Blanca Eugenia Giraldo
LA PATRIA | MANIZALES
Colombia ha sido un país agrario. Por décadas su economía ha dependido, en gran parte, de la producción agrícola, pese a lo cual los campesinos lamentan el hecho de que este sector siga siendo la cenicienta de los gobiernos de turno.
En su concepto, esta es la Colombia de los pequeños y medianos productores agropecuarios, la que reclama buenas políticas agrarias, la que se queja por un abandono de años y la que se ha hecho vulnerable a la apertura comercial, pues no puede competir con las importaciones baratas al amparo de los TLC y otros acuerdos comerciales.
Estos reclamos condujeron a distintos sectores a un paro nacional agrario desde el pasado 19 de agosto. Aunque esta que viene sería la cuarta semana de protestas, la esperanza es que el próximo miércoles, cuando se reúnan en la gran mesa nacional, se convierta en el punto de partida para la puesta en marcha de unas políticas a largo plazo que garanticen su bienestar.
El investigador económico Absalón Machado Cartagena y el senador por el Polo Democrático Jorge Enrique Robledo coinciden en que el país debería orientar sus prioridades, enfocándose en sectores que tienen mucho potencial de crecimiento como es el agrario.
Coinciden en que esta crisis es una oportunidad para repensar lo hecho, reconocer los errores y proyectar el futuro.
En entrevista telefónica el investigador económico y docente de la universidad Nacional Absalón Machado Cartagena habló sobre la crisis que vive el sector agrario y cuáles son las políticas que el Estado desestimó para proteger al campo.
¿Desde cuándo el Estado comenzó a darle la espalda al agro?
Es un problema de vieja data. Un hecho histórico fue la apertura económica en los años 90, con el gobierno de César Gaviria, cuando se bajaron los aranceles de las importaciones y se hizo un proceso de desprotección de la actividad productiva. Eso hizo que cereales y oleaginosas no fueran competitivos frente al mercado internacional.
¿El conflicto armado, también influyó?
Era difícil que las economías campesinas fueran estables cuando las afectó el conflicto armado. Es probable que las cifras no muestren caídas abruptas en productos tradicionales, pero en la práctica estos productores sí aumentaron su vulnerabilidad. No siempre el Estado, con sus políticas públicas, atendió adecuadamente sus requerimientos, como suministro de bienes públicos, educación, salud, vías, suministro de asistencia técnica y de arreglos para mejorar la comercialización y poderles garantizar un mínimo de bienes para mejorar sus condiciones.
¿Qué pasó con los programas rurales?
En la última década desaparecieron, porque el Estado prefirió apoyar a los empresarios, con la idea de que son más competitivos y dejó al sector campesino por fuera; lo que provocó la crisis de ahora. Puedo afirmar que Colombia dejó de hacer desarrollo rural en los últimos 15 años, lo que se ha reflejado en un deterioro del sector agrario.
¿Por qué se da esta crisis?
Es resultado del manejo del Estado, que no ha considerado al sector rural, estratégico para el desarrollo y eso se refleja en los presupuestos marginales que le dedica. Lo que sí reconozco es que el Gobierno de Santos, de alguna forma, ha tratado de revertir esa situación, aunque con muchas dificultades, porque no es fácil que la política macroeconómica sea flexible para destinar más recursos y menos cuando aparecen otras prioridades, entre ellas la minería y el gasto militar, que comen muchos recursos.
¿Se amplió la brecha entre el sector rural y el urbano?
Las diferencias en los índices de pobreza y los niveles de ingresos son grandes, lo que refleja un sesgo en la política pública hacia las áreas rurales con relación a las urbanas. No es una simple coyuntura donde los campesinos, en un momento determinado, se levantaron a protestar y a pedir que el Estado y la sociedad los atienda. Es el reflejo de una crisis muy profunda en la sociedad colombiana y de un modelo de desarrollo que ha sesgado todas sus políticas en contra del sector rural, favoreciendo otros sectores de la economía.
¿Se puede considerar la falta de buenas políticas agrarias otra forma de desplazamiento?
Sí, porque esta política del Estado lo que hace es incentivar a la gente para que salga del sector rural y llegue a las ciudades a buscar mejores oportunidades. Es obvio que esa migración no tiene un correlato en el desarrollo industrial y económico de las áreas urbanas que muestre una capacidad para generar nuevas oportunidades y empleos dignos. Es una población que llega con desventajas enormes y lo que termina es aumentando los cinturones de miseria, de actividades informales, generando un proceso de desvalorización y de afectación de la dignidad de la gente.
¿Se puede esperar algo positivo de esa mesa que convoca el Gobierno para esta semana?
Es la búsqueda de una política agraria de Estado, no de coyuntura, de más largo plazo, que busca solucionar los problemas estructurales que tiene el sector. Es el espacio para que en unos años, podamos decir que Colombia tomó la decisión de atender al sector rural y desarrolló sus potencialidades al ponerle todos los instrumentos que necesita para que se modernice, avance la democracia, para que haya ascenso social, la gente se integre y que se contenga la migración que se está dando del campo a la ciudad.
El senador del Polo Democrático Jorge Enrique Robledo Castillo es consciente de que lo que ha empezado es un gran debate nacional sobre el futuro del agro y es muy pesimista, por la actitud del Gobierno Nacional. “Está diciendo y haciendo ciertas cosas, no con el propósito de resolver los problemas, sino con el ánimo de hacer demagogia y echar el cuento de que quiere resolver los problemas del sector para seguir haciendo lo mismo”.
