
JUAN CARLOS LAYTON
LA PATRIA | MANIZALES
El paro cafetero partió la historia de la caficultura en dos.
La actividad quedará con un antes y un después de las protestas, no solo por ser las más largas y fuertes que se recuerden, luego de unos 16 años sin marchas, sino porque después de 11 días de reclamos, muchos cafeteros medianos y de base obtuvieron varios logros, bien distantes de la Federación y de su representación institucional.
Esto fue lo que celebraron varios protestantes del Movimiento por la Dignidad Cafetera el pasado 8 de marzo, cuando el vicepresidente Angelino Garzón, al mejor estilo de "habemus papam", salió feliz a confirmar que el Gobierno finalmente aceptaba mejorar el precio del café, lo que motivó los aplausos de los 23 delegados que participaban en las negociaciones.
Sin embargo, más que el acuerdo para elevar la ayuda a $145 mil por carga, las mesas de negociación en el Hotel Movich, de Pereira, dejaron otro precedente histórico. Los coordinadores del paro y hasta el mismo Gobierno enviaron un mensaje claro sobre la forma como se fracturaron las relaciones y la puesta en jaque de la representación de la Federacafé.
Aunque el Gobierno todo el tiempo, desde el LXXVII Congreso Cafetero, efectuado a finales del 2012, juró que los acuerdos solo se harían con la institucionalidad, pues era la representación pura de la democracia cafetera, al final jugó a dos bandas y, de paso, toteó la imagen de la institución.
El mensaje fue evidente desde el principio, con el reclamo de los cafeteros sobre la mala representación gremial, en especial de su gerente, Luis Genaro Muñoz. Se sumaron las declaraciones del ministro de Agricultura, Juan Camilo Restrepo, quien aseguró que la Federación necesitaba un revolcón, y que el paro mismo, así tuviera intereses políticos mezclados, demostraba fisuras y la falta de liderazgo y representación de la Federacafé.
De ahí que las ganancias fueron abultadas para los coordinadores del paro. En plata, salieron con un 142 % más de lo que había otorgado el Gobierno un mes atrás, durante en el acuerdo por la prosperidad al que invitó el presidente Juan Manuel Santos en Chinchiná. Allí la única oferta fue prolongar la ayuda de $ 60 mil por carga hasta julio y mantener así la medida que había aplicado desde el 17 de octubre del 2012.
El acuerdo también fue superior al que alcanzaron los dirigentes cafeteros el 2 de marzo en Comité Nacional, donde les subieron las ayudas a $95 mil o $ 115 mil por carga, según las hectáreas, lo que calificaron de discriminatorio.
El resquebrajamiento y las distancias
El jaque y las fracturas entre la Federacafé con el Gobierno fueron tan altas que, incluso, después de solucionarse el paro, se estremeció la cúpula y cobró las primeras renuncias.
El día que terminó el paro, Mario Gómez Estrada hizo oficial su dimisión ante el Comité Nacional por Caldas, al resaltar que el Gobierno, con toda claridad, les envió el mensaje de que no confía en ellos; mientras, bajo las presiones del paro, terminó doblegando su posición.
Siguió la renuncia del miembro al Comité por Caldas, Ricardo Sánchez, quien resaltó que "lo más paradójico es que en el Gobierno con corazón cafetero, se desconoció la institucionalidad y se le dio un puntillazo a la institución".
En medio de las culpas que todos reconocieron y de la tirada de la pelota entre el Gobierno y la Federación, los cafeteros de base siguieron ganando y mantuvieron las riendas apretadas para seguir negociando otra serie de puntos, acuerdos que hoy se mantienen.
El enano se creció
Para algunos, el precedente de logros en las mesas del Movich es superior. Aunque arrancaron con precio y otros puntos adicionales, las pretensiones se elevaron, por lo que "el enano se creció".
Sin embargo, para el miembro del Movimiento por la dignidad Cafetera por Caldas, Luis Gonzaga Cadavid Yepes, el objetivo es contribuir entre todos a que se logre un verdadero revolcón. En sus pedidos hablan de anticipar elecciones, acabar con el actual nepotismo y hasta terminar con largos períodos de representación que superan los 30 años en la institución.
Se suma el llamado a adelgazar la nómina de la Federación, revisar la situación del Fondo del Café y hasta destituir al actual gerente, pues tiene que hacer más que entregar que sus barbas. "Esto necesita cambios estructurales desde los cuadros directivos".
El Gobierno coincide en que en esa mal llamada "constituyente cafetera" tienen que estar quienes no se sienten representados por el gremio, y analizar lo comercial, el adelgazamiento de nómina, la modernización de estatutos y hasta las frágiles cifras de producción.
Luchas internas
En ello coinciden los dirigentes cafeteros, y hasta sostienen que si la gente manifestó no estar de acuerdo con la Federacafé, pues hay que abrirle las puertas a plenitud.
En palabras del presidente del Comité de Cafeteros de Caldas, Marcelo Salazar, aunque son bienvenidas todas las vertientes para aspirar a los comités municipales y departamentales, el problema es que, por encima de la democracia que ha rodeado al sector, el juego dual del Gobierno abrió las puertas para que se generaran todos los espacios a punta de presiones. "Eso sí, que sean aspiraciones puramente cafeteras, y cuando se convoque a elecciones", pidió.
Eugenio Vélez Uribe, miembro por Caldas ante el Comité Nacional, cree que hay que empezar por la cabeza, Luis Genaro Muñoz, quien no ha hecho la interlocución que se requiere.
También hay malestar porque sostienen que ha sido él quien generó la división, y hasta rechazan su discurso cargado de cierto proselitismo y con el que les ha planteado a los dirigentes del Huila, Cauca y Nariño que no se puede permitir una retoma paisa en la Federación. "Esos regionalismos divisorios son inaceptables, más si provienen del gerente. Él mismo se ha ido para los comités estos días, con su camisa amarilla, dizque a hablar con los productores, pero para evitar la retoma paisa de la Federación; eso es ridículo", indicó.
La fracturación y división interna es tan fuerte, que después de ocho décadas de hablar unidamente hay regiones como Caldas, Antioquia, Cundinamarca y varios comités de Risaralda que plantean que el primero que debe hacer fila es el gerente, pues a estas horas en que se ha puesto en jaque la representación del gremio, no puede pararse en la puerta de la Federación para ver quién va a salir.
En lo que sí coinciden todos es que por acciones u omisiones, las tres marchas y un paro cafetero de once días, rompieron el silencio, la tranquilidad y hasta el ejemplo de gremialidad que se veía, se evidenciaron las fracturas internas y le dijeron: "jaque a la Federación".
Reacciones

