RICHARD AGUIRRE
LA PATRIA | MANIZALES
Guerra, inseguridad, falta de garantías laborales, problemas agrícolas y hasta el deseo de tener una mejor educación son las principales razones por las cuales los campesinos abandonan sus tierras y llegan a una calle asfaltada, como lo describe la canción que acompañará este relato. La migración del campo a las ciudades es una constante en Colombia.
En el desplazamiento también ha influido la reducción de predios rurales. De acuerdo con el director del DANE, Mauricio Perfetti del Corral, factores como los desarrollos urbanos y de vivienda conllevan a que se reduzca la vocación agropecuaria. Solo en Caldas, los datos preliminares del Censo Nacional Agropecuario, indican que hay unos 5 mil 392 predios rurales menos, pues cambiaron de vocación, lo que genera una reducción del 6,7%. Hoy hay 75 mil 380 predios, según el informe.
Ángelo Quintero, secretario de Agricultura de Caldas, sostiene que desde su despacho buscan alternativas para que el campesino vuelva a sus tierras. "El campo hoy ha perdido muchos pobladores porque salen a buscar otras alternativas para su vida, pero estamos ofreciendo créditos blandos para que tengan la oportunidad de retornar a sus parcelas", señala.
Parte del interés es tener modelos como los de Curitiba, capital del estado de Paraná, en Brasil, que adoptó una estrategia por medio de la cual, el gobierno les entregaba una hectárea a los campesinos para que regresaran al campo, y ellos lo pagaran con trabajos de reciclaje y continuar los sembrados. Sin embargo, en Colombia también hay ejemplos positivos para garantizar el relevo generacional del campo y evitar que se desplacen a las ciudades a engrosar los cordones de miseria.
Es el caso del programa "Jóvenes caficultores", adoptado por la Federación de Cafeteros, con el respaldo del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y el Gobierno nacional. Mediante este, compraron varias fincas, con el fin de dejarlas en manos de jóvenes cafeteros, para que las administren y tengan su propia tierra dónde trabajar. La condición era no venderlas e irlas pagando en el tiempo.
"No le canto al campesino, quedan pocos campesinos...
No le canto simplemente porque dejó la montaña,
porque cambió su vereda, por una calle asfaltada..."
Canción: Campesino de ciudad, interpretada por Leonor González Mina.
El protagonista de esta historia sufrió los horrores de la guerra y debió salir amenazado de su finca con el dolor de enterrar a dos de sus hermanos. Esnoraldo Esquivel nació en 1968 en Río Blanco (sur del Tolima), se crió en la vereda La Uribe de ese municipio, y hoy vive en Manizales.
Esquivel administra la finca La Molienda, en la vereda Manzanares, de Manizales. Lleva gorra azul, camiseta a rayas grises y blancas, yin, botas pantaneras y un machete al lado izquierdo de su cadera. Mientras su esposa, Luz Velásquez, le sirve un jugo de guayaba, él comienza a contar su historia.
Esnoraldo agarró azadón desde los siete años, trabajaba en pantaloneta y sin zapatos, su vida siempre estuvo marcada por la agricultura, pero el asesinato de dos de sus hermanos no le dejó otro camino que salir de su tierra. "Las amenazas para que abandonáramos la tierra nos hizo tomar la decisión", comenta.
"Campesino, campesino de ciudad,
que sigues siendo campesino, campesino de verdad.
Aunque quieras otra vida encontrar,
campesino naciste, y un extraño serás..."
Para Lorena Delgado, politóloga e investigadora del programa de Paz y Competitividad de la Universidad Autónoma de Manizales, y Rodrigo Santofimio, sociólogo de la Universidad de Caldas, el conflicto armado es un factor relevante en el desplazamiento.
"La migración campo-ciudad todavía sigue goteando en la actualidad y uno lo puede observar, porque la violencia y las amenazas permanecen", asegura Santofimio.
La investigadora sostiene que ese fenómeno sigue vigente a pesar de que pasen los años. "Por ejemplo, La Merced pasó de 12 mil habitantes y hoy no supera los 4 mil, esa migración es producida por el conflicto armado, y sigue vigente, porque los campesinos no han vuelto", explica.
Esnoraldo no refuta las opiniones de los académicos y por el contrario las apoya. "Uno espera que ahora que hablan de paz, la gente pueda volver a sus tierras", confía.
Entre tanto, el secretario de Agricultura resalta que en el Oriente de Caldas las comunidades desplazadas están retornando. "Ahora se puede encontrar caficultura, ganadería, aguacate, caucho, hortalizas. Son áreas importantes que están garantizando el retorno, pero a pesar de ello, siguen faltando familias", insiste.
