Óscar Veiman Mejía
LA PATRIA I Manizales
En menos de un año Asly Sofía Prieto ha tenido tres sitios para estudiar. “Presente”, respondió a lista hasta el año pasado en la sede ubicada en lo que el alcalde de Victoria, Elkin Echeverry, califica como lugar inhóspito. “Presente”, dijo la niña en el primer mes y medio de este año en un rancho improvisado en la vereda Villa Esperanza. Y “presente”, contesta por estos días con educación en casa.
Ella está en grado tercero de la Escuela rural Antonio Nariño. La sede original queda a tres kilómetros de su casa. Hasta finales del 2019 recibió clase allí con otros cinco compañeros. La soledad, al borde de una vía destapada, acompaña el plantel, que solo es visitado por ladrones y vándalos.
La semana pasada el profesor Jaime Vargas y la Policía llegaron al establecimiento. Lo encontraron revolcado y sin una unidad de la antigua nevera. “Era lo último que faltaba que se llevaran”, comenta el docente, quien empezó a enseñar en la Antonio Nariño desde principios del 2020.
El primer día que estuvo en la escuela se encontró con sorpresas. “Me di cuenta de que era muy retirada y de difícil acceso. Los niños viven a tres kilómetros o a más. Estaba desorganizada y tenía culebras hasta en las ventanas. Fuera de eso, no hay agua potable, la que utilizaban se sacaba de un pozo, pero ya está contaminado”.
El maestro decidió convocar a una reunión a los padres. Su propuesta: trasladar a los niños a la vereda. “Un señor nos prestó un espacio entre dos casas de su propiedad. La comunidad aceptó”.
Freddy Prieto es el padre de Asly Sofía. “La escuela realmente está muy retirada de nuestro caserío. Es un peligro para nuestros hijos, sin seguridad, sin agua tratada y sin enseres. Es mejor tenerlos cerca”.
La ilusión
El docente Jaime lidera la elaboración y presentación de un proyecto, que incluye dos salones, cocina, oficina, cuarto para profesor, cancha, entre otros. “Con la Alcaldía, la Gobernación y el Gobierno nacional esperamos sacarlo adelante”.
El secretario de Educación de Caldas, Fabio Hernando Arias, manifestó que en este tipo de planes es clave la gestión. “Estamos disponibles para ir a la vereda, escuchar a la comunidad y ponernos en la tarea. Lo podemos hacer con recursos de las administraciones Departamental y Municipal, con la Nación”.
El alcalde, Elkin Echeverry, también es consciente de la incomodidad que genera la ubicación de la sede original para estudiantes, docentes y padres. “Mi idea es entregarle a la comunidad la escuela en comodato para que se la entregue a una familia que viva allí y la cuide. Sería a través de la Junta de Acción Comunal”.
“Presente”
Freddy, el padre de Asly Sofía, recuerda algo de la historia del caserío con el fin de contextualizar las luchas de la gente, que ahora está enfocada en una escuela nueva. “Antes era un caserío (conocido como El Chochal), a orillas del río Purnio, formado por mineros. Las casas eran en tablas y guadua. Eran constantes las inundaciones por el río”.
A mediados de la primera década de este siglo, la Gobernación y la Alcaldía adelantaron el proyecto de urbanización Nueva Esperanza. Ahora sus 68 familias, dedicadas a la minería artesanal, viven en una loma, lejos del cauce, y en viviendas de cemento y ladrillo.
El señor concluye: “Nuestro sueño es la construcción de esa sede para estos niños que son el futuro. Quiero que Asly Sofía pueda seguir estudiando y llegue a la universidad”. Que la niña diga “presente”, en una nueva escuela y cerca de su casa.
En la actualidad el profe Jaime va cada 15 días a revisar cartillas y entregar otras a niños como Edwin, de grado cuarto.
Ante los robos
La semana pasada robaron los panales de la huerta escolar del colegio San Pablo, en la zona urbana de Victoria. Luego reportaron, esta semana, un hurto y vandalismo en la escuela rural Antonio Nariño, de Villa Esperanza. El alcalde, Elkin Echeverry, manifestó que con la Policía están tras las pistas del primer caso. Y que está identificada la persona que cometió el segundo hecho, pero no se ha judicializado por falta de denuncias y no ser capturada en flagrancia. “De todas maneras, les hemos pedido a las juntas comunales que estén atentos con estos centros educativos, los cuales están a cargo de la Gobernación de Caldas. Solo tenemos 14 policías y tres auxiliares bachilleres para un municipio tan extenso. Estos son casos aislados, pues tenemos un municipio muy tranquilo, con cero homicidios en varios años”.
Plano del proyecto para Planeación Nacional.
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