* Guillermo Gaviria, cafetero de Concordia (Antioquia)
"Se requiere un revolcón de fondo, reducir nóminas y mejorar la institución, no que desaparezca".

* Luis Gonzaga Cadavid, coordinador del paro por Caldas
"Aquí hay gente que en vez de un buen servicio, le está causando un gran gran mal al gremio".

* Joaquín Yalanda, cafetero Piendamó (Cauca)
"La Unidad Cafetera se seguirá reuniendo para analizar qué hay que hacer con la Federación".

* Ricardo Sánchez Prieto, exdirigente en el Comité de Caldas
"Lo que uno ve es un remezón en la representación gremial".

* Marcelo Salazar, presidente Comité de Cafeteros de Caldas
"Hay un ambiente en el que se desconoció la representación gremial".

* Eugenio Vélez, miembro por Caldas al comité nacional
"El gran reto es trabajar arduamente para rescatar la institucionalidad, que fue hecha pedazos".

Luis Valdez, coordinador del paro en Caldas
"Lo que más molestó fue el silencio a esta crisis y que no hubieran defendido a los cafeteros".

José María Henao Osorio, cafetero Andes (Antioquia)
"No queremos ser impositivos, pero sí que en verdad se represente a los cafeteros de este país".
El acuerdo
El 8 de marzo pasado terminaron el paro los coordinadores del Movimiento por la Dignidad Cafetera. La ayuda fue de $ 14 mil 500 por arroba, un precio piso de $48 mil, que significa que si el precio es inferior a ese valor se le otorgarán $ 2 mil más, y un techo de $ 70 mil.

Fotos | Marta Elena Monroy | LA PATRIA
El paro cafetero no solo mejoró el precio, sino que fracturó las relaciones entre los dirigentes cafeteros, la gerencia y el Gobierno Nacional.
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