Sumado a esto, la investigadora sostiene que aunque en Caldas ya se habla hasta del postconflicto, hay otros factores asociados a la guerra que siguen desplazando en el campo. "Hay problemas sociales diferentes, en los que el consumo de drogas es protagonista. El microtráfico se apropia de espacios y genera pandillas y esto hace que muchas personas tengan riesgos en su integridad física, lo que también genera desplazamiento", indica.
"No le canto simplemente porque dejó la montaña,
porque cambió su vereda, por una calle asfaltada.
Y su cielo de abril, por un techo de lata..."
Esquivel rodó entre Casabianca e Ibagué (Tolima) durante unos 6 años, compró casa con el dinero que recibió por ser desplazado por la violencia, retornó al campo, y volvió a ser víctima de la guerra, entonces tuvo que abandonar el Tolima. "Me tocó vender la casita por lo primero que me dieron", asegura.
Para llegar a Manizales, le consultó a su esposa la decisión, pues ella tenía familiares en la ciudad y él, parientes en Chinchiná. "Trabajé al jornal en varias fincas entre La Pava y El Chuzo. Hasta que conseguimos una para administrarla durante casi un año", explica.
Luego de entregar la finca, llegó al barrio Minitas, en Manizales. Allí tuvo una panadería con su esposa, pero no les alcanzaba para el sustento, motivo por el cual decidieron buscar otras labores. "Ella se dedicó a trabajar en casas de familia y yo a la construcción, pero siempre extrañando la tierra", asegura.
La investigadora Lorena Delgado explica que la estabilidad se pierde cuando llegan a la ciudad o a pequeños pueblos, porque la oferta laboral es poca y el principal empleador, que es el Estado, tiene grandes dósis de nepotismo. "En las alcaldías hay un alto grado de clientelismo. Esas fuentes laborales se entregan a familiares, amigos o a las cuotas políticas", agrega.
Sumado a esto, los problemas de infraestructura vial en los municipios generan que los campesinos se sientan encerrados en sus tierras, porque no es fácil movilizarse ni sacar sus productos.
"Vuelve al campo que la tierra sí te da,
campesino naciste, campesino serás…"
Esnoraldo Esquivel, casi que obedeciendo la canción que acompañó este relato, volvió al campo hace un año en la finca La Molienda y asegura que está recuperando el tiempo perdido por el desplazamiento y la difícil vida en la ciudad. Sin embargo, hoy se siente feliz de levantarse a las 5:00 a.m y en vez de ver carros o asfalto ve un campo lleno de tranquilidad. "Yo soy amante al campo y seré campesino hasta que me muera", concluye.
De acuerdo con los expertos, los cambios de vocación que ha sufrido el campo también generan desplazamiento. Las iniciativas turísticas que nacieron con la declaratoria de Paisaje Cultural Cafetero (PCC), por la Unesco, aunque incentivan otros tipos de empleos, desplazan a los pobladores de las fincas, que no encuentran posibilidad de mantenerse en el medio. "La población joven cambia su vocación laboral, no quieren mantener las fincas sino que tienen otros intereses y se pierde el relevo generacional", explica Lorena Delgado, investigadora de la Universidad Autónoma de Manizales. No obstante, el secretario de Agricultura, Ángelo Quintero, señala que no es culpa del PCC, sino que falta orientación en el campo para mejorar su capacidad frente al turismo que trae la declaratoria. "Además de tener productos y que sean coloridas las fincas, esto les permite tener una oferta ambiental que debe explotarse. Es otro ingreso diferente a lo que se cultiva", señala.
Para el sociólogo Rodrigo Santofimio los problemas agrícolas y los altos costos de los insumos de producción también afectan la vida en el campo. "El campesino vive una situación asarosa, por ejemplo, el café con esos cambios de precios", dice. Con él está de acuerdo Lorena Delgado, investigadora de la U. Autónoma. "Trabajar en el campo en este momento no es atractivo, porque las ganancias son muy poquitas", explica. Ambos coinciden en que para el campesino no es beneficioso permanecer en el campo, porque requiere demasiado esfuerzo y no ven la recompensa.
Los subsidios que entrega el Gobierno Nacional a través de Familias en Acción también son criticados y puede ser una razón para que los campesinos no vuelvan a sus tierras, porque mediante el programa reciben un dinero mensual sin necesidad de trabajar. Para el secretario de Agricultura de Caldas, esa es una estrategia necesaria, pero que, como todo, cuando se convierte en permanente, genera daños. "La gente distorsiona la intención de la ayuda y nos causa mucho mal, porque se queda esperando lo que llega del Gobierno y se olvidan de montar empresa o de seguir cultivando", asegura.
El uso de este sitio web implica la aceptación de los Términos y Condiciones y Políticas de privacidad de LA PATRIA S.A.
Todos los Derechos Reservados D.R.A. Prohibida su reproducción total o parcial, así como su traducción a cualquier idioma sin la autorización escrita de su titular. Reproduction in whole or in part, or translation without written permission is prohibited. All rights reserved 2015