Foto | Martha Elena Monroy | LA PATRIA
Los días nublados de Manizales son especialmente fríos. Las gotas de agua suspendidas en el aire humedecen el ambiente.
ALEXANDRA SERNA
LA PATRIA | MANIZALES
El frío que siente Ana María Leal es mayor al que perciben quienes la rodean. "Soy friolenta, mantengo con los pies y las manos congeladas. Puede estar haciendo sol y me pongo saco, tengo que tomarme algo caliente después de almorzar e, incluso, al salir del gimnasio siento frío". En los días nublados no le pueden faltar botas, guantes ni bufanda.
Ana María no goza de confort térmico si se tiene en cuenta la explicación del ingeniero John Alexander Pachón sobre la sensación térmica, que es la manera como los seres vivos perciben la temperatura ambiente o del aire. "Si nos sentimos bien con esa temperatura, hay confort", agrega el también coordinador de la Red Hidrometeorológica de Manizales, adscrita al Instituto de Estudios Ambientales de la Universidad Nacional.
El punto de vista médico permite entender, por otra parte, por qué algunos experimentan un frío más intenso. Ella, por ejemplo, no suele comer dulces, que se traduce en bajas calorías. "Esto implica que no tenga energía suficiente para compensar los cambios de temperatura y, por lo tanto, que no sea capaz de tolerar tanto el frío", indica Carlos Ricardo Escobar, director de Medicina de la Universidad de Caldas y docente de Fisiología.
Otro factor de análisis es que Ana María vive en Manizales, ubicada en la Región Andina, a 2.160 metros sobre el nivel del mar y en la franja del trópico ecuatoriano, es decir, en la mitad de la Tierra, con una temperatura promedio de 18 grados centígrados. La más baja del mes pasado, entre cinco estaciones, fue de 11,6 grados en el Ecoparque Los Yarumos. Mayo hace parte de una de las dos temporadas de lluvias al año (la otra es en octubre - noviembre).
Lo que se vive en Manizales no tiene, sin embargo, punto de comparación con el frío de los polos o de las zonas con estaciones, donde los termómetros marcan grados bajo cero. Esto sucede porque los rayos del sol llegan de manera perpendicular o casi de frente a la mitad del planeta, donde está la capital caldense, mientras que entran diagonalmente y con menor fuerza a los extremos norte y sur del bloque terráqueo.
Las estaciones no se presentan de la misma manera. Si en diciembre hace invierno en Estados Unidos es verano en Chile, viceversa a mitad de año. La causa es que La Tierra está un poco inclinada, los rayos del sol pegan con más fuerza en una parte del planeta y transcurridos unos meses el otro hemisferio recibe la radiación con más potencia.
Las bajas temperaturas en la franja ecuatoriana, donde está Colombia, se relacionan más con las temporadas de lluvias y los vientos. La mitad del planeta es rodeada por una especie de cinturón de nubes que se llama Zona de confluencia intertropical, que se mueve hacia arriba y abajo. Cuando llueve aumenta la humedad y, por ende, hace más frío.
La humedad también se incrementa después de fuertes calores, como sucede en el desierto del Sahara (África) donde las noches son gélidas. "Imagínese una olla de agua que se pone a hervir, empieza a subir el vapor y la tapa se llena de gotas. La atmósfera es como esa tapa, cargada de vapor que humedece el ambiente", precisa Pachón. Los rayos solares calientan el subsuelo del desierto que empieza a emanar agua evaporada.
Algo similar pasa cuando en Manizales el cielo está despejado, con sol picante como se dice y al día siguiente llueve. La diferencia aquí es que el vapor es más pesado y se precipita. También sucede que en temporadas de lluvias hay días soleados, pues los vientos corren las nubes (en este caso los alisios, provenientes del nor y suroccidente del continente).
En la madrugada, además, hace más frío que en el resto del día, esto aplica para todo el mundo. La temperatura desciende en las noches porque no hay radiación solar y cuando esta aparece, al amanecer, las hojas de las plantas expelen agua o sudan, el llamado rocío que humedece el ambiente.
La temperatura ambiente no es el único factor que determina la sensación térmica, es decir, cómo los seres humanos sentimos el calor o el frío. La velocidad del viento, la radiación solar y la humedad influyen en esa percepción. "A 21 grados se puede sentir frío por los vientos, y no por ello la temperatura ambiente es menor", afirma el coordinador de la Red Hidrometeorológica.
Esa sensación también depende de factores externos como el material de las viviendas, la altura de las edificaciones y los flujos de viento generados por la forma de esas estructuras. El frío que se siente al pie del edificio Torres Panorama (carrera 23 con calle 62), por ejemplo, se debe a que convergen las corrientes de aire que avanzan por la Avenida Santander con las que vienen del norte de la ciudad, desde Los Yarumos.
No obstante, el frío exterior no determina la temperatura corporal. El termómetro marca en un ser humano entre 36,5 y 37,7 grados, en niveles normales, el doble de la temperatura promedio de la ciudad. Esto es posible porque el cuerpo se autorregula y genera respuestas para adaptarse a los cambios (ver infográfico).
"Si alguien está en un nevado aumenta la actividad muscular y por eso titirita, se mueve el azúcar que es fuente de energía y se acelera su frecuencia cardíaca. Todo esto impide que baje la temperatura interna", expone el docente de Fisiología.
¿Por qué algunos no reaccionan de esa manera? El médico explica que la poca tolerancia a las bajas temperaturas se debe a trastornos en los mecanismos de adaptación: "los hipoglicémicos no tienen suficiente azúcar y por eso sienten frío, si los pies están congelados es por mala circulación y los cambios hormonales pueden variar la percepción".
El experto agrega que en los ancianos influyen el colesterol y el mal funcionamiento del corazón, impidiendo que el organismo responda como debe.
El frío, en últimas, pareciera tener tantas descripciones como seres humanos sobre la faz de la Tierra, pues lo que mide un termómetro de la temperatura ambiente no coincide siempre con el calor o frío que se siente personalmente.
- El lugar habitado más frío de la tierra: Oymyakon, nororiente de Rusia, en una meseta a 750 metros sobre el nivel del mar. En 1926 alcanzó la temperatura más baja: 71,2 grados bajo el punto de congelación. El invierno dura mínimo nueve meses.
- El lugar más frío de la Tierra: la Antártida (Polo Sur). La temperatura mínima registrada fue de 89 grados bajo cero, medida en 1983.
- El lugar más lluvioso de la Tierra: Lloró, municipio de Chocó.
* Información que facilitó John Alexander Pachón, coordinador de la Red Hidrometeorológica de Manizales, con base en la página web listas.20minutos.es
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