JUAN CARLOS LAYTON
LA PATRIA | MANIZALES
"Por ahí está cogiendo unos chispeítos, si quiere espérelo, porque con lo poco que hay para coger, ya debe estar que llega", asegura doña Gilma Escobar Ortiz, mientras señala hacia unos cafetales.
"¡Aristides, Aristides!", grita sin dar espera a que responda, mientras su esposo sale media cuadra más adelante, con un balde plástico azul en sus manos. El café llega solo hasta la mitad del recipiente.
Mientras se acerca y nos saluda, don Aristides Gil, muestra lo poco que cogió, gran parte un café seco o pasillado, todo por el efecto del intenso verano que se registra hace unos tres meses y que comenzó a afectar la principal cosecha de fin de año.
"Así está todo lo que pude recolectar", señala, advirtiendo que el año pasado estaba mejor. "Es que ahora ni por mitad siquiera, vea esto, y lo que está en el palo está lo mismo", dice, mientras contempla a lo lejos sus cafeteras que, según sus cuentas, alcanzan una hectárea, unos 5 mil 240 palos sembrados en La Cristalina, su tierra.
El panorama no es atractivo. Aunque hay cafetales llenos de hojas con diferentes tonalidades de verdes y en apariencia frescas, existen otras de color tabaco, intercaladas por unas más secas a punto de caer, en medio de pequeñas floraciones, que prometen algún graneo para el año entrante.
Los frutos presentan la misma situación. Aunque hay granos rojos y llenos, también se intercalan con unas pepas menos frescas y con un color rojo pálido y granos amarillentos y secos, que con solo medio rosarlos se caen al suelo.
La caficultura de Aguadas es la más afectada de Caldas. De acuerdo con el reporte entregado por el Comité de Cafeteros, aunque el problema de café averanado se registra en todo el departamento, con índices de pasilla de hasta el 22% en los puntos de compra, en el norte se ven los mayores problemas, con indicadores del 37,7% y del 41% en Aguadas.
Broca y araña roja
Aristides sostiene que en medio de todo hay esperanzas. Camina unos 10 pasos, hasta acercarse a un cafetal cerca de la carretera para mostrar lo que él denomina "garrapatica". "Con las florecidas que se han presentado, tenemos estos punteos que se ven muy buenos. Esta sí es la mayerita (se refiere a la cosecha que se espera para mayo del 2016). Puede que se logre, eso sí, siempre y cuando mejore el tiempo", sentencia este cafetero de Aguadas, de la parte baja de la vereda Malabrigo.
Cerca del mismo sector, en la finca Las Agüitas, doña María Lucidia Gallego, contempla junto con su hija, Eliana Isaza Gallego, el mismo problema. "Más que todo hacia la parte de abajo el café se ha marchitado. Usted lo toca y lo siente como seco. La ventaja es que en estos primeros pases se recogió un café medio normal, pero en los otros usted los toca y se va viendo más pasilla", dice. "Ahora hay que esperar que mi Dios mande agüita, porque mire ese cafetal rojo por allá, eso es mera araña roja, y eso se debe al polvo, cuando hace calor", explica Eliana, mientras doña María Lucidia sentencia: "si sigue pa' bajo, verá que en unos sitios el café se perdió del todo".
Panorama similar
En el descenso hacia las demás veredas que nos sugieren visitar, la situación es similar. En Monterredondo, don Alfonso González sostiene que en el recorrido que ha hecho por sus cuatro hectáreas, prácticamente la mitad tiene pasilla. "Un café que con el verano no pudo crecer, y por eso ahora esperamos ayudas del Gobierno, aunque siendo sincero no creo que nos llegue un centavo", reclama escéptico.
"Ahí estamos viendo las plagas de Egipto, vea como están quedando los palos, pelados. Así vamos a la carrerita a pedir limosna y eso que para abajo hay gente más llevada", asegura.
También hace pronósticos sobre el mercado internacional. "Cuando el café baja un centavo de dólar, el precio por carga cae entre $100 mil y $150 mil, pero cuando sube 30 centavos de dólar, solo se sube unos $2 mil, aunque el café tiene razones de peso para estar a millón", dice.
En el descenso que seguimos haciendo, nos encontramos con doña Rubiela Giraldo, quien recoge un café que puso a secar a la entrada de la finca El Prado, en la vereda Pizamal. "Se cogen unas dos arrobas, pero no queda sino una. Es mucha la pasilla y la guayaba que sale", sostiene.
Tampoco hay para pagar recolectores. "Los trabajadores están pidiendo muy alto, porque quieren que les paguen el día a $30 mil o $40 mil, pero no hay para tanto. Incluso, en algunas partes lo están dejando perder. Si es verdad como están analizando, que noviembre y diciembre son de puro verano, ahí sí se nos va a perder todo el cafecito", asegura.
Buena noticia
Siguiendo el consejo de los cafeteros, continuamos bajando hacia el sector de Cuatro Esquinas y posteriormente a la vereda Mermita. Allí por fin hay una panorama positivo. Hernán Arbeláez, propietario de la finca La Estrella, celebra sus buenos resultados.
"No me puedo quejar porque casi todo el café que he cogido es bueno. De unos 250 kilos que recolecté, si acaso cogí unos 12 kilos de pasilla y eso es muy bueno. Vengan les muestro".
Su fórmula mágica es una mezcla de todo. Parte de ello es que sus cafetales están menos expuestos al sol, y otras cafeteras están al pie de plataneras.
También resalta que la calidad del terreno varía, pues entre veredas hay zonas más fértiles que otras.
"En nuestro caso nos ayuda que es una zona más polvorosita, mientras que en otras partes es muy rocoso". "Ah, y además, fertilicé con mucho tiempo, previendo este verano", dice sonriente.
Reunión nacional
El sondeo del Comité de Cafeteros evidencia que la situación se ha complicado, al punto de que en Manizales ya se iniciaron las quejas en veredas bajas, como El Guineo, Tarroliso, Lisboa y Cascarero, factores que prendieron las alarmas.
La otra semana se espera una reunión entre la Federación de Cafeteros y el ministro de Hacienda, con el fin de determinar las acciones para la caficultura nacional, pues a la fecha se estima que ya hay unas 90 mil hectáreas afectadas, cerca del 18% del parque cafetero del país.
El cálculo es que ya se perdió un millón de sacos, de los 13 millones que esperan recoger este año, contra unos 100 mil sacos en Caldas, de los 1,3 millones estimados este año.
De ascenso hacia el casco urbano de Aguadas, comienza una leve brisa, que posteriormente se convierte en un aguacero. En esa subida nos encontramos nuevamente con doña Gilma Escobar, quien nos saluda alegre, y en medio de gestos, señala con su dedo índice hacia al cielo, para indicar que esa es el agüita que necesitan.
Hay ayudas
El secretario de Agricultura de Caldas, Ángelo Quintero Palacio, aseguró que a través del Ministerio de Agricultura se impartió la orden para que los productores se acerquen al Banco Agrario y realicen acuerdos de pago, ante el actual problema.
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