellos atuendos aún se usan en las presentaciones y continúan en perfecto estado.
Desde 2002 fue conformado en Riosucio un grupo de apoyo ciudadano liderado por el periodista Álvaro Gärtner quien realiza mensualmente una tertulia musical y recoge dinero para las Danzas. Cuando se hace, se obtienen $300.000 o $400.000, que han hecho el milagro de mantener con vida este tesoro cultural. Pero a veces no alcanza ni para pagar los pasajes de los músicos que cada sábado salen desde sus veredas para ensayar. Lo hacen porque ni en sus comunidades los quieren ya escuchar, pues los cabildos indígenas se desentendieron de ellos.
En la actualidad el grupo está conformado por 50 personas entre músicos y bailarines. Su disciplina es la que los lleva a escalar montañas. Julián Bueno continúa como director del grupo, pero está en proceso de entregarle el mando a Henry Augusto Trejos, quien desde hace 4 años se prepara para asumir el reto.
En los últimos meses la Alcaldía de Manizales y la Secretaría de Cultura de Caldas han vuelto a poner los ojos en ellos. Son invitados a mostrar su folclor en reconocidos escenarios y son apoyados con dinero en cada presentación, que alcanza para uno o dos meses de sostenimiento.
A pesar de haber sido aplaudidos por el mundo, las Danzas del Ingrumá nunca se declararon patrimonio municipal, departamental ni nacional, de tal manera que no existen para el Estado.
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