LAURA SÁNCHEZ
LA PATRIA | MANIZALES
Mamá, al tablero: Magnolia González
La maestra Magnolia González y su hija Laura Victoria Vargas.
La profe Magnolia inicia su jornada a las 6:15 a.m. En su casa en Villamaría se sienta en el computador, lista para dar de manera virtual el buenos días a sus estudiantes del colegio Santa Teresita (Chinchiná). Eso sí, primero saludo a Laura, su hija.
“Seguimos el horario del aula regular. Cuando no tengo clases, el whatsapp no da abasto, muchas solicitudes y preguntas de los papás. El horario de atención a padres es todo el tiempo. Uno da la clase, atendiendo a todos por celular, correo y videollamadas. La primera semana de clases en casa fue de mucha angustia, sentí enloquecer, tuve mucho estrés”.
La sorpresa es interminable al lado de sus estudiantes, en el encierro son más creativos y responsables, asegura ella: “Los niños son capaces de responder por todo. Me siento más enamorada que nunca de esta profesión, ahora se nota más la semilla que sembramos en ellos”.
Narra que sus días no son fáciles, comen rápidamente y de nuevo al computador. Al corre-corre de los días se le suman las angustias de los papás. “A veces los que más se estresan son ellos. Les digo que se tranquilicen, que al menos ellos están ahí, yo tengo una hija a la que casi no puedo atender. Mi hija me ha dicho: 'Eres más de los estudiantes que mía'. De ahora en adelante los domingos serán para estar juntas”.
Las clases se animan gracias a los paisajes compartidos por sus estudiantes, por ejemplo de los que viven en zona rural. “Cuando se conectan los que viven en fincas les pido que nos den un tour por sus casas, por la naturaleza. Por ejemplo, qué les voy a evaluar si ya son sobrevivientes de esta pandemia, están de frente a la vida”. Su labor de madre se extiende a través de la pantalla y la vive con su hija Laura en cada momento que rescatan para compartir juntas.
Mamá, derrochadora de alegría: Angie Tatiana Díaz
Angie Tatiana Díaz recrea escenarios divertidos para su hija Luciana y sus sobrinos Juan Martín y María Antonia.
Angie Tatiana arranca la conversación así: “Soy mamá soltera de Luciana. Tiene 5 años y trato de que sea una niña muy feliz. Todos los días hacemos cosas muy diferentes para ella”.
Cada día, en clase virtual de preescolar de la Normal Superior de Manizales, Angie Tatiana pone a prueba la reinvención en tiempos de cuarentena: arma circos, picnic, cinemas, todo para que su hija y su sobrino Maximiliano, de 2 años, se diviertan en casa.
“Ha sido una experiencia nueva para las mamás, queremos innovar. Tratamos de estar todo el tiempo con ella para que aprenda las cosas que le dice la profe”, expresa Angie. Ella revive en casa los juegos tradicionales y recrea espacios usando disfraces.
“Trato de tener todo listo a las 8:00 a.m. antes de la clase. He aprendido cosas en internet, pero mis abuelos nos enseñan sobre lo que ellos jugaban, mi abuelita nos dijo que intentáramos pin-pon”.
La experiencia de ser mamá y maestra le permite compartir más con su hija, más tiempo juntas y aprendiendo. “Es unión familiar, sin maltrato, buscando siempre que ellos se sientan felices en el hogar. Cada vez que empezamos las lecciones quiero que ella se asombre, en las noches organizo las cosas como cuando creé el circo o celebramos el Día del Niño”.
Mamá, a toda máquina: Cristina Gómez
Cristina Gómez, mamá de Danilo y Karen Julieth, de la vereda Santa Clara, en Montebonito.
- ¿Cómo es un día suyo?
- No se imagina.
La que responde es Cristina Gómez, una mamá que vive en la vereda Santa Clara, a una hora y media del corregimiento Montebonito (Marulanda).
“Briego a tener todo listo con los niños, los trabajadores y los animales. Alimento seis trabajadores todos los días y mantengo el ganado. Madrugo a despachar desayuno y a las 8:00 a.m. me siento con los niños”, relata.
Cristina tiene dos hijos Danilo, grado tercero, y Karen Julieth, grado sexto, que asisten a la escuela de la misma vereda y con los que se sienta a estudiar por turnos. “Ha sido muy fácil el del niño, pero el de la niña ha sido difícil, nos toca irnos para donde los vecinos a que nos ayuden con las tareas”.
En otras ocasiones, relata, debe ayudarse por celular con otros compañeros. “Ahí es cuando uno entiende la labor de los profesores. Nos ponemos en los zapatos de ellos. Los maestros han estado pendientes de nosotros, nos llaman mucho”.
A las 11:00 a.m. prepara el almuerzo para trabajadores y su familia, y después de las 2:00 p.m. con la ayuda de su esposo retoma labores académicas. “Todo es diferente. Mis hijos tienen la compañía de la familia todo el tiempo.
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