Prueba de ello, según Robledo, es apostar por la política de libre comercio y abandonar al campesino a su suerte, "porque en un ambiente de TLC el agro no tiene futuro, además no veo al Gobierno en una actitud seria de modificar la política agraria que ha provocado desastres, entonces si no se toca este punto, va a seguir de quiebra en quiebra, de problema en problema”.
Propuestas
Robledo reconoce que se han implementado propuestas, pero estas han sido en contra de los agricultores, por eso plantea que el agro necesita un conjunto de políticas que tienen que ver con precios de sustentación a precios mínimos de compra, créditos que alcancen para todos, baratos y oportunos. También plantea desarrollo científico, asistencia técnica, control a los precios de los insumos, buena infraestructura, subsidios y control o cierre de importaciones.
Además propone renegociar los TLC, “el problema es que para lograrlo, hay que cambiar a Santos, porque es el hombre de los gringos y de los extranjeros”.
El senador del Polo Democrático afirma que en el mundo del agro no existe quién defienda los TLC. “Por ejemplo a los azucareros les metieron 300 mil toneladas, los arroceros están llevados, lo que se viene para pollo y la leche es una masacre, el algodón y el maíz casi desaparecieron y hasta el café tiene problemas”.
Colombia necesita que el Gobierno que sea, nos diga que quiere que haya agro en Colombia. “Porque con lo que está haciendo lo que quiere es que no haya agro, ni industria y que los colombianos vivamos de la minería”.
Carlos Alberto Parra Salinas, decano de Ciencias Agropecuarias de la Universidad de Caldas, afirma que no tiene presentación que un país en esencia agropecuario, le tenga más impuestos al sector agrícola que al industrial, para el Estado nunca fue prioridad el campo y éste nunca se quejó.
El decano plantea que en Caldas la Federación de Cafeteros durante muchos años remplazó al Estado, tanto en la construcción de escuelas como en electrificación rural cuando era accionista de la Chec. “Se nos olvida que el campo necesita bienestar y acceder a beneficios y a recursos, por eso creo que el desplazamiento no solo se da por violencia, sino por necesidad de servicios”.
No obstante, expone que cuando se le pidió al sector agrario que se modernizara y cambiara su paradigma de producción, no lo juzgó conveniente. “Es el caso de la ganadería que en esta región vive de la ampliación de la frontera agrícola, quiere producir más, pero tumbando bosques, a diferencia de otros países que se han hecho eficientes a menor costo. El agro nunca asumió la finca como una empresa”.
Destaca Parra que aparte de que no hay incentivos económicos, hay recarga de impuestos y no hay transferencia de tecnología. “Exceptuando Cenicafé, tenemos unos sistemas de extensión que no están funcionando. Se suponía que las Umatas harían la tarea, pero también fracasaron, porque las politizaron a tal punto que sus directores en algunas regiones de Caldas eran médicos o abogados, lo que hizo que el sistema de extensión colapsara, porque se convirtió en asistencia con semillas de hortalizas y nunca se les llegó con tecnología que es lo que realmente necesitan".
El decano de Ciencias Agropecuarias advierte que el Estado no está interesado en hacer un ejercicio de fondo, “me parece que le está jugando a un proceso electoral futuro más que a otra cosa. A los colombianos no nos pueden seguir acostumbrando al subsidio, esto va a matar al país. Si el Gobierno reuniera esa plata podría hacer una transición muy fuerte en investigación, en transferencia, en asistencia, esto daría un mejor impacto”.
Cenairo Alzate. Cafetero.
Hace 45 años cultivo café, aunque en la finca también hay sembrados plátano y frutales. El café siempre ha tenido sus subidas y bajadas. Una finca bien administrada no da plata, pero uno se defiende, además es el único producto que se vende de forma segura en esta región, así sea verde, mojado o brocado. No entiendo por qué los cafeteros se quejan tanto. Sí deberían poner los abonos más baratos y como los bancos ya no prestan, en ocasiones toca recurrir a los buenos amigos.
Gustavo Alberto Hoyos. Ganadero.
El agro nunca ha sido importante para los gobiernos. Claro que creo que es culpa de todos. Por un lado los TLC y la llegada de muchos productos, que compiten con los nacionales afectaron la producción nacional. Unido a eso, nunca se ha hecho una renovación para producir más eficientemente. Aunque dependemos en mucha parte de la producción agrícola, ésta se volvió la cenicienta porque siempre hay mil cosas más importantes que la agricultura. No necesitamos subsidios, pero sí que nos vendan insumos a precios razonables, que controlen los contingentes de aranceles.
Luis Valdés. Cafetero.
Vamos para pobres a gran velocidad, el año pasado perdimos mucha plata y este año vemos la cosa muy complicada. Tenemos una desventaja en costos de producción, el combustible es el más caro de Suramérica, el país no tiene infraestructura, es un tema muy delicado de competitividad y de productividad. Los acuerdos de Pereira eran puntuales, pero en importaciones, control a la minería en zonas cafeteras y tratados el Gobierno dijo que no podía hacer más.
Daniel Castaño. Ganadero.
El agro ha sido la cenicienta de todos los gobiernos. Falta una política agropecuaria seria y a largo plazo, porque cada uno llega y hace programas, pero no piensa a futuro. No necesitamos subsidios, sino condiciones para poder trabajar, competir y ser productivos. Por ejemplo, lo de los combustibles también nos incumbe y necesitamos que el galón de Acpm rebaje, es una medida que se necesita para todo el sector productivo del país. Ese ofrecimiento para comprar la leche es un pañito de agua tibia.
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