LA PATRIA | MANIZALES*
El 16 de marzo del 2020 ningún estudiante podía volver al aula. Desde la Presidencia de Colombia la orden fue suspender las clases.
Los niños no madrugaron ese lunes a estudiar, se quedaron en casa, menos algunas cuyo viaje a la escuela comenzaba desde el domingo. Ellas eran las estudiantes del Hogar Santa Ana, en Pensilvania, que acoge a adolescentes rurales que deseen continuar su formación secundaria.
La noticia le llegó a Karol Tatiana Ospina a mitad de camino hacia el Hogar Santa Ana. Relata que fue un domingo, varias niñas ya habían comenzado el viaje en escalera, y en la tarde de ese día ya habían llegado a Pensilvania. Tuvieron que devolverse el día siguiente hasta sus fincas.
Karol Tatiana, de grado once, no cuenta esta misma historia: “Algunas lograron transbordar, porque el chofer les avisó que el estudiante que fuera a viajar debía pagar el pasaje. Desde ese momento ya no había estudio. Yo me devolví con otra amiga y caminamos hasta San Daniel. Pasamos la noche allí y luego madrugamos a la finca”.
Regresó a su casa en la vereda Sebastopol, de ese corregimiento, a estudiar de forma remota, con guías impresas y su voluntad por aprender del plan de estudios de grado once de la Escuela Normal Superior de La Presentación. En una semana volverá a pisar el hogar en el que ha vivido desde hace dos años, serán clases presenciales del primer semestre del ciclo complementario de la Normal.
Foto | Óscar Gómez | LA PATRIA
Hogar San Juan, en Pueblo Nuevo, abrió sus puertas desde el 1 de febrero para recibir a estudiantes.
El Hogar Juvenil Campesino de Arboleda fue cerrado. Fue fundado por el padre Alberto Restrepo González. Aunque las instalaciones están abandonadas, cuenta con un terreno de cuatro hectáreas con cultivo de café, caña, frutales, pastos y productos de pancoger.
ural y lejos
El hogar volvió a abrir este año, desde el primero de este mes ya funciona el Hogar San Juan en el corregimiento Pueblo Nuevo, en el que estudian 22 niñas. El Santa Ana comienza la próxima semana con 24.
Los hogares Santa Ana y San Juan funcionan desde 1997 y son financiados por la Fundación Acesco. La directora regional, Marcela Ocampo, explica que los hogares prestan el servicio de alimentación, hospedaje y una cuidadora para niñas del campo que no tienen acceso a la educación superior o deseen continuar sus estudios de bachillerato.
“El año pasado no funcionó por la pandemia, pero nos mostró las dificultades que tenían esas niñas para acceder a la educación virtual o por guías, como fuera en estas zonas alejadas no tenían ninguna de esas dos formas. Por eso decidimos abrirlos así los colegios siguieran en virtualidad”, comenta Ocampo.
Karol Tatiana da un dato que la impulsa a viajar la otra semana al hogar y es la bioseguridad que les ofrecen en el hogar. Por ejemplo, deben quitarse la ropa y zapatos y lavar de inmediato la ropa del viaje, y salir poco.
Unas condiciones que no molestan a Karol Tatiana: “Es un apoyo que debemos aprovechar, además que debemos cuidarnos por la pandemia. Incluso seremos pocas mujeres en una habitación”.
“Nunca me motivó vivir en Pensilvania, fue más querer seguir estudiando. Tengo muchas ideas en mente, me destaco mucho por la obediencia, he sido muy juiciosa, quiero seguir una licenciatura en inglés o en matemáticas”. Karol Tatiana Ospina.
Una bendición
Mónica Andrea Ríos da su testimonio por sus años siendo residente del Hogar Santa Ana, en el que vivió por tres años y medio y viajaba cada fin de semana por cerca de 6 horas de viaje.
“Todas nos fuimos con la ilusión de volver. Algunas lograron llevar sus cosas y otras apenas están recogiendo. Ese lunes 16 de marzo del 2020 viajé de nuevo a la casa (vereda Las Colonias), luego pude volver a una casa de mi abuela en Pensilvania para poder hacer práctica del ciclo complementario de la Normal. El aprendizaje del año pasado fue muy básico porque uno no tiene forma de consultar ni siquiera en internet y los trabajos se hacen por cumplir.
Es una bendición porque sabemos que las familias no tienen los recursos para vivir en las cabeceras. Es una bendición poder formarme y profesionalizarme. Es poder seguir creando mis bases educativas para seguir mi vida profesional”.
Del Hogar San Juan
Diana Giraldo Arias: Todo me ha parecido muy bien, nos brindan muchas ayudas. Vengo del corregimiento de Puerto Venus (Antioquia) y curso el grado octavo.
Valeria Andrea Rubio: Soy del corregimiento de Puerto Venus (Antioquia). Nos dan la comida y la dormida y nos va muy bien.
*Artículo escrito por Rubén Darío López (corresponsal de Pensilvania), Óscar Gómez (corresponsal de Pueblo Nuevo) y Laura Sánchez.
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