Diana Vidal
LA PATRIA | Manizales
A las 6:00 a.m., de lunes a viernes, Isabel Sofía Ochoa Delgado se despierta para asistir a la Institución Educativa José María Carbonell, de la vereda La Plata (Palestina). Cuando el reloj marca las 6:45 ella al igual que 24 alumnos más salen de sus casas hacia el colegio.
Los 25 alumnos, incluyendo a Sofía, habitan en 10 casas que se ubican a tan solo tres cuadras del plantel educativo, y que conforman la parcialidad indígena Ambacheke de los Embera Chamí.
Aunque durante su jornada académica, que va de 7:00 a.m. a 1:30 p.m. los estudiantes indígenas acceden a las asignaturas de base, como Español, Matemática o Geografía, el plan académico no los tiene en cuenta como población étnica.
Por eso, el pasado 12 de agosto, desde la Personería municipal, levantaron una acción de tutela “en defensa de sus derechos constitucionales a la diversidad étnica y cultural, igualdad y educación". El acta es en contra del Ministerio de Cultura, Cancillería de Colombia, Oficina de Representante de Colombia ante de ONU, Secretaría de Educación departamental y municipio de Palestina (Caldas).
Tradición
Durante la jornada, mientras se escuchan las lecciones de una clase de inglés, María Clara Lopera, consejera de Juventudes, expresa: "A pesar de que hay una comunidad indígena, en lugar de enseñarles la lengua propia se enseñan lenguas extranjeras. Esto genera un desarraigo de las raíces. Se está desconociendo lo que hay, pero se están imponiendo otros usos y costumbres que son de la cultura occidental, muy diferente a la nuestra".
Agrega que esto no solo es una falencia en la enseñanza del idioma, sino que también abarca lo artístico, pues asegura que en su comunidad hay danzas y cantos propios, por lo que cuestiona: "se enseña el mapalé o rock and roll, más no un baile típico, nativo u originario de la población indígena".
Yulisa Agudelo es una de las 25 estudiantes. Cuenta que toda su vida ha vivido en la parcialidad, y eso le permite entender un poco la lengua, a pesar de no saberla hablar. "Mi abuelita a veces no tiene tiempo o está ocupada, entonces es muy difícil que ellos nos enseñen. Hace mucha falta un etnoeducador, así como se enseña el inglés se puede enseñar el embera, porque con él se nos pueden abrir muchas puertas", añade.
Señalan que la pérdida de la lengua atenta directamente contra costumbres medicinales como el jaibanismo, que se practica a través del canto y las hierbas curativas. "Una persona que no maneje el embera no lo podrá practicar", resalta Lopera.
La José María Carbonell fue inaugurada en 1979; en 1981 ya contaba con tres aulas, una unidad sanitaria y 18 estudiantes. Y en 1991 se graduó la primera promoción de bachilleres de la vereda. Desde entonces integrantes de la parcialidad indígena han transitado por sus aulas. No obstante, Clara expresa que la Institución no ha promovido cátedras con enfoque diferencial para asegurar su permanencia.
Carlos Alberto Vallejo, rector del colegio, anota: "no les cobramos nada, todo es gratuito sino que en las costumbres ellos de pronto si hay problemas. Empiezan a ganarse unos pesitos por allí, y ya prefieren eso que volver a estudiar (...) Tienen mamás que ni siquiera saben en qué año está el muchacho".
Inmediatamente Clara señala que la afirmación del rector carece de contexto y está cargada de prejuicio. "No es que no estudien porque no quieren, en ocasiones el medio no colabora; deben trabajar para poder llevar el sustento a su casa, porque hay facturas y compromisos que no esperan".
En medio de la réplica resalta que "muchas de las mayoras de la comunidad no son letradas, no han tenido acceso al estudio por muchos motivos, incluyendo el choque cultural y el aprendizaje del idioma español. Lo que no les permite expresar las condiciones académicas de sus hijos o nietos".
Problema estructural
Hace siente años Ambacheke pasó de ser asentamiento a convertirse en parcialidad indígena por reconocimiento de la Dirección de Asuntos Indígenas y Minorías del Ministerio del Interior.
La parcialidad está conformada por casas de cemento de dos pisos. Una es la de Rosa María Ochoa, mayora de la comunidad, quien cuenta que aunque son casas propias no son suficientes para el número de integrantes de cada familia.
Por el espacio tan reducido, las familias se han dividido, una parte de los Ochoa vive en La Plata, mientras que otra se encuentra en Arauca, corregimiento de Palestina. La falta de organización territorial y las necesidades básicas insatisfechas atentan contra el crecimiento y desarrollo de esta comunidad.
José Gustavo Londoño, coordinador de la Institución, comenta que la solicitud de los estudiantes embera hace parte de una transición. "Se les van asignando educadores a medida que ellos se van fortaleciendo o se va incrementando su población en la institución educativa".
"En este momento la población mayoritaria somos las personas no indígenas, por lo que brindamos lo que ya tenemos estipulado en la institución con la población mayoritaria. Cuando haya una población indígena más grande, entonces ya podríamos empezar a pensar en ese cambio que hay que hacer dentro de la institución para poder darles su educación propia", agrega.
Sin protesta no hay soluciones
La consejera María Clara Lopera relata que la protesta pacífica ha atravesado las luchas de las comunidades indígenas, "porque lastimosamente en muchas ocasiones toca a las malas, entonces hay que insistir e insistir, porque cuando se quieren hacer de buenas maneras no se logran".
"Necesitamos que nos apoyen con el deporte. Necesitamos la cancha del colegio para actividades deportivas. Se la pedimos al rector, pero él dice que no", relata uno de los estudiantes al preguntarles sobre necesidades dentro de la institución. Expresa que el directivo justifica en que algunos estudiantes entran a "meter vicio".
Jeferson Alfonso Ochoa reitera la necesidad de espacios deportivos: "sí necesitamos materiales y que nos ayuden, para que los niños se entretengan acá y no metiendo vicios por allí".
LA PATRIA le preguntó al rector, Carlos Vallejo, sobre las necesidades de la institución. Respondió que todo marcha de la mejor manera y que la Secretaría de Educación departamental está cumpliendo.
Los estudiantes agregaron: "Necesitamos instrumentos para la banda. Por otra parte, nos hacen falta pupitres y sillas, porque muchas veces no hay para todos, nos tenemos que hacer tres mesas que son para dos. Es muy maluco porque no podemos poner los cuadernos. Además algunos están partidos, con huecos y comidos por termitas".
Un juez falló a favor de las entidades gubernamentales, declarando la tutela improcedente. Esto significa que por ahora no habrá etnoeducador para la José María Carbonell. Desde la Secretaría de Educación de Caldas notificaron: "Se debe tener en cuenta que la parcialidad no ha hecho una notificación formal a la Secretaría de que necesitan un docente. Ellos deben presentar un documento para que vaya un grupo de asistencia técnica a mirar si les da la relación de estudiantes para tener otro docente, porque no se puede poner uno por cada grupo